11.7.05

N A R C H

What can I say? Sing, sing, sing, diría Travis. La sucesión de los eventos del fin de semana se agolpan en mi mente de una forma tal que por un momento no se que ocurrió ayer y que sucedió anteayer.
El viernes parecía ser un día como cualquier otro; es más, parecía ser un día mucho más tranquilo y soso de lo que hubiera querido y esperado. Recuerdo bien que salí de mi oficina tarde, serían las 8:40 más o menos. Salí con rumbo a Il Café Fiorentino. Tenía una cita con Collantes y Ramón para ver el partido de nuestra insigne selección nacional contra la selección de Sudáfrica. Arribé al Fiorentino –cuyo propietario no es otro que Rubén– y descubrí con sorpresa que en vez de café, todos los de la mesa tenían una cerveza enfrente. Bueno, pues. Pedí mi cerveza. Platicamos. Vi el partido. Soso. México falló tantas veces frente al arco como Fox tratando de procrear hijos. Medio tiempo.
Me fui con Collantes a comer algo. Me moría de hambre. Cabe resaltar –ahora que el relato lo permite y el ritmo no se ha acrecentado como lo hizo más adelante y para que puedan entender el porque del título– que Collantes me dice, al igual que Ramón, Varch. ¿Por qué? Parece ser que Collantes sufre de desidia crónica y tiende a desarrollar su expresión verbal, denominada huevitis lingüística. El caso es que tanto Collantes como Ramón (Bacho) me llaman de esa forma. Jajaja. Nadie más. Aclarado el punto prosigamos con el recuerdo.
Llegamos a los Tacos Chelo. Mi estómago reclamaba víctimas y lo aplaqué con tres órdenes de tacos al pastor. Después unos buenos rábanos, limoncito y el palillo de dientes –no vaya a ser que me queden restos en las encías– y emprendimos el regreso a Il Fiorentino. Eran las 10 de la noche.
Ese día había llegado desde Monterrey un buen cuate que tenía 4 años de no ver, Erick García Payán. Nuestra relación, por así llamarlo, se remonta a los viajes frecuentes que llegué a realizar con mi papá a Córdoba, Veracruz. Con el tiempo nos dejamos de ver, él se fue a estudiar la carrera a Monterrey y yo entré a la UIC a Comunicación. Cuatro años y un poco más sin verlo. Y ese día llegaba a México. No podía hacer otra cosa más que ir a saludarlo. El problema era que el iba con varios amigos suyos de Córdoba y, conociendo ese tipo de situaciones, decidí que tenía que ir acompañado. Collantes era el indicado a falta de novia, jajaja. Sin embargo no sabía aún lo que nos deparaba la noche y, con ella, los planes de Bacho para nuestras vidas… Mua ja ja…. Jajajajaja.
Partimos del Fiorentino alrededor de las 11:15 con la promesa explícita de que nos encontraríamos en el Altavista 154. Collantes y Yo partíamos rumbo a Coyoacán, al Mesón del buen tunar –donde departía Erick con sus cordobeses amigos– mientras que Bacho, Oscar y Gabo partían con rumbo lúgubre y tentador…
Llegamos a Coyoacán. Entre canciones y saltos encontramos lugar y llegamos al bar. Entramos. ¡Carajo, como pasa el tiempo! Ahí, frente a mí, tenía a un tipo que había dejado de ver hacía más o menos cuatro años y medio si no es que más. Lo había dejado de ver todo serio y reservado y ahora me encontraba a un tipo con sombrero, arete y actitud contestataria, rodeándose de gente contestataria. Carajo. Entramos Collantes, mi freses y Yo al bar. Jajaja. En eso estaba, tratando de acoplarme al ambiente cuando me encuentro a la última persona que me pensaría encontrar ahí, al heredero del ritmo Five y look Backstreet Boy... Valera. Jajaja, y además iba con sus tres primas que se veían más fresas y mamonas que Valera y Yo juntos jajaja.
Estuvimos ahí alrededor de una hora y cuarto. Al final ya éramos super cuates de los contestatarios esos. A mi, en lo personal, me dio gusto volver a ver a alguien que tenía años de no ver y saber que está bien y, lo que es más, que se vendrá a México a vivir. Partimos de Coyoacán con un poco de prisa con rumbo al Altavista 154…partíamos con rumbo, sin que nosotros lo supiéramos, desconocido.
Llegamos al Altavista 154. Eran alrededor de las 2 am cuando llegamos. No había nadie de la fiesta de Collantes. Los que quedaban en el lugar ya estaban alcoholizados o se disponían a irse. Llamamos a Ramón para avisarle del fracaso. No sabíamos que Ramón ya tenía otros planes para nosotros. Llegó en un minuto exactamente. Nos dijo que los demás se habían quedado de dónde él venia ¿de dónde venía, se preguntarán? Dejémoslo que de una fiesta algo censurada y no de muy buen ver para las personas reservadas y que se jacten de tener una moral alta. Y nosotros terminamos ahí. Yo iba con la idea de estar máximo 30 minutos. Ja.
Debí de haber sabido desde un inicio que algo estaba mal. Debí de haberme percatado del cambio en el olor azufroso en el aire o las extrañas danzas acompañadas de buitres que perpetraban en las esquinas de las calles…Debí de habérmelo figurado cuando vi a un perro de tres cabezas custodiando la entrada del recinto. De la fiesta. Pero, como digo en “De dioses en la tierra del olvido”, los dioses (o los demonios) nos castigan a través de lo bueno y virtuoso que hay en nosotros.
Total que llegamos. Todo iba tranquilo, a gusto. Estamos en nuestro grupito (de puros hombres, cabe resaltar) cuando de pronto lo sentí…Fue entonces cuando surgió el apodo de Narch. Luis Narch.
En verdad, jamás me había pasado algo así y eso que me han pasado muchas cosas jajaja. Sin embargo esta vez fue diferente y además me agarró desprevenido. Estaba platicando sobre el amor (jajaja, vaya situación para platicar del amor) cuando en eso uno de mis glúteos es apretado de una manera un cuanto tanto lujuriosa. Dios mío. Me volteé inmediatamente para encontrarme con una mujer de 23 años, muuuy guapa, que me veía con ojos de lujuria.
- ¡Perdón, es que las tienes muy paradas y quería ver si eran de verdad!
- ¿P-p-perdón? –exclamé totalmente desconcertado, no sabía si enojarme o reírme–
- Si, quería ver si no traías relleno o algo así -¡háganme el favor! Coño, ni que fuera ella– pero es que neta tienes mejores nalgas que yo…
- “Y eso ya es decir” –pensaba mientras atisbaba sus posaderas–
Me reí, le dije que si, que eran de verdad y me di vuelta -jaja, qué mamón-, para proseguir con la plática y olvidar el asunto, cuando de pronto siento dos manos y Collantes y Ramón botados de risa. Me volteo esta vez no tan desconcertado y no tan contento cuando veo que son dos. Pero no dos manos sino dos mujeres. Mi sorpresa fue mayúscula. Mis amigos y yo no sabíamos que pensar o decir. Yo estaba realmente anonadado –valga la expresión, jaja–. Vamos, se que tengo buenas pompas y que todo está en su posición, jajajajajaja, pero esto es el colmo. Viejas urgidas. Y lo más bizarro del asunto era que no estaban borrachas. Créanme, totalmente sobrias.

Vamos a ver, sinceramente ¿cuántos hubieran realmente sabido como reaccionar? Si tú eres lectora, probablemente no haya tanto problema, una mujer SIEMPRE podrá dar un buen bofetón y asunto arreglado, el tipo por más bestia terminará entendiendo. Un NO es un NO aquí y en Roma. Pero, ¿cómo hombre? No la vas a abofetear, seamos sinceros. Jaja, imagínense. La solución son las palabras…
Lo siguiente pasó tan rápido y fue tan confuso que no recuerdo bien. Yo trataba de encontrar una explicación al tiempo que escuchaba las risas de Collantes y Bacho mientras que una de las niñas me veía y la otra había desaparecido. En eso siento que mi pantalón se hace más grande y cual va siendo mi sorpresa que la mujer en cuestión estaba asomándose en mis calzones…Si, así como lo escuchan. Pues ya. No pude más. Le retiré las manos y me retiré al baño. No sabía que hacer. No le iba a pegar como si fuera un tipo (aunque si hubiera tenido novia sin duda ella se hubiera encargado de ello jajaja) y tampoco me había pasado (por lo menos no de esa forma, jaja, mas bien en la intimidad). En eso entra Collantes y con una risa exclama: “Ese mi Luis Nalgas, mi Luis Narch”… Lo demás fue una serie de sucesos confusos y alternados de los cuales Collantes trataba de dejar huella con su cámara. Yo, simplemente, emprendí la huida puesto que me caía de sueño. Ya eran las 5 am… Habíamos llegado a las 2:30.
El sábado fue el cumpleaños de mi prima Raquel. Ahí estuve de 3 pm hasta las 9 pm, que Bacho fue a rescatarme. Llegamos a Il Fiorentino y platicamos muy a gusto, él y yo con unos buenos cafés. Entre taza y taza nos dieron las 2 am. Rubén ya había cerrado el café y estabamos adentro de él Ramón, Rubén, Vero, Tackle, Pepe y Yo. Decidimos que teníamos hambre y yo recomendé una de mis taquerías preferidas –y a la cual acudo con bastante frecuencia–, El Negro. Llegamos, cenamos, platicamos y cada quien a dormir. Un sábado sumamente reparador y sin loquitas agarra-gluteos.
Hoy estuve con mis padres todo el día. Pagué mi tarjeta y la volví a recargar jajaja. Me compre dos nuevos dvd’s: La edición especial de The fight club y Carlito’s Way… Un fin de semana tremendamente resumido y…con una que otra loquita escapada por ahí.
Narch, Luis Narch. 10 julio 2005 jajaja
VARGAS GÓMEZ

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Luis Narch,
Baby Lindo, yo siempre he sabido que Diosito te dio unas NALGUITAS muy buenas, aparte de los ojasos BELLOS que tienes. Pero de verdad lo que te paso...esas mujeres estaban locas por tus nalguitas!!! Me ataque de risa!!! Y ese apodo que te dieron tus amigos, esta buenisimo!! Te quiero mucho! GMF