1.4.05

Apocalipsis

Apocalipsis
Dios lo acoja en su seno. Dios lo guarde y lo reciba con bien. Acabo de llegar a mi casa y la calle estaba cerrada –aquellos que no sepan vivo a 10 metros de la Nunciatura Apostólica–, bloqueada con patrullas y gente tratando de pasar, caminando, infructuosamente. “El Papa ha muerto”, supuse. Habemus Papa pensé casi con ironía, imaginándome el siguiente nombramiento. Me invadió un sobrecogimiento indescriptible, era una mezcla de tristeza con temor e inseguridad ¿Por qué? Es más que un líder espiritual; líder de la religión más numerosa del mundo que fallece en situaciones deplorables y en un contexto sumamente incierto. Dïa de oración y reflexión.

No haré énfasis en profecías o pronósticos. No es el caso. Simplemente a la situación: el fallecimiento del Papá en las épocas en que ocurre no es casualidad; en una época de reacomodo geo-político y económico. Cuando los jinetes del Apocalipsis se han desbocado y cabalgan a lo largo y ancho del mundo ¿Qué estará pasando dentro de la habitación, con los focos prendidos, de Juan Pablo II? Todavía no se ha declarado la muerte oficial, sin embargo no creo que sobreviva la noche. La noche lo recogerá y el día traerá miedos y ausencia. Indefensión. Indefensión en una época de guerras infames, hambruna, desastres ecológicos –como no se habían visto nunca antes, y no es exageración, en la historia de la humanidad desde la última glaciación–, enfermedades mortales que azotan al mundo. Estamos hundidos en la mierda y tal pareciera que no nos damos cuenta. La muerte del Papa no es más que una señal más de la indefensión frente a la cual se está quedando el mundo. Un mundo indefenso, desilusionado de las instituciones y que se está matando a sí mismo.

¿Estás muerto, Juan Pablo II?
Lo golpeará tres veces en la frente el Camarlengo.
¿Estás muerto, Juan Pablo II?
Es el ritual exigido por la Iglesia mediante el cuál se declara, de manera oficial, la muerte de un Papa.
¿Estás muerto, Juan Pablo II?
No contestó. Quizá mientras escribo estas líneas sucede esto, al mismo tiempo, en esa habitación de luces enfermizas prendidas. No contestó y se ha declarado muerto oficialmente. Le quitarán su anillo y el sello del Papa se destruirá. Sus habitaciones se sellarán y el Camarlengo tomará posesión interina. Nueve días durarán las exequias en su honor, de acuerdo al deseo expresado por el mismo Juan Pablo II.

Con Juan Pablo II muere no sólo un hombre. Muere no sólo un líder espiritual y político. Muere también un hombre que marcó época y transformó el puesto papal y la imagen de la Iglesia. Con Juan Pablo II muere ya, definitivamente, el siglo XX y las últimas añoranzas por el regreso de la esperanza.

Nos adentramos cada día más a una época mas cruenta. Más caníbal. No es época de viajes al extranjero –mucho menos si se trata de Estados Unidos o Europa Occidental–. No es época de gastar el dinero en artículos superfluos. No es época de tirar la comida y la bebida. Es época –y a quién no le quede claro es porque vive en un ensueño enajenante que, trágicamente, lo ahogará– de austeridad, incertidumbre, lucha continua y, sobre todo, de que surja el amor. Ese amor tan olvidado y preponderado por el maldito individualismo positivista y funcionalista. Ese amor que ha sido pisoteado entre divorcios, mentiras y engaños. Ese amor que es la única esperanza para nosotros, para ti y para mí, para la humanidad.

Recapacitemos sobre nuestra situación, nuestro contexto. No hablaré de profecías ni pronósticos, ya lo había dicho, eso es cuestión de cada uno de ustedes –aunque mi posición se encuentra muy definida al respecto– ¿Cuántos años tienes? ¿Cuántas veces has llorado por amor? ¿Cuántas veces has ofrecido disculpas y perdonado? ¿Qué tan conciente estás de tu situación, lo que viene en un futuro y de tu realidad? Tu verdadera realidad.
Es época de que nos unamos. Dios le de descanso a Juan Pablo II –él ya no sufrirá, el ya descansa–. Nosotros nos tenemos que unir y luchar, luchar por esos valores que poco a poco desaparecen y no son más que el reflejo de la mierda que respiramos en las noticias y el contexto mundial. Responsabilidad con tus actos y con el otro. Por esos valores que mueren, de cierta forma, en una habitación de la Plaza de San Pedro, de luces prendidas y enfermizas.
Un hombre que demostró una entereza y fe envidiables. Entereza y Fe, ya muy pocas veces vistas en este mundo. Esa entereza y Fe han mantenido a un hombre de 84 años más tiempo de lo que cualquiera hubiera esperado. Sorprendente.

Habemus Papa se escuchará en unas semanas entre humo blanco. Pero tú ¿hace cuánto que no dices lo que verdaderamente sientes e intentamos un cambio? ¡¿Por qué demonios nos damos por vencidos, siguiendo el maldito ejemplo de los padres?! Lo realmente importante y necesario es que escuchemos “Te amo” en vez de “Te odio”. “Te amo” en vez de “Te declaro la guerra”. “Te amo” en vez de “hasta aquí hemos llegado”. Esto último lo escribo con lágrimas en los ojos. Dios guarde a este mundo.

Hoy no pensaba escribir. No tenía mucho que decir. La situación cambia y cuando menos pensamos que sucederá algo, pasa. Es un buen día para decir, te amo.

P.D. Hoy no pensaba escribir, fue un día fatal. Verdaderamente catastrófico, hoy tampoco tengo trabajo.

En un día en que todo se desfaza y la esperanza decrece, 01 de abril de 2005.
Luis Benjamín Vargas Gómez

1 comentario:

Anónimo dijo...

QUE TE PUEDO DECIR, NO TE IMAGINAS LO TRISTE QUE ME SIENTO POR LO DEL PAPA, REALMENTE YO SI CRECÍ CON EL CON SU FILOSOFIA Y AUNQUE NO LO CREAS, EN VERDAD SE MUERE UN SER QUE NO SOLO AMO LA VIDA SINO AL SER HUMANO, QUE SI SE DEDICO A SER APOSTOL DE JESUS, ME DUELE COMO NO TE IMAGINAS LO UNICO QUE TE PIDO ES QUE JAMAS GUARDES REINCOR EN TU CORAZON, Y QUE SEPAS PERDONAR Y SOBRE TODO AMAR LA VIDA, DANDO GRACIAS A DIOS POR PERMITIRTE AMAR, UN DIAS MAS, A QUIEN NO INPORTA, CON EL SOLO HECHO DE DARLO, ESO TE HACE UN SER INCREIBLEMENTE RICO, SE SEMBRADOR Y COSECHA COSAS LINDAS PORQUE ESO LO MERECES



greta