27.12.06

Reflexiones sobre un año menos

Y, al final, sigo sin encontrar aquello que se supone tengo que encontrar. No sólo se supone, a decir verdad muero por encontrarlo, aunque aún no sepa exactamente que cara tendrá ni a que nombre responderá. Este texto responde a una necesidad por exteriorizar algo que me viene siguiendo de un tiempo a acá.

He atravesado continentes, me he bañado en cada uno de sus mares e inclusive he navegado uno que otro río. En todos y cada uno de los paisajes me encontraba con personas que cruzaban mi camino, algunas se detenían y otras seguían de largo; conocí mujeres bellísimas que, sin embargo, no nos pudimos brindar más allá de un: “hola, ¿cómo llego al puerto?”

He tenido amantes por montones que han recubierto mi vida de placer y satisfacción y al terminar se han ido sin dejar nada más que el recuerdo detrás. No es reclamo ni melancolía, al final yo también hice lo mismo, es tan sólo un recuerdo. Y es que eso es lo que estoy suscribiendo, un recuerdo, una remembranza que, con motivo de estas fechas, ha hecho un poco de mella en mí.

He tenido relaciones con un ángel que después se convirtió en un demonio, y ambos tomamos café y discutimos sobre nuestro transitar por el purgatorio. Ese ángel que ahora ya no lo es más y yo tampoco he de entrar a su antiguo paraíso o a su nuevo infierno de reclamos con sabor acre o indecisiones siempre tan patentes. Ese ángel alguna vez me mostró la luz pero, más como Virgilio que cómo Beatriz, me guió tan sólo para que me hiciera una idea más clara de lo que estaba buscando, no de lo que iba a encontrar y, lo más terrible de todo, sin ella a mi lado.

Sigo sin encontrar lo que estoy buscando. Al final no es mucho lo que deseo: una mujer con quien compartir mis vivencias diarias, mis alegrías, mi dolor, mis risas, mis lágrimas, mi sudor y mi vida entera. Una mujer por la cual vivir y a quién ofrendar el fruto de mi trabajo, forjando juntos nuestro futuro. Suena muy romántico, en verdad, pero eso es lo que quiero.

Este año ha estado repleto de sinsabores, decepciones, plantones y aún así resultó mucho mejor que el año anterior. He de aceptar que me atrabanqué en muchas decisiones y que otras no tuve el coraje de seguir adelante, sin embargo son pasos echados atrás. Conocí personas valiosísimas, una de ellas que ni siquiera puede estar físicamente a mi lado –por lo menos por el momento– y que ha decidido (ella) que es mejor alejarse mentalmente de este terruño en el cual vivo a jugársela con todo para ganarle a los pronósticos y alcanzar algo que sólo los poetas han imaginado. No sé.

Al final sigo sin encontrar aquello que se supone tengo que encontrar. Curioso. Un año más que termina y otro más con nuevas posibilidades que explotar. Una reflexión más.

15.12.06

Cranberries

Para Ella:

Understand the things I say,
Don't turn
away from me
'Cause I spent half my life out there
You wouldn't disagree
D'you see me, d'you
see
Do you like me, do you like me standing there
D'you notice, d'you know
Do you see me, do you
see me
Does anyone care

Unhappiness,
where's when I was young
And we didn't give a
damn
'Cause we were raised
To see life as fun and
take it if we can
My mother, my mother she hold me,
Did she hold me when I was out there
My father, my
father, he liked me
Oh he liked me, does anyone care


Understand what I've become,
It wasn't my
design
And people everywhere think
Something better
than I am,
But I miss you. I miss
'Cause I liked
it, I liked it
When I was out there
D'you know
this, d'you know
You did not find me, you did not
find
Does anyone care

Unhappiness, was when I
was young
And we didn't give a damn
'Cause
we were raised
To see life as fun and take it if we can
My mother, my mother she hold me,
Did she hold me when I
was out there
My father, my father, he liked me
Oh he
liked me, does anyone care , does anyone care?

next day...

un breve paréntesis antes de iniciar mi pequeño relato:

So, so you think you can tell Heaven from Hell,
blue skies from pain.
Can you tell a green field from a cold steel rail?
A smile from a veil?
Do you think you can tell?
And did they get you to trade your heroes for ghosts?
Hot ashes for trees?
Hot air for a cool breeze?
Cold comfort for change?
And did you exchange a walk on part in the war for a lead role in a cage?
How I wish, how I wish you were here.
We're just two lost souls swimming in a fish bowl, year after year,
Running over the same old ground.
What have we found? The same old fears.
Wish you were here.



ayer hubo fiesta en casa del Grillo. Tremenda. Me encuentro sumamente devastado, el tiempo no pasa en balde y esta mañana me costó mucho cada paso que di y sobre todo aguantar mi cabeza y mi estómago. Anyway, valió la pena: ver a Esponda azotar como vaca dos veces (jajajaja che vacaláctica), después el Grillo y el buen ambiente que se armó valieron la pena. Mucha coquetería y el tesoro del capitán Sparrow se encontraban en el lugar. Hoy estoy tan cansado que no puedo ni hacer lo que tengo que hacer de mi tesis y no voy a salir.
Un beso,

Yo.

11.12.06

RECUERDOS ACUARTELADOS

Mi cuarto es una trampa mortal. Por cada rincón acechan pasados olvidados y en las sombras descansan recuerdos que esperan para azotar la memoria. Es cómo hacer un paseo alegórico por mi mente y corazón: la personificación de mis sentimientos y vivencias se encuentran en el techo, paredes y cajones. Ah, pero que miedo de vez en cuando…

De vez en cuando me encuentro con callejones sin salida, como cuando me decido a poner un poco de orden en mi habitación y llego a lugares insospechados, de los cuales había olvidado su existencia, para enfrentarme con un golpe en el corazón con cartas posfechadas, camisetas con el olor imperturbablemente eterno, juramentos de amor inmortal y fotos de fantasmas que merodean por la alcoba.

Y es que, si bien cada centímetro de pintura tendría que ser cambiado para que se borrara la imagen impactada en las paredes o, también, cambiar los muebles comenzando por la cama, uno aprende a vivir con ellos, nunca aprendemos a vivir con otras cosas a las cuales preferimos esconderlas, para olvidarlas y si las volviéramos a encontrar considerarlas como vestigios de antiguas épocas que vienen resonando en nuestro presente. Por eso, dijo el poeta, se invento el entierro, para que hagamos razón de que los muertos nos han dejado y los estamos depositando.

Sin embargo no es una buena opción el hacer hoyos en medio de mi cuarto para enterrar esos muertos, fantasmas y recuerdos, no vaya a ser que un día a la mitad de la noche, cuando más sed tengo, me tropiece y caiga en uno de ellos. Tampoco representa una opción el irlos a enterrar a las faldas de esa montaña mágica en la cual todavía residen caballeros, princesas y muelles abandonados a los cuales sólo les cantan ruiseñores enamorados; el día que quisiera ir a visitar los entierros me quedaría tan lejos que probablemente me perdería en el camino o no volviera nunca más a echarles una oración de buen descanso. y es que, forzada la expresión anterior, no hay que olvidar por completo ya que forma parte de las huellas que dejamos en un camino que se va borrando conforme lo dejamos atrás. Huellas que sólo nosotros sabemos lo que nos costó imprimirlas en la tierra, fango o sal.

Así pues, es por ello que me encuentro con esos vestigios en la mitad de la penumbra cuando me dispongo a poner en orden mi alcoba. Y entonces no sé que hacer con ellos. No sé si tirar, reír, llorar o rezar. No los puedo quemar, eso lo sé, ya que el espíritu y su aroma quedarán flotando en el aire y aunque me los llevara a una pradera lejana, cercana a la Boca del diablo, me impregnaría con su olor y su espíritu podría seguir el rastro y reclamarme por las noches el por qué de la incineración. Definitivamente es un juego de trampas, un juego que en algunas partes se torna perverso y en otros rincones es inocente.

Mi cuarto es un juego. Así se ha construido. Es una constante interacción conmigo, con lo que he sido y con lo que he querido dejar atrás sin enterrarlo muy lejos, allá. Es una trampa que encierra muchos artilugios y querer desactivarla implicaría nulificarme a mí. Es mortal, tarde o temprano morirá eso me queda claro, lo más seguro cuando yo muera y ambos desaparezcamos con nuestra significación y entendimiento, pero por lo pronto resulta tan mortal, principalmente para mí, con todos esos recuerdos olvidados acechándome como el corazón palpitante sin culpa debajo de un montón de libros o escondido en el cajón al lado de mi cama, esperando el menor descuido para saltar y robarme la respiración en un golpe de vista y dejarme tumbado, admirando las banderas del techo de mi habitación. Mi cuarto es una trampa mortal.

Limpiando mi cuarto

VARGAS GÓMEZ

11 DICIEMBRE 2006

P.D. fuerte coincidencia. Mi medalla del Congreso me la dieron por la ponencia que presenté el 07 de diciembre de 2004 y el 07 de diciembre de 2006 di mi conferencia. Dato curiosísimo.

8.12.06

Mi primer conferencia

Ayer no fue un día más, definitivo. Ayer hice tantas cosas que apenas y me alcanza el día para hacerlas todas. La presente no se trata de una reseña de toda la jornada o de un listado de lo sucesos, y es que desde la mañana como bibliotecario familiar –para mis yayos, larga historia–, hasta recoger mis trajes nuevos pasando por el pago de la tarjeta de crédito. Pero lo realmente importante fue en la noche: ayer di la tercer ponencia de mi vida y mi primera conferencia aunado a que formé parte de un jurado por primera vez en mi vida también.

El marco fue el XX Festival de Publicidad, organizado esta vez en la UVM. La invitación me llegó a través de Luis Eduardo S. Torres, ex profesor mío en la UIC. Me habló a mi celular y me comunicó que me solicitaban para ser parte del jurado del Festival (cosa que me impresionó, la verdad) y que si estaba interesado en dar una conferencia…

¡CÓMO NO IBA A ESTAR INTERESADO EN DAR UNA CONFERENCIA!

Jajajaja y es que, vamos, una de mis dos pasiones es hablar, la otra, como bien lo saben, es escribir. Así pues le dije que estaba muy interesado. El requisito era que el tema estuviera ligado a la publicidad. Terminé por elegir -10 minutos después– el tema: Creatividad profesional.

Aproveché la oportunidad para invitar al buen Ortega, Enrique Ortega. El buen Kike, además de ser muy brillante y que formamos parte del mega proyecto que tendrá lanzamiento en julio 07, es un tipo que le sabe al tema de la creatividad. Entonces ya tenía casi todo: el tema, el lugar y con quien apoyarme para dar la conferencia. Sólo me faltaba delinear los conceptos.

Total, la conferencia la hicimos un día antes (anteayer) y nos presentamos en la UVM ayer a las 6:00 pm en punto. Sobra decir lo bien que me veía (jajajajajaja). Primero fuimos parte del jurado, di mi dictamén (soy un maldito para dar calificaciones) y después nos paramos a dar la conferencia…Vaya conferencia. Todo salió de rechupete, como dirían por ahí. El público al inicio estaba un poco disperso pero, al final, todos estaban muy atentos y nos aplaudieron mucho, muchísimo. Recibimos felicitaciones de parte del comité organizador y del director. Las palabras fueron muy bellas y yo estaba harto satisfecho.

Quizá lo que más satisfizo de toda la experiencia fue el hecho de comprobar, una vez más, lo mucho que me fascina hacer eso y que cada vez lo hago mejor. Además me dieron una constancia y dos diplomas que, por supuesto, ya fueron anexados a mi currículum.

Y bueno, eso es todo por el momento, los dejo por que hace un frío “que te cagas” y yo estoy en la terraza del Starbucks de mi casa.

Adiós y muchas gracias.

08 diciembre 2006

VARGAS GÓMEZ



5.12.06

Veinticuatro

Todo empezó el jueves 30 de noviembre, oficialmente. Había recibido felicitaciones previas pero esporádicas y de personas que de antemano se disculpaban por no asistir el jueves. El 30 de noviembre, después de atravesar un mar agitado de coches, llegamos a las 8 al Skyy Bar. Ahí llegaron los que tenían que llegar y los que no ni se les extrañó. Tomamos la friolera de seis botellas entre aproximadamente doce personas (si mal no recuerdo) y yo hice de todo: bailé, canté, salté, vomité (¿por qué no?) y bebí y volví a beber. Los detalles en general saldrán sobrando puesto que las anécdotas son muchas y a diferencia de otras ocasiones en las cuales hacía una narración completa y detallada de las situaciones, esta vez me enfrento a cuatro días, los cuales tienen que ser resumidos en muy poco espacio, así pues, si quieren más detalles, nos tomamos un café y lo platicamos más (jajajaja, suena un poco mamón, no es con esa intención).

Salimos aproximadamente a las 3 am y yo traía un “pedo” encima de jijo de Dios. Volví a vomitar en mi casa, jajaja, y caí dormido. Al día siguiente me empezaron a despertar con llamadas de felicitaciones de la familia desde las 6 am (mmm no diré nada puesto que se trata de mi cumpleaños) y cuando trataba de conciliar el sueño una hora más, mi madre llegó alborotada a regañarme (ojo, no a felicitarme) porque no estaba viendo lo que acontecía en el Congreso de la Unión con motivo de la protesta de Calderón. “Ya está”, me dije, no dormirás más.

A las 10 am empezaron a llegar los integrantes de ese petite comité que se disponía a conquistar los bosques de Totolapan, armados con mucho alcohol y osadía (créanme, para tomarse esas botellas hacía falta mucha osadía). Partimos de mi casa: Esponda, Ro, Anaily, Aldo, Enrique, Verónica y yo. Después de horas y horas para poder llegar (yo iba hecho la madre en la carretera pero Kike no maneja muy rápido así que tuve que detenerme por ahí varias veces para que me alcanzara) arribamos a mi casa de campo…

La experiencia: inolvidable, no le quedamos a deber a la vez anterior. Faltaron dos personas del año pasado pero llegaron tres nuevos integrantes. El viernes nos la pusimos relativamente decente (relativamente, jajaja, todo es relativo en estos tiempos espantosamente posmodernos) excepto Ro que agarró un pedo de maratón jajaja, con lágrimas y todo, jajajaja. Al día siguiente empezamos en la alberca y nos salimos de ahí hasta las 10:30 pm; en el inter yo veía mi casa como se iba convirtiendo gradualmente en un antro de perversión y de suciedad (como ensuciaban los hijosdesu…). Ese día, el sábado, quedará para la posteridad.

Como a las 6 pm me comencé a sentir muuuy hormigueado, vamos, borracho y la lengua no coordinaba bien. Tiré mis cigarros a la alberca y afortunadamente estaban cerrados así que no recuerdo bien como le hice para rescatarlos. Me puse el pedo de mi vida, no saben. Jamás en 24 años había festejado tanto y tomado tanto jajajaja, me queda claro que no es motivo de orgullo, pero si es motivo de anécdota. Terminé hasta el huevo con tanto alcohol ingestado. Cuando más o menos se me iba bajando el efecto fue como a las 10 pm que me salí a prender la chimenea pero antes me puse a bailar y a contar anécdotas de amor con Enrique y Vero, jajaja. Recordé mis viejos amores y al viejo amor y una cosa llevó a la otra así que me puse a prender la chimenea jajaja. Y ya. A mí se me bajó por fuerza de dejar de tomar y ponerme a hacer tantas cosas y después ponerme a cocinar.

Alrededor de la 1 am me fui a dormir, ya no podía más. No me iban a dejar tan fácilmente ya que…

MIENTRAS TANTO, EN EL CUARTEL DE LA JUSTICIA…

Turururururuuu

Jajajajajaja, así es, me iban a despertar para que siguiera. Así que como a las 2:30 am, después de escuchar el llamado del Cuartel de la Justicia y el grito de Thundera, me levanté para revisar si mi casa seguía en pie. Afortunadamente seguía. Me quedé hasta las 3 y ya, perdí.

Al día siguiente regresamos, no sin antes poner todo en orden, excepto por Aldo y Esponda que estaban de huevones y no levantaban un dedo, pero eso si, querían regresar temprano, pero se chingaban si no ayudaban: hasta que termináramos de poner en orden no regresábamos.

¿Regalos? No muchos, aunque si hubo. Grandes detalles. Muchas gracias a todos aquellos que fueron parte el jueves y después el fin de semana tan largo desde el viernes. Gracias, porque sin ustedes definitivamente no podría estar diciendo: que gusto haber cumplido veinticuatro años.

GRACIAS CARAJO

24 AÑOS

05 diciembre 2006

VARGAS GÓMEZ
p.d. ya publiqué varias fotos...

30.11.06

1º de diciembre

Faltan nueve horas para mi 24º aniversario.
Faltan cuatro horas para que empiece la celebración.
Faltan ochenta y un horas para que termine la celebración.
Faltan trescientos sesenta y seis días para que me vuelva a preocupar y más por llegar a la mitad de la veintena.
Faltan tantas cosas que pasen en la política nacional pero por primera vez en el año me olvidaré de todo y me dedicaré a celebrar.

Y todos los números son literales...
YEEEAAAAAAAAH JAJAJAJAJAJAJAJAJA REGALITOS, MUCHOS REGALITOS!!!!

29.11.06

En el camino

El tiempo es como un ser humano especial. Crece, pero a su antojo. Corre cuando le da la gana y echa a dormir cuando no tiene ganas de ver los eventos que provoca. El tiempo es muy especial y más para el hombre.

Hay algo que me llama especialmente la atención sobre el tiempo: conforme pasa el tiempo, éste pasa más rápido. Aún recuerdo mi cumpleaños de seis años y la moto eléctrica –de vanguardia en el mercado– que me esperaban en medio del patio mientras los adultos me cantaban las mañanitas. Y es que fui un niño en un mundo de adultos y rodeado de ellos; siendo el mayor de los hijos, sobrinos y nietos, no tenía más remedio que escuchar sobre política inflacionaria y las tendencias políticas del cono sur aplicadas todas ellas a mi regimiento de He-mans y de Thundercats.

Aún recuerdo ese y otros cumpleaños. Recuerdo muy bien la emoción que me provocaba saber que por fin mi cumpleaños iba a llegar, que había esperado tanto tiempo y que habían sucedido tantas cosas para que él pudiera arribar. Recuerdo que en medio se interponía todo un ciclo escolar y las vacaciones de invierno, semana santa y verano. Recuerdo que pensaba, a veces, que nunca iba a llegar. En dos días cumplo veinticuatro años y no es más así…

Conforme los años se han ido sucediendo en mi vida, estos han sido más rápidos, como si tuvieran prisa por dejarme o por crecer. El año pasado decía que había sido el año más rápido –y doloroso, cabe aclarar– de mi vida; este año afirmo que es el que más rápido se me ha ido de mis manos. Carajo, mis veintitrés años suenan melancólicos y el 2006 apenas y me dejó que lo escribiera en unos cuantos informes. Al inicio pensé que era una dolencia particular, que no era más que producto de mi corazón que respira aire nuevo o que mis ojos no se habían acostumbrado a la luz de este sol. Sin embargo me doy cuenta que tampoco es así…

Descubro que mis allegados opinan lo mismo –no sé si lo sufran– y que también los años se les pasan más rápido que antes. En lo personal no creo que sean los años, más bien el tiempo que le ha dado la gana que sea así. No creo que se eche para atrás nunca más así que sólo me deja una opción con mi vida: vivir para contarla, como dijera el poeta.

Quizá podrían influir otros factores para que el tiempo se comporte de esta manera tan ingrata, quizá somos nosotros los que lo hemos impulsado a que el reaccione así. Nuestra posmodernidad, con todo y nanosegundos incluidos, lo han orillado a tomar esas acciones y ahora venimos a quejarnos…de que no tenemos tiempo.

Siempre hay tiempo. No sé si haya más tiempo que vida, probablemente no, probablemente el tiempo es vida en tanto ésta lo crea. Sólo sé por el momento que este año se me fue muy rápido de las manos y que aquella moto con mi regimiento de Thundercats al lado no regresarán más…

viéndomelas con la resaca y atormentado por los "ismos"
29 NOVIEMBRE 2006
VARGAS GÓMEZ

24.11.06

LIQUIDACIÓN

Pocas veces no sé por donde empezar y esta es una de esas poquísimas veces que casi podría enumerar. Ha habido muchos cambios y acontecimientos en mi vida en tan sólo dos semanas que ¡vamos! ¡Dios!

Propiamente no me puedo quejar por los acontecimientos. Hoy, con la cabeza fría, los intestinos en su lugar, mi corazón palpitando tranquilamente y las demás cosas frías, afirmo que no me puedo quejar y que, al contrario y fiel a mi costumbre, he aprendido mucho. Tantísimo.

Es por ello que se justifica y entiende mi ausencia por estos lares; por ello es que el Deuteronomio se quedó solitario de palabras más no de lecturas y participación (quizá más importante). Razones, se preguntan. Razones, pues:

Ayer fue mi último día de trabajo como Director de Mercadotecnia. Anteayer presenté mi renuncia con carácter de irrevocable. Mis motivos no los expondré en este medio –principalmente por desidia de escribirlos– pero baste con decir que mi nombre, Luis Benjamín Vargas Gómez, permanecerá limpio, hoy y siempre; que mi palabra es lo más valioso que poseo y que mis ojos siempre miran de frente y con la cabeza hacia arriba. Se dieron cosas que amenazaron tremendamente mi orgullo, reputación y honestidad, cosas con las cuales no estaba dispuesto a ensuciarme así pues decidí mi salida de la mejor manera, cordial, como caballeros.

Entonces, hoy pertenezco a las estadísticas del desempleo nacional, jajaja, será por poco tiempo. Me dispongo a entregarme a tiempos de ociosidad y relajación con una liquidación decente (si no justa). Si alguien gusta es cordialmente bienvenido. La presión que soporté las últimas dos semanas fue tremenda, al grado de agarrar un “tic” –nombres pulentos a cosas feas– en el ojo izquierdo y tener que tomar algo para el stress. Lo bueno es que se acerca mi cumpleaños y todo pinta para que me tire del techo del WTC en bungee etílico, jajajaja. Pinta bien.

Existen también otras razones por mi ausencia: proyectos que estoy iniciando que aspiran a ser conglomerados internacionales, un corazón que busca desesperadamente y un libro que me ocupa el tiempo.

Gracias, en verdad, por seguir aquí. Ojalá que no desaparezcan tanto y yo, por mi parte, prometo no hacerlo, más con todo el tiempo que tengo a mi favor.

24 NOVIEMBRE 2006
LBVG
P.D. ya subí mas fotos

15.11.06

Palabras a fortiori

Hoy es de esos días en los cuales siento que mi cabeza va a estallar. Usted disculpará que me dirija de esta forma tan abrupta, pero comprenderá mi necesidad por evacuar el humor que me esta inundando.

He notado su gesto de interrogación casi preguntándome “¿de qué vas?” A decir verdad no voy a ningún lado, es por ello que me encuentro sentado aquí, en el lugar de siempre y con el olor que me rodea, explotando el páncreas, cabeza y corazón. No ponga entonces esa cara; así, perfecto. Muchas gracias.

Hoy me he dado cuenta, una vez más –si, lo sé, no me haga esa afirmación– que amigos soy contados y con los tres dedos de la mano empieza y termino por contar. Hoy me di cuenta que aquel que tan bien me trató y juró ser mi amigo, en realidad me estaba utilizando de parapeto para que, en caso de que estallara el problema, como sucedió hoy, el se pudiera escudar en mí e, inclusive, no irse solo a la mierda. Y el problema no es propiamente el mancharse de mierda por un amigo –usted sabe bien que lo he hecho antes– si no el hecho de que no se me informara al respecto y se me manejara, con mentiras, una secreta intención velada y macabra.

Es por ello, quizá ahora lo entienda mejor, que me encuentro sentado aquí expulsándolo todo. No haré una exposición de motivos puesto que no es el momento –y quizá tampoco el lugar– pero queda patente mi molestia, dolor, confusión y rabia interna. Me han tomado el pelo, como dicen por ahí, y se aprovecharon, según palabras textuales de mi jefe, de mi “nobleza”. Vamos, para no andar con rodeos, sabe usted bien que soy muy directo: me vieron la cara de pendejo y no supe poner las gónadas a flote a tiempo. Si, así fue, o por lo menos así lo veo y me critico por ello. No sé si seré muy severo conmigo pero siento que inclusive me hace falta un poco más de responsabilidad por aquello que sucedió y que hoy explotó.

Aquel que en su momento me llamó amigo en realidad no lo era. Ingenua y románticamente pensé que así era y supe guardar un secreto que hoy ya no lo es más. Perdóname tú –no usted– porque pronto se te devolverán todos esos malos manejos, antes de que llegue el invierno. Pero perdóname más por no poder decirte, advertirte sobre lo que te está a punto de llegar. En otros momentos te hubiera puesto sobre aviso para que pudieras guarecerte, sin embargo hoy no puedo más actuar de esa forma, más tomando en cuenta que no me llamaste amigo con el corazón, si no con la cabeza y el currículum vitae. Pronto llegará el momento y me mortifica saber que tendré que seguir tratando contigo y que posiblemente reciba recriminaciones de tu parte, recriminaciones que no podré aceptar y que tendré que devolver con todo el orgullo con el que se escribe mi apellido y nombres, limpios y honestos. Tendré que tomarte el teléfono y negociar contigo, con palabras hipócritas por tu parte y omisiones por la mía.

Ya. Gracias. Perdóneme por no dirigirme a usted este momento y antes de que tome ese teléfono para diagnosticarme con un psiquiatra, entiéndame que él también está presente aquí y que acabará por escuchar estas palabras. Palabras últimas que le dedico con el corazón herido y la amistad mancillada. Palabras que terminan por cumplir aquello que siempre me he fijado como eje rector de mi vida: honorabilidad y sinceridad.

Gracias pues, por su tiempo. Sé que tiene obligaciones por cumplir. Algún día le recompensaré los momentos que siempre me ha dedicado, téngalo por seguro. Entiendo que se tenga que ir al igual que me tengo que retirar yo. Que descanse y tenga usted muy buenas noches.

Hasta luego.

15 NOVIEMBRE 2006
VARGAS GÓMEZ

12.11.06

Raymond Weil

Después de tantos años, por fin. Ayer me pude comprar mi reloj. Quizá para muchos este sea un evento totalmente insignificante –lo comprendo–, sin embargo, para aquellos que me conocen y han compartido mis avatares los últimos 2 años de mi vida, por lo menos, sabrán lo importante y significativo que resulta para mí. El origen…

La primera vez que deseé comprarme el reloj tendría yo aproximadamente 18 o 19 años, no más. Era yo otro hombre con diferentes personas a mi lado. En aquel entonces moría por el clásico de Longiness, el extra-delgado. Los ocho mil pesos de aquel entonces me sonaban a una fortuna y definitivamente se encontraban más allá de mi posibilidad; sin embargo recuerdo que hubo un momento en el cual pude hacerme de él pero resultó que se cruzó en mi camino Europa y que yo me tuve que pagar la Universidad a cambio de la manutención completa de mi papá. Era un trato justo, por lo cual Longiness tuvo que esperar.

Así pasó el tiempo. Todo el tiempo contenido en el reloj y medido por él, sin que yo lo tuviera. Hay personas que saben lo mucho que lo deseé. Inclusive las últimas 8760 horas no tuve reloj con qué medirlas debido a que el reloj que utilizaba en aquel entonces pasó a mejor vida en un accidente de motocicleta. Pasó el tiempo.

Es importante hacer la distinción en este momento acerca de mi acceso a otros relojes. Mi padre me ha regalado dos relojes pero los dos son muy buenos, demasiado; uno de ellos, inclusive, resulta demasiado ostentoso y mi mano corre el riesgo de ser separada de mí en un intento de atraco. El otro no resulta ser un reloj para toda ocasión, en realidad ninguno de los dos; más bien son relojes de fiestas familiares o de bodas. El Longiness tenía buenos elementos para hacerse desear.

Ayer me desperté decidido a poner fin a esa larga espera. Una espera que yo mismo me había impuesto dado que no era mi realidad comprarme el reloj, ya que podría haberme endeudado pero sufriría para pagarlo o me hubiera quedado muy justo. Ayer ya era otro tiempo y otra realidad. Ayer me fui decidido, con el paso del segundero en cada pierna y entré a la sección de relojería de Palacio de Hierro. Vi el Longiness. Ahí estaba, como siempre, tan delgado y a la vez tan bonito. Sin embargo esta vez ya no me mataba por dentro como antes.

- Déjame ver otros, antes… -respondí a mis padres que me acompañaban en mi misión.

Me paseé por entre los estantes y de pronto lo vi. Era el reloj adecuado para estos tiempos y su segundero es más parecido a mis medidas que el del Longiness. De hecho este tenía otro nombre, es un Raymond Weil y su precio era un poco más elevado que el extra-delgado venido a menos. Tanto tiempo deseándolo y ahora ya no lo quería…Había sido un capricho.

Al final decidí empeñar mi tarjeta de crédito y llevarme este trágicamente bello verdugo de minutos que cuelga de mi muñeca. El Longiness ahí quedó, a la espera de crear otros deseos en otras personas; se quedó en su estante junto con algunos recuerdos míos que le endosé sin que se dieran cuenta las dependientes del lugar. Aquel que se compre ese reloj sin duda se llevará, además de un limitante en su tiempo, unos recuerdos que nunca le pertenecieron y que seguramente le arrullarán por las noches así como a mí me provocaron insomnio.


Vasos de Roma y Ginebra
12 noviembre 2006
VARGAS GÓMEZ

8.11.06

Madre

Resulta interesante que los cuestionamientos se le dirijan a la Madre. Es verdaderamente conmovedor imaginar la escena de un pequeño de ocho años cuestionando a su madre sobre el amor y sobre la guerra; resulta aún más conmovedor la imagen del mismo niño (o de otro) con diecinueve años encima y preguntándole a su madre si esa mujer es la correcta para él…

Una madre que desea que su hijo crezca pero siempre con una parte dentro de ella. Alejado de todo categórico moral, en verdad resulta conmovedor; sea la Madre del hogar o la Madre cultural, no dejará de ser madre que resiente la ausencia del padre (aunque haya ido a trabajar o beber whiskey) y que desea ver a su “pequeño fruto” (cual flor de otoño) crecer siempre a su lado. Pero manteniendo distancias.

Y es que, después de todo ¿qué respuesta podría dar esa Madre? Suponiendo que fuera una Madre arquetípica, su respuesta siempre sería un bálsamo para la ansiedad malograda y no entendida del hijo ¿Qué otra respuesta podría otorgar que no fuera un lugar común en el cual refulge por su ausencia la preocupación del futuro, en tanto el ala de la Madre permanezca ahí para proteger a su polluelo, que quiere crecer pero no sabe cómo?

Después de todo, esa es la idea de la Madre. Aunque, cómo dirían por ahí, “hay de madres a madres”. Están esas a las cuales se les entregan abrazos de oso y devuelven besos de mariposa o que se vuelven cómplices silenciosos de las travesuras imaginativas del niño…pero también están otras que prometen alejar todo lo sucio que pretenda mancillar a su hijo o que quiera depositar concientemente todos sus miedos en él -aunque lo hagan todas al cantar sus canciones de cuna.

Mother, do you think she's good enough
For me?
Mother, do you think she's dangerous
To me?
Mother will she tear your little boy apart?
Mother, will she break my heart?

Mother, did it need to be so high?
VARGAS GÓMEZ

6.11.06

Informe #1

Entre tinteros entubados y papeles amontonados me encuentro.

Ni siquiera el humo del cigarro me acompaña para nublar la vista de mi diario encierro.

Me desespero.

Me aturde el paso del tiempo.

He botado el reloj en la última esquina, decidido a no sentirme esclavizado también por mí.

Volteo. El ramillete ha sido deshojado por completo.

Me queda la opción de esperar o pedir a ser esperado.

El invierno está en ciernes y en un abrir y cerrar de ojos la primavera llegará

y no sé bien todavía si llegará entonces a ayudarme a cortar otro ramillete.

Cuando busco el verano en un sueño vacío
VARGAS GÓMEZ

5.11.06

No te amo

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio o flecha de claveles que propagan el fuego: te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma.
Te amo como la planta que no florece y lleva dentro de sí, escondida. La luz de aquellas flores, y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo el apretado aroma que ascendió de la tierra.


Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde, te amo directamente sin problemas ni orgullo: así te amo porque no sé amar de otra manera, sino así de este modo en que soy ni eres, tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía, tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.

Pablo Neruda

30.10.06

EL MONJE Y EL RUISEÑOR

En un templo lejano, allá en medio de Siam, vivió el monje más sabio de todos. Su nombre era Đâm Ra Yêu y a lo largo de toda Asia se pregonaban sus enseñanzas e inclusive un viajero europeo llegó a transcribir algunas de ellas en un libro que hasta la fecha se tacha de mágico y no se le ha sabido otorgar su validez correspondiente.

Durante largas jornadas, Đâm Ra Yêu se entregaba a meditaciones sobre el espacio del ser, su trascendencia, las flores, el aire, el sol, el alma, el dolor y demás cosas hermosas que rodean nuestro mundo y también el de él. El monasterio donde vivía se encontraba enclavado en medio de la selva y no tenían que salir de ahí puesto que cultivaban sus hortalizas y tenían todo lo que su cuerpo podía necesitar, por lo cual se entregaban sin problema alguno a la meditación. Sin preocupaciones materiales como la inflación, el ahorro o las inversiones, Đâm Ra Yêu y sus discípulos descubrían formas de interpretarse a sí mismos y maneras de coexistir armoniosamente con su entorno.

Đâm Ra Yêu disfrutaba enormemente vivir en el monasterio y tenía muchas buenas razones para hacerlo: tenía paz, alimento, discípulos entregados y amables pero lo mejor de todo, lo que Đâm Ra Yêu más adoraba era el amanecer que se colaba por su celda. Lo amaba de una manera tan grande puesto que un pequeño ruiseñor se paraba todos los días a cantar bellas melodías de amor al pie de su ventana. Đâm Ra Yêu se quedaba entonces inmóvil y un remolino lo azotaba en su estómago subiendo rápidamente a su pecho y después a su garganta, casi cerrándola, llegando al final a los ojos que se derramaban en felicidad y amor irrestricto. Đâm Ra Yêu amaba con toda su alma al ruiseñor y su canto.

El ruiseñor, como los de su especie, tenía un estilo elegante y unos colores brillantes y seductores, sin embargo, éste poseía un halo especial capaz de cautivar al más serio e intratable de los hombres. Era bellísimo, sus ojos tenían un poder especial y su canto…su canto era una melodía divina que Đâm Ra Yêu juraba era enviada por los dioses para demostrar el amor que sentían por los hombres. Sin duda el ruiseñor tendría que haber sido enviado por los dioses y eso lo hacía aún más especial.

Pasaban los meses y Đâm Ra Yêu caía en una enfermedad que no lo dejaba meditar y menos concentrarse en la enseñanza a sus discípulos; su comida la había reducido a lo indispensable para sobrevivir y sentía todo el tiempo una presión enorme en el centro del pecho que sólo se aliviaba por las mañanas al cantar del ruiseñor. Đâm Ra Yêu estaba perdidamente enamorado del ruiseñor, lo deseaba con tanta fuerza que apenas e imaginaba su existencia actual y posterior sin él.

Un día Đâm Ra Yêu no pudo más y como sucede con los enamorados que caen presa de la duda, desesperación y la sinrazón del corazón –puesto que el corazón tiene razones que la razón no entiende– decidió que no podía pasar otra noche más sin el ruiseñor, cuando las estrellas tan bellas son tan lejanas y la oscuridad nos atrapa y nos refleja en la luna. Tomó una sabana y la puso encima de la ventana sostenida por una rama a la cual había atado un cordel que amarró a su mano.

La mañana siguiente el ruiseñor llegó como todos los días presuroso a cantarle a Đâm Ra Yêu, esta vez con una nueva melodía que acababa de aprender muy cerca del mar. Se posó en la ventana y comenzó a entonar la canción más hermosa que Đâm Ra Yêu hubiera escuchado jamás y con esa pasión también jaló del cordel haciendo que la sábana cayera encima del ruiseñor cortando el canto en un chillido estridente de desesperación. Đâm Ra Yêu se levantó inmediatamente y tomó con tal fuerza la sábana que al hacerlo apretó demasiado al ruiseñor haciendo que el chillido fuera aún más fuerte y doloroso, a lo cual Đâm Ra Yêu soltó la sábana temiendo lo peor. Al caer la sábana el ruiseñor quedó a la vista, mirando a Đâm Ra Yêu con ojos de terror y echó al vuelo, primero tropezando por su ala lastimada para después empezar a revolotear por toda la celda hasta que, por fin, encontró la ventana y salió volando con altibajos. Đâm Ra Yêu estaba pasmado, no podía creer lo que había hecho. No podía mover un músculo de su cuerpo. La puerta se abrió inmediatamente y entraron dos discípulos suyos que encontraron a Đâm Ra Yêu tirado en cuclillas en el suelo de su celda llorando desgarradoramente.

Las semanas pasaron y Đâm Ra Yêu no encontraba consuelo para su corazón. El sólo hecho de recordar el incidente y saber que había herido a lo que más amaba en este mundo lo destrozaban. Sus discípulos se encontraban muy preocupados por su salud ya que tenía días sin probar bocado alguno y ni siquiera salía de su celda para hacer las obligaciones del monasterio. Tuvo que ser por fuerza del más allegado de sus discípulos, Mối Tình, quién se encerró con su maestro en la celda durante dos días enteros para que al tercero salieran juntos, sosegando así el ansia que se apoderaba de todo el monasterio.

Conforme pasaban los días Đâm Ra Yêu iba retomando la actividad que hubiera postergado por tanto tiempo, sin embargo, no dejaba de ver el cielo esperando ver al ruiseñor cruzar el aire o, por las mañanas, despertar llorando por no escuchar más que el sonido del viento húmedo colándose a través de su ventana.

Đâm Ra Yêu perdió toda esperanza de volver a ver al ruiseñor y su lamento se vio reflejado en sus enseñanzas, una de ellas muy famosa y recopilada por aquel viajero europeo. Así pasaron dos meses hasta que un día Đâm Ra Yêu no salió de su celda. Los discípulos, preocupados por su maestro, entraron con sigilo a su habitación y ahí descubrieron a Đâm Ra Yêu sentado en el suelo en medio de la habitación observando la ventana y ahí, justo en el marco de la ventana se encontraba el ruiseñor. Su canción era una canción de dolor y al mismo tiempo de perdón y de amor. Era una melodía tan hermosa y la escena tan bella que los discípulos se congelaron en la entrada de la celda. El ruiseñor había regresado con el ala recuperada y por todo el amor que le profesaba a Đâm Ra Yêu. Pasado un momento tan largo como breve es el amor, Mối Tình se acercó a gatas a su maestro y le susurró con mucho cuidado al oído:

- Maestro, ¿desea que entre todos atrapemos esta vez al ruiseñor?

Đâm Ra Yêu, se volteó con toda paciencia a Môi Tình mirándolo con ojos entrecerrados y acuosos:

- No, Môi Tình, no lo hagan, es una orden.

- Pero, maestro, lo podemos hacer esta vez –replicó Môi Tình con un poco de impaciencia.

- ¡No! –elevó la voz Đâm Ra Yêu tomando del antebrazo a Môi Tình– Sé bien ahora que prefiero tenerlo así, cantándome por amor y con libertad a aprisionarlo en una jaula y perderlo o no escucharlo nunca más.

Acto seguido Đâm Ra Yêu se volteó hacia la ventana a ver al ruiseñor que le hablaba y cantaba con un amor infinito en los ojos y él le lanzaba todo el amor con los besos de su corazón.

En la ciudad del ombligo de la luna,

20 octubre 2006

VARGAS GÓMEZ

29.10.06

Confesiones de un desdichado

Hay algo que está haciendo mal. Definitivamente tiene que estar mal puesto que han sido varios los fracasos del corazón –afirma-, no sabe cuántos o tal vez si sepa, pero no le ayuda nada contarlos con esa mano.

Cada una de ellas fue tan distinta una de otra, comenzando por el Gran fracaso, ella la del sexenio perdido, pasando por otras cuantas que le han dejado varios moños y pequeñas arrugas que juntas le forman un zarpazo hondo y acomodado.

Pensó que esta última vez sería diferente: tantas casualidades, tantas coincidencias, tanta belleza y tanta distancia…Jura con el alma en un ramillete de girasoles que, hasta el momento, de todas ellas parece ser la mejor persona y la carta más fuerte, sin embargo algo sucede, como si una nube negra le persiguiera por ahí tirando rayos y chubascos en su camino compartido por él y ella.

- ¿Qué haré mal? –se pregunta.

Ha llegado a pensar que es él quién comete el error puesto que es él quién permanece al final, no obstante puede ser que su error sea sólo el haber elegido mal, no tanto una acción suya; algo que haya hecho o dejado de hacer.

Puede ser.

Yo sé que le duele, eso es indudable, le observo mientras cabizbajo bebe un sorbo de café. “Sin embargo esta vez el dolor es especial”,me dice. Me jura que es diferente. Esta vez afirma que duele con aroma de amor y sabor a derrota. Antes le supo a traición, estupidez o inmadurez. Esta vez a derrota por no tener los medios para girar la situación y salir victoriosos.

Y es que ella con sus palabras esquivas, sus cartas secas –áridas como un matraz de secundaria-, sus gestos neutrales le matan…

Y pensar que no ha hecho otra cosa que esperarla. Pensar que le duele. Pensar que su cuarto tiene cosas de ella y que tiene un viaje reservado a Bora Bora.

No puedo hacer otra cosa más que terminar mi café, pagar la cuenta y ofrecerle mi más sincero entendimiento y comprensión, más de lo que se imagina; después de todo quedé de verme con mi mujer para platicar y me cuente de su estancia en Sudamérica.

Con el demonio entre las venas

VARGAS GÓMEZ


24.10.06

24 octubre 2006

"no hay ser humano más miserable que aquel que vive en la indecisión"

WILLIAM JAMES


Hoy me siento satisfecho. No como ayer que no sólo me sentía muy cansado, también me dio al final una arritmia espiritual y casi muero de un corazón ajetreado –larga historia.

Así pues hoy se arregló bastante y mucho, todo. Me siento satisfecho conmigo, con mi futuro laboral a corto plazo, hoy cumplo, hoy me dieron mi tarjeta de crédito (por fin aprobaron la maldita esta, no saben lo que me costó, a diferencia de la anterior) y entregué un proyecto en la oficina que tenía muy bien escondido y que terminó por encantar a mis jefes de una manera muy notable.

A continuación les pongo un video muy bueno, es sobre uno de los grandes berrinches que he logrado ver: disfrútenlo tanto como yo.

Ciao (disculparán mi elegancia al dirigirme a ustedes pero es que estoy MUY PINCHE FELIZ).


p.d. que cierto es el aforismo de William y que doloroso resulta, más cuando el corazón estuvo de por medio...

23.10.06

CONDESA II

Acabo de regresar del concierto de Robbie Williams, después les contaré sobre ello y sobre los motivos de mi ausencia estos días, pero ha sido una jornada extenuante en verdad. Prosigo, a continuación, con la publicación de la segunda parte de CONDESA, que estaba en otra servilleta escrita el mismo día que la anterior en el mismo lugar hace ya tanto, tanto, pero tanto tiempo en mi corazón, cuerpo y vida. Au revoir y que lo disfruten:

El problema es que no he querido vivir mi vida. Me he resistido a vivirla por temor a perderte.

No es que por el hecho de vivir te pierda, pero me aterra pensar que tan sólo tú no lo entendieras o te dieras por vencida.

Acto tan tuyo el bajar los brazos, flor de otoño, abandonando tus deseos al frío aire que te empuja. Así te amo y ahora te amo.

Es por ti que lo he dejado de hacer. Y las estrellas me recriminan y el viento me aúlla. Y tú no das muestras de vida, de interés. De vida que de nuevamente vida a la mía.

Hoy que sería nuestro día no estás. Decidiste enterrarte con tus raíces ¿Mañana será nuestro nuevo día? No lo sé. Tampoco sé si lo pueda soportar.

Mi corazón libra una batalla brutal: entre seguir adorándote o enterrarte por siempre ya.


Condesa II o el Quimia Café

02 julio 2005

VARGAS GÓMEZ

20.10.06

CONDESA

Haciendo limpieza en mi cuarto encontré muchas cosas que yo había olvidado. Entre jeroglíficos, glifos y parafinas me encontré algunos textos que el tiempo mismo había olvidado -excepto la hoja de papel siempre tan fiel-. Así, después de una exhaustiva revisión y de deshacerme de algunos que no valían la pena, me quedé con unos valiosos por su forma y fondo; un cuento, varios relatos y dos poemas. Procedo a publicar el siguiente, titulado "Condesa" y que fue escrito hace ya más de un año, cuando la tierra aún era plana y yo un proceso de crecimiento. Mi vida y mi corazón definitivamente no son nada parecidos a aquel entonces...

CONDESA

¿Por qué no hablaste?

¿Por qué te escondiste?

¿Por qué mentiste?

Si supieras que desde el inicio supe tu mentira, cuando la escondías detrás de ese tono tierno y mirada decidida.

Quisiera poder tenerte junto a mí por siempre. Quisiera, a veces, tener la fuerza suficiente para poder olvidarte. Para desear jamás haberte conocido…

Condesa

02 julio 2005

VARGAS GÓMEZ

17.10.06

Girasol

Puedes estar segura que

nunca dejaré de creer en los girasoles.

Un girasol que vive de la vista

del sol y que se apropia de su nombre

para formar el suyo propio.

Ese girasol que, amargo y tosco por fuera

esconde vida y amor desde la raíz

hasta su pétalo más alto, girando

en torno al sol.

Puedes estar segura, mi amor, que

jamás dejaré de creer en los girasoles

y su ejemplo de fortaleza en el amor.

El girasol que abre sus ojos

para ver a su amor y lo sigue

a lo largo del camino, reflejando en su vida

el amor que le profesa.

Así, te digo que abras los ojos.

Así te digo que amo a los girasoles y

que no sólo dejaré de creer en ellos,

también de admirarlos en su forma, nombre y

su inquebrantable giro en torno al amor.

Y es que nunca puedes detener a un girasol

a menos que lo arranques y,

aún así, morirá

cerrando los ojos viendo al sol.


16 octubre 2006

VARGAS GÓMEZ

12.10.06

Con ganas de escribir

Mi mente no encuentra un cauce sobre el cual depositar las ansias de escribir. El deseo proviene no tanto de ella, más bien de algo que está muy cerca del corazón –no sé cómo se llama y no me he tomado el atrevimiento de ponerle nombre.

Y el no poder escribir cuando tengo tantas ganas de hacerlo me resulta mortificante. Desearía poder escribir un cuento que tratara sobre el estómago de un gigante y la vida que acontece dentro de él, muy parecida a la nuestra y con nombres extrañamente parecidos a los nuestros. Me gustaría, también, poder escribir un poema que hablara del amor que siento por una mujer que sabe a miel de abeja y lo liviana que se vuelve mi existencia con el sólo hecho de pensar en ella; escribir sobre ese mismo amor que vive dentro de mí pero que espera en la distancia geográfica por una promesa de volver. Es un amor que sangra, desea y desespera a veces por el tiempo del corazón.

Y trato y no se me ocurre nada. Aquí no es necesario hablar de musas puesto que las tengo muy presentes y permanentes, aquí no se trata de influencias externas para que la inspiración –esa mala mujer…- acuda a mí. En realidad parece ser que los días laborales, los papeles del escritorio, los reportes de regalías, los informes detalladísimos, las llamadas petitorias, los jefes infatigables, las obligaciones impostergables, la oficina “enclosetada” de al lado, la sirena de ambulancia, los sucesos siempre urgentes y los problemas olvidados vienen a mellar en mis ideas y mis nocturnos intentos por escribir.

Podría ser un cuento de miedo que ocurra en medio de algún bosque perdido de Alaska y en el cual un monstruo que vive dentro de los mismos nativos se dedique a matar por amor, sin embargo algo dentro de mí me impide concentrar mis ideas en ello. En un intento desesperado podría escribir acerca de la política nacional aunque creo que eso afectaría aún más a eso que está al lado del corazón.

Tengo tantas ganas de escribir que me sucede que no dejo de pensar en ella y me dan ganas de tirar la pluma y echarme a volar.


En chanca de Ayacucho: Hamullay

04 OCTUBRE 2006

VARGAS GÓMEZ

8.10.06

The song of the entwives

Bajo la bóveda de las hojas dormidas se despliegan los sueños de los árboles. Cuando las salas del bosque son verdes y frescas y el viento sopla del oeste, regresa a mí. Regresa a mí y di que mi tierra es la mejor.

.JRRT.
VARGAS GÓMEZ
(en una pausa dentro del latido)

6.10.06

NUBE NEGRA

Cuando busco el verano en un sueño vacío,
Cuando te quema el frío si me coges la mano,
Cuando la luz cansada tiene sombras de ayer,
Cuando el amanecer es otra noche helada,
Cuando juego mi muerte al verso que no escribo,
Cuando sólo recibo noticias de la muerte,
Cuando corta la espada de lo que ya no existe,
Cuando deshojo el triste racimo de la nada.

Sólo puedo pedirte que me esperes
Al otro lado de la nube negra,
Allá donde no quedan mercaderes
Que venden soledades de ginebra.
Al otro lado de los pagones,
Al otro lado de la luna en quiebra,
Allá donde se escriben las canciones
Con humo blanco de la nube negra.

Cuando siento piedad por sentir lo que siento,
Cuando no sopla el viento en ninguna ciudad,
Cuando ya no se ama ni lo que se celebra,
Cuando la nube negra se acomoda en mi cama,
Cuando despierto y voto por el miedo de hoy,
Cuando soy lo que soy en un espejo roto,
Cuando cierro la casa porque me siento herido,
Cuando es tiempo perdido preguntarme qué pasa.

Sólo puedo pedirte que me esperes
Al otro lado de la nube negra,
Allá donde no quedan mercaderes
Que venden soledades de ginebra.

Al otro lado de los pagones,
Al otro lado de la luna en quiebra,
Allá donde se escriben las canciones
Con humo blanco de la nube negra.

JS

Por qué es algo así, desde que el condenado cofre encontró parangón...

Actriz II

(y regreso a lo mismo, maldita mi suerte)

El día nos depara tanto misterios como encrucijadas. Al final del día es muy probable que terminemos con un amigo o conocido menos y con varios conocidos de más. Al final del día puede ser que le hagamos daño a alguien que nos quiere o que queremos solamente por orgullo –maldito orgullo.

Puede ser. Al final del día aquello que hacemos de mala manera pretendiendo dar a entender algo se puede interpretar de otra forma. Al final del día aquellas personas que no besamos en la frente puede ser que hayamos tenido nuestra última oportunidad de hacerlo…

(y también mi corazón sacado de su estuche).

me lleva la mierda
y pensar que el día pintaba chistoso

5.10.06

Actriz

Iba entrando a la oficina, dispuesto a apretar el botón del ascensor cuando escucho en la entrada de la oficina de enfrente –qué es una Notaría muy pulenta:

- Oye –se notaba un acento popular– la mujer de actor ¿como se dice?

He de aceptar que me sorprendí, puesto que no imaginaba a un hombre llamándose “Actor” y la sola imagen de este hombre me provocaba una mezcla de terror con risa al pensar en la mujer de éste.
- ¿Actora?

No pude menos que silbar y sonreír a mis adentros. Pensar en la imagen de la mujer del actor y no en el femenino me hizo vibrar al imaginar como sería el resto del día. ¿Cómo será, ahora?

4.10.06

El amor, el tiempo, la ceguera y la sal

“por que la espera no les haga vernos como estatuas de sal”
LBVG


Se amaban como si los dioses lo hubiesen deseado así. Se deseaban cada día con mayor ahínco y se deshojaban todas las noches para dejarse crecer por las mañanas a la tibia luz del sol. Así se creían felices y vivían con esa idea hasta que llegó la guerra a tierras lejanas y por pactos que sólo los que gobiernan entienden y ordenan, sin importar las vidas de los inocentes, él se vio forzado a ir a pelear al frente.

Esa noche ella lloró como nunca antes lo había hecho. Desconsolada se derrumbó en la penumbra del hombro de su amado tratando de encontrar un resquicio en el cual ella pudiera esconderse y acompañarlo adonde fuera. Él le juró que regresaría. Ella le creyó y más le dolía hacerlo porque le asaltaba una incertidumbre despiadada y demente.

Llegó el día de partida y todo el pueblo fue a la orilla del mar a despedirlo ya que era costumbre del lugar y además eran tan pocos que resentían la salida de uno sólo de ellos. Ella se aferraba del puente de abordaje y le gritaba que lo amaba y que ahí estaría todos los días esperando su regreso para que fuera la primera persona que viera al regresar. Él, a su vez, se volteó mandándole un beso que prometía ser eterno.

- Te mandaré una postal de San Pol, cuídate mi amor.

Así se fue. Pasaron los días y ella cumplió su promesa. Todos los días al alba iba a pararse a la orilla del muelle para ver si a lo lejos divisaba el barco. Ahí comía y permanecía en guardia hasta muy pasado el mediodía, cuando el cielo comienza a teñirse de naranja con amarillo. Al principio las noticias eran semanales, dónde él le contaba de los horrores del frente y de la matanza entre hermanos; sus cartas a veces olían a sangre seca y sudor y ella las guardaba todas debajo del colchón. Poco a poco las cartas comenzaron a ser quincenales y después mensuales. Sin embargo ella no perdía la esperanza y se ponía todos los domingos el mismo vestido de gala para recibirlo con los honores de un amor en agonía.

Un año se fue y el siguiente también, disuelto con las burbujas de sal que quedan en la arena cuando las olas se van. La guerra se encontraba en un punto decisivo y la gente de ambos bandos clamaba por la paz; los campos se encontraban destruidos y los antes florecientes comercios portuarios agonizaban por las restricciones militares que presumían de cuidar el comercio cuando en realidad acaparaban el control de las mercancías. Decían que era por el bien de la nación y que ahora más que nunca los recursos eran necesarios, que si uno amaba su bandera y su patria bien podía sacrificar parte de sus ganancias por un bien general posterior. La gente no tuvo más que aguantar y esperar por el final del conflicto.

Ella comenzó a desesperar. Tenía tiempo de no saber de él, ya no sabía cuánto exactamente porque el tiempo le había dejado de resultar lógico y servicial. El tiempo se ha hecho para contar nuestros pasos por el mundo antes de que nos asalte la muerte en un intento por presumir a nosotros mismos nuestros logros, no para las cosas del amor. El amor tiene su propio tiempo, que es el del corazón.

En realidad lo que la mataba era la incertidumbre de no saber de su existencia, de no poder poner fin a su agonía. De depender de la respuesta del otro y sufrir el más grande de los dolores en el mundo: el que causa la duda en el corazón. Cada día que pasaba el muelle parecía abordarla y el mar dejaba de sonar y oler extraño. La sal le causaba pliegues en la cara como si le hubieran almidonado los labios y las mejillas. Cada día era más difícil que el anterior al momento de llegar la partida, sus pies parecían no responderle y sus ojos se volvían acuosos como el destino de su mirada. La guerra hacía tiempo que había terminado y los soldados que no habían muerto o emparentado en aquellas tierras viejas y lejanas habían vuelto ya a sus casas, para encontrar viejos, nuevos y uno que otro fantasma desaparecido.

Él, por su parte, seguía peleando. El campo en el que se encontraba combatiendo estaba a mitad de camino del principado andorrano y Perpignan. Era un campo yermo, desolado después de la guerra. Los campesinos apenas regresaban a sus tierras y ninguno se había topado todavía con él. Armado con su bayoneta se mantenía golpeando el aire con los ojos entrecerrados distinguiendo apenas una sombra –su sombra– que lo perseguía y no daba cuartel. El tiempo tampoco había pasado para él y le asombraba el no escuchar más gritos a su alrededor. Juraba que todos habían muerto ya y no podía dejar de combatir con éste último enemigo que no lo había dejado en paz y esperaba la menor oportunidad de acabarlo en cuanto bajara las armas. Esa noche abrió los ojos, cansado y se tiró de rodillas al suelo, blandiendo los brazos y gritando por su muerte inmediata. Silencio. El silencio fue atroz. Abrió los ojos por fin, con mucho trabajo, descubriendo que no había nada y que la figura se proyectaba aún más grande por ser la luna quién estaba a sus espaldas. Se quedó atónito unos minutos preguntándose que había sucedido. No podía aceptar que había estado peleando contra su propia sombra por lo que la idea se clausuraba inmediatamente en su cabeza.

Volteó a todos lados y descubrió un campo destrozado, con algunas cruces a lo lejos rodeadas de promontorios. Se paró, tomó su bayoneta y se dirigió al puerto. En el puerto todo mundo se asombraba de verlo, ya que una persona en su estado era visible hasta para el más distraído de los caminantes. Su larga barba, sus uñas descarnadas y largas, su piel tostada y cortada y su uniforme harapiento le daban una imagen espectral, la del soldado muerto que camina entre los vivos para recordarles por quién peleó.

Una vez en el barco, de regreso a su hogar, pensaba en lo que le esperaba. Se había arreglado para su regreso triunfal y recordó que ella le esperaba. Se preguntó cuánto tiempo había pasado y cuando le dijeron que habían sido cuatro años desde su partida se sorprendió. “Cómo pasa el tiempo”, pensó y acto seguido se dirigió a la proa a observar los surcos de olas en el mar.

Cuando llegó no se encontró con un regreso triunfal. Había temporal y apenas un pescador que amarraba su bote lo alcanzó a saludar después de que él se presentó. Ella no estaba. El muelle seguía siendo el mismo de hacía cuatro años excepto por esa extraña, carcomida y quizá en otros tiempos hermosa estatua a la orilla del muelle. “Que raro lugar para poner una estatua” –pensó- “en cualquier momento llega un vendaval y la tira con todo y muelle. Es extraño que no lo haya hecho ya”.

Se dirigió al pueblo y después de encontrarse con su familia salió a la casa de ella, para ver si la encontraba. Nadie respondió. “Habrá ido a la iglesia o a hacer un mandado”, pensó, y no le pareció extraño que nadie más respondiera puesto que sus padres habían muerto tiempo atrás, dejándola sola en ese pueblo a orillas del mar.

Buscó por todo el pueblo y no la encontró. Los que le podían dar referencias, después de reconocerlo tras una ardua examinación, le decían que seguramente estaba en el muelle, que no había hecho otra cosa desde que él partió.

Se dirigió al muelle y no encontró a nadie. Todo mundo se había guardado por el mal tiempo y se desesperó por no saber de ella. Le recriminaba el no haberlo esperado tal y cómo había prometido. Se dirigió a su casa a dormir, tratando de ordenar sus ideas y su corazón.

Al día siguiente tampoco la encontró. Los que lo veían se asombraban de que ella hubiera desaparecido, algunos le decían que apenas ayer la habían visto caminando por la plaza mayor. En su desesperación y orgullo fue a sentarse al muelle, justo al lado de la estatua que permanecía erguida, mohosa y salubre viendo hacia el mar. Ahí se echó a llorar. Lloraba su partida, lloraba lo que había visto y luchado allende al mar. Lloraba por que le recriminaba a ella el hecho de que no supiera lo que él la sufrió.

- ¡Si supieras lo que me dolió! Si tan sólo supieras los momentos que te lloré y que me hiciste falta, siendo tú el único motivo por el que me mantuve al pie del cañón –gritaba entre sollozos viendo al mar-. ¿por qué no me esperaste tal y cómo prometiste? ¿por qué tuviste que cambiar de parecer? ¿por qué me dejaste de amar, comenzando a pensar sólo en ti y no en los dos?

Sin embargo, si él hubiera volteado en ese momento, en vez de seguir gritando al mar, hubiera visto el extraño parecido que la estatua guardaba con ella. Y quizá, si su orgullo y corazón se lo hubiesen permitido podría haberse dado cuenta que la estatua lloraba y que respiraba y que se apretaba los dedos viendo hacia el mar. Si en vez de voltearse y pararse para irse a la gran ciudad se hubiera detenido y se hubiera fijado una vez más en ella, se habría dado cuenta que su sombra contorneada por la sal le tapaba las zapatillas que le había regalado cuatro años atrás…

En la ciudad de los palacios,

México, D.F.

02 octubre 2006

VARGAS GÓMEZ