18.1.06

De todo y de nada

Hoy escribiré de todo y de nada, porque de todo y de nada está hecho mi corazón. No publicaré el poema que acabo de escribir y de hablar para podérselo leer. Mientras puedo y mientras escribo.

Nunca me ha importado lo que piensen los demás; me importa muy poco si piensan que soy débil por ello o, por el contrario, un mamón muy grande. Yo me quedo con el vaso y lo vacío, y después te pido que lo llenes. De lo contrario me paro y busco dónde llenarlo. Alguien más se acercará y querrá llenarlo conmigo y sino, tampoco me agobia, puesto que se que he amado con todo lo que tengo en mi vida. Con cada lágrima, gota de sudor, grito ahogado en tus palmas, guiño, beso, susurro y abrazo en la noche. Con todo he amado y he entregado sin restricciones. Si se han ido, al final ha sido porque así ha tenido que ser y porque así lo hemos querido. Al principio ella por no haberme amado hasta que el amor la matara y yo al final por no querer ser plato de segunda mesa o postre dentro del banquete de la vida.

Soy un entremés interminable. De esos que pides y no dejas de comer y te llenan y ya no quieres ni puedes pasar al siguiente plato. Y si no me quieres de entremés porque no fuí el primer hombre en tu boca pero si en tu vida, tómame como primer plato y con ese quédate. De antemano les digo, he aprendido que no me debe de importar ser correspondido. Me limito a ser honesto conmigo mismo y a luchar. Luchar. Luchar con toda la gravedad que mi corazón me pueda otorgar y la levedad que mi ser me pueda levantar. Vivo mi insoportable levedad de ser con una dulzura refrescante que siempre me recuerda al sabor de sus tiernos labios por la mañana y sus ojos cerrados. Mientras dormía en su cama y la abrazaba para unirme a ella por ese momento. Mañana no importa. Mañana no existe. Mañana es hoy.

Al final del día lo único que quiero es haber logrado ser honesto conmigo mismo. Con lo que quiero y lo que no quiero. Con lo que necesito y lo que en verdad no necesito. Con dejar de confundirme en el entorno y aprender de él. Aprender de sus casualidades y causalidades. Aprender de ese pájaro que me trina que no se nada y así lo podré saber, quizá, un poco. Lo que quiero es ser feliz, no quiero ser exitoso. Eso que lo sean los demás. No entiendo cómo se mueven los humanos, tratando de ser alguien en la vida y perdiéndose de ella. No entiendo como mueren por conocer el amor y cierran las puertas de su corazón con una agenda y número de celular. Aún así estoy aquí y amo a un humano. Que quizá no sea la más perfecta, pero es ella. Que quizá no estamos juntos y lo más probable, porque no soy más que un primer plato, no la vuelva a ver en mi mesa jamás, porque la única forma sería que ella misma fuera por el plato y me sirviera en su mesa y me comiera.

Amo mientras dura y cultivo con detalles. No con elefantes. Prefiero las gerberas, rosas y girasoles plantadas entre los dos. Prefiero los amores que matan que, cómo dice el poeta, nunca mueren. Prefiero los pequeños detalles acompañados de un buen café y un tremendo beso que me haga perderme en la infinitud de unos labios. Prefiero una tarde entre las sábanas abrazados que bailar toda la noche canciones en un antro. Prefiero una vida amando que una vida teniendo las cosas pero sin nadie con quién compartirlas.

Al final he entendido que no me importa que entiendan que la amo. Yo amo. Y con eso me quedo. Y con eso vivo. Si no lo ve, no me arrepiento, pude amar. Si me ama, que se aviente junto conmigo al camino o simplemente a sentarnos al lado de él a fumarnos nuestros besos y respiraciones.

Hoy soy honesto conmigo mismo. Hoy soy más seguro de mí mismo y lo que represento. Hoy quiero ser feliz y voy soy feliz. Con ellos o sin ellos. No me preocupa si mañana tengo un niño. Hoy yo soy el niño. Mañana, si queremos, le ponemos Luis. O Pepe. O Javier o Benjamín. Mientras me siento y recargo mi corazón en los codos. Y espero. Espero desde mi decisión a ver si la veo primero que me alcanza desde la esquina, o el letrero de la contraesquina…

Por si acaso los VIERNES se vuelven proféticos
y los Alpes se queman con las nubes
y no volvemos a ver a quien ya no queremos ver
y la semana que sigue
nos quedamos en casa, viendo una película, abrazados,
sin ir al aeropuerto ni levantar su cabeza de mis brazos.
18 ENERO 2006
VARGAS GÓMEZ

No hay comentarios.: