21.3.05

Mal Karma

Lo que empieza mal, acaba mal. Refrán muy común y que encierra todo un concepto de Karma. No es propiamente que por el hecho de que empiece mal ya todo estará mal. No. Simplemente que energía llama energía y la disposición del individuo se irá modificando conforme avanzan los hechos, afectando así el desarrollo de la situación. En otras palabras, para que las cosas no terminen mal se necesita mucha paciencia, amor o coherencia.

Tomaría el caso de Jorge Bernardo Fernández Trejo –conocido por los amigos como Grillo– para ejemplificar de manera total lo dicho anteriormente, sin embargo apelé a mi buen sentimiento y humanidad para no hacerlo de esa manera. Relataré los hechos acontecidos el pasado viernes 18 de marzo–entre los cuales se encuentra contenido el caso Grillo–. Un viernes para no olvidar.

¿Se han percatado que la mayoría de mis “aventuras” suceden los viernes? Jajaja, vamos, no sólo las aventuras, también los sucesos tristes, inesperados, etc. prefieren aparecer los viernes. Eso hace que me pregunte si no me casaré un viernes y moriré otro. Otro día haré un recuento de los viernes –el recuento de los daños, jaja– que han marcado mi vida.

Me encontraba el jueves por la noche conectado al Messenger (como todas las noches) cuando Grillo apareció en linea:

- Vargas. Vamos al estadio el domingo, tenemos 4 boletos.

Mi corazón se aceleró. América-Pumas. El juego de juegos. El partido por antonomasia. La beldad contra la fealdad. La fineza contra la naquez. América contra Pumas.

- ¡Por supuesto! –dije sin dudar– ¿A quién hay que matar? –entre broma y broma comentaba, sabiendo que los boletos ya se habían agotado.

Grillo se rió y me dijo que no había que recurrir a los golpes (si tan sólo hubiera sabido lo que pasaría el día siguiente) y que ya teníamos los boletos. Quedamos en vernos el viernes a las 8 pm en Niza –tenía por lo menos 1 año y medio sin ir a Niza–. Salí de la oficina volando. Llegué a Niza. 2 tipos tomando en un coche: Grillo y Esponda. Jajaja. Sinceramente me dio mucha risa ya que teníamos un bar a 5 metros y nosotros estábamos encerrados en el coche del Grillo tomando.

Después de un momento de insistencia accedieron a que fuéramos a Niza, pero sólo si nos dejaban sentarnos con nuestra botella y descorche. Total que no nos dejaron y tuvimos que guardar la botella para mejor ocasión. Nos sentamos. Todo iba muy bien. Increíblemente bien, a decir verdad. Fue entonces cuando sucedió…

Reíamos como desquiciados en uno de esos momentos de contar anécdotas cuando de pronto un estallido. PUM. PLOSH. Dios. Volteé a ver a un motociclista que acaba de llegar y me lo quedé viendo con ojos asesinos. Juraba que se había estacionado mal y que había tirado un vaso –por incoherente que suene; sólo díganme quien razona bien en medio de la fiesta–. Después pensé que era una pelea y que lo que se había estrellado era una cuba. Un grito en la multitud me sacó del error: ¡Aaah, tiraron huevos! ¡Miren su espalda!

El grito desgarrador que pegó la niña –muy fresa el grito por cierto– fue acompañado de un señalamiento a Grillo. Volteé. Un moco de clara y yema se escurría por la cabeza de Grillo. Viscoso. Todo se aclaraba de pronto. Clara por todos lados. Mi camisa se había visto afectada al igual que el mantel, sin embargo Grillo se había llevado la peor parte.

Breve paréntesis. Ese no parecía ser el mejor día de Grillo. Hacía unas horas había tronado con su novia, Beverly. Sus padres estaban un poco molestos con él. Estaba siendo bautizado por un huevo tirado por algún renegado tolteca de la región. Aún faltaba lo peor.

- Me voy a cambiar. No se vayan –pronunció Grillo de una manera tan rápida y con un brillo psicótico en los ojos que realmente se escuchó algo así como: “mevoycambiarsevayanperenme”.

Y ZAZ, salió disparado. Se trepó la barda y salió corriendo como el malo de Terminator 2 por la calle. Con el movimiento de los brazos y todo. Inclusive la noche, el reflejo de la luna y la situación engañaban a las pupilas y parecía que se convertía en mercurio líquido. Realmente no lo sé. Me volteé a ver a Esponda.

- Me lleva la chingada, pinches nacos de mierda –gritaba sumamente ofuscado mientras veía la manga de mi camisa sucia de huevo–. O sea que les pasa, tiran lo poco que les queda para cenar para demostrar su espíritu mexica.

Realmente tuve mucha suerte. Era una pequeña mancha de clara en la manga de mi camisa que rápidamente erradiqué bañándola en sal y con muchas servilletas. Después la enjuagué con agua de hielo y ya estuvo. La niña histérica y fresa –que se espantó al ver un huevo con barba, perdón, al ver a Grillo– se nos quedó viendo como sintiendo necesidad de desfogar su histeria (por evidente falta de actividad sexual) con alguno de nosotros:

- O sea pobrecito de su amigo –nótese el tono utilizado y el lenguaje que trataré de respetar en su mayor parte; leer con una papa en la boca para imitar el tono–, ¿qué les pasa? O sea ¿a ustedes no les tocó huevo? (no reina pero parece que a ti te hace falta con urgencia) o sea, que mala onda.

Me desentendí un momento. Tantos “o sea” y feromonas desprendidas por el huevo y la niña histérica me estaban poniendo de malas. Esperaba ver una mancha de mercurio líquido que se arrastrara por el suelo y se convirtiera en el Grillo. No vi nada. Nos pusimos a platicar de la situación, Esponda y Yo, con la niña y su pareja (realmente no se si eran novios porque jamás le dio un beso y menos la mano…en verdad se veía histérica). Estábamos relatando lo acontecido cuando de repente la voz de Grillo se materializó en el aire:

- Ya estuvo –cortante, casi tanto como el aire que se respiraba. Esponda tenía razón, la noche parecía que terminaría con golpes.

Nos pusimos a platicar con la pareja disonante. De tanto en tanto yo volteaba a ver a Grillo y veía como sus ojos se tornaban como los de un búho para observar si se acercaba otro proyectil. Nada. Al fin nos fuimos. Íbamos a casa de Grillo a dejar su coche y después nos íbamos a Worka. Como bien supusieron el chofer designado era Yo. Tendría que haber dicho basta desde ese momento. Sin embargo, como bien lo he resaltado antes, se me dificulta mucho esto de separarme y decir no…

Grillo me pidió que le pidiera permiso a sus papás que saliera. Desde ese momento mi sensatez tendría que haber hablado, pero no. Grillo me miraba de una manera tan tierna, diciéndomelo tan claro, que nunca pensé que fuera a caer tan bajo. Jajaja. Fui y pedí permiso (lo mismo de siempre, la fama con los padres). Accedieron. Nos subimos a la Aztek. ROCK. Rock jurásico.

La Aztek iba dando tumbos por el pedregal. Belinda y Moderatto se desgañitaban en el audio. Esponda, Grillo y Yo gritábamos en el coche. Grillo iba sirviendo las cubas en la Aztek y Esponda sufría de un ataque de excitación pre-antro. Nos acercábamos a nuestro destino. Llegamos por fin.

Por alguna razón que aún no entiendo, Grillo se bajó de la Aztek con la botella vacía en las manos –aunque quizá si la entiendo, recuerden que estaba marcado esa noche–. Nos encaminamos con rumbo al Worka. Arribamos. Estaba bastante lleno. La cadena lucía un poco atestada. Los chimpancés de seguridad y de cadena rondaban por su zona, marcando su territorio. Los adolescentes faltos de amor propio se arremolinaban en la cadena suplicando a los chimpancés que los dejaran entrar. Los chimpancés se golpean en el pecho y chillan. Volteo a ver a Esponda y a Grillo que señalan a uno de ellos. Escamilla (Escama para los primates). Nos acercamos a la zona donde rondaba. Los adolescentes eufóricos y patéticos solicitaban entrar a un lugar, pagar por entrar y todavía pagar precios exorbitantes por estar sentados, pero tal parece que se sienten alguien en la vida si asisten a esos lugares. Gritaban. Golpes. ¡Auh!

Después de un momento de empujar y tratar de abrirnos paso llegamos a adelante. Grillo levanto la mano como el Capitán Cavernícola con la botella y gritó:

- ¡Escamilla! ¡Escamilla! Somos tres.

Escamilla volteó como si en verdad entendiera castellano. Enseñó los colmillos y siguió balanceándose desde su cadena. Le avisaba a Grillo que no podía entrar con alcohol. Fiuuuu. La botella salió volando. Listo, botella desaparecida y un cráneo destrozado por allá atrás. El Grillo siguió insistiendo. Yo me estressaba al tiempo que me preguntaba porque demonios teníamos que soportar la humillación de un portero-primate que nos “hacía el favor” de dejarnos entrar a gastarnos nuestro dinero. Seguramente el pobre primate no sabrá que es Europa y mucho menos que allá están los mejores clubs del mundo, y mucho menos sabrá que la cadena no existe y que se maneja todo de otra forma. Él sigue pensando que está custodiando la entrada del Templo Mayor.

Por fin le dice que pase. Pasa Grillo. Pasa Esponda. “Hasta ahí”, grita el Escama deteniéndome. Dios, lo que me faltaba, este naco no me iba a dejar pasar por algún motivo extraño. Se voltea. Veo la cadena. Veo a los chimpancés. Veo a Esponda y Grillo. Me salto la cadena.
Un escalón.
Dos escalones.
Tres escalones...
Escama se voltea.
- Ey, tú, no pasas ahora. Quédate fuera –aullaba el tiempo que trataba de tomarme del brazo–.
- Suéltame brother, no te estoy tocando no tienes porque hacerlo. Yo sólo puedo salir, mira.

Y con mucha gracia y estilo me salí mientras el se quedaba comiéndose sus pulgas. Todavía corrí al otro lado. Un grupo de niñitas solas. Me acerqué a ellas y les dije que si podía pasar con ellas puesto que iba solo. Les pareció maravillosa la idea. Me dijeron que sí encantadas. Al minuto pasaron. Yo me puse en medio. Ya había atravesado la cadena cuando el mandril en brama me volteó a ver. “Te dije que hoy no pasas”, al tiempo que se quitaba una pulga.

- Mira brother, podría entrar, de acuerdo a lo que dice la Profeco. Veamos que pasa.

Parece que el final no lo escuchó. Me hice para atrás. Prendí un cigarro. Estaba realmente molesto. La perspectiva de tener que pedir permiso a un portero mandrilesco para entrar realmente me molestaba de sobre manera. Me quiero demasiado para eso. Le mandé un mensaje a Esponda diciéndole que me iba a ir. Esponda me habló para decirme que tratara de entrar. Ja, me reí por la perspectiva de humillarme.

En eso estaba cuando de pronto Grillo se materializó a mi lado. Dios, estas transformaciones. Venía acompañado de un tipo que se apodaba “mini”. Estuvimos un rato ahí tratando de entrar. Gritos por todos lados. En eso el Grillo saca sus monedas de $1. Un extraño brillo se notaba en sus ojos. Extraña semejanza con el Grinch. TRAS. Una moneda sale volando y cae en medio de los chimpancés, los cuáles se alborotan y voltean a ver a todos lados. Grillo se camuflajea. TSIIN. Otra moneda sale disparada. Esta vez alcanza en el traje a uno de los primates. Mayor excitación. Los adolescentes se dan cuenta del hecho. Algunos se ríen. Nos escabullimos por diversas posiciones de la cadena hasta que llegamos al extremo opuesto. Estábamos avanzando cuando el Grillo sale volando, y de repente, impulsado por el brinco de sus patas se regresa y le pega un puñetazo a uno de los de seguridad. Lo habían empujado porque no podía salirse del límite. Lo separamos. Teníamos que largarnos en ese momento, pero no me hicieron caso.

Todavía estuvimos ahí 10 minutos más. Grillo se escondía entre la muchedumbre y gritaba a los primates: “Mandriiiil”. Unos pasos más. “Cocodrilooo”. Los primates parecían confundidos. “Somos doooos”. Los primates se volteaban a ver entre ellos. Grillo se revisa las bolsas de los pantalones y no encuentra más que una moneda de $10. Se acerca con el mismo de seguridad con el que se había peleado y se la cambia. Nos hacemos para atrás. Grillo grita a todo pulmón y con la mano estirada hacia la cadena: “Escamaaaaa”. Silencio.
Todos voltean hacia nosotros. La moneda esta en el aire. Los ojos se dirigen a la moneda. Los giros de la moneda cortan el aire. Los chimpancés se congelan. TIN. La moneda cae al lado de Escama.
Un estallido de risas.
Yo me partía de la risa, a decir verdad. Rápidamente Grillo saca otra moneda y se la avienta a Escama dándo justo en el blanco, en su pecho. Jajaja. Las risas se suceden. Nos damos la vuelta.

- Ya vámonos, Grillo –le digo mientras lo abrazo y caminamos a la salida.

Salí volando. No habían pasado ni 5 segundos. Uno de los de seguridad me empuja. Alcanzo a ver con el rabillo del ojo como Escamilla abraza como chimpancé a su presa al Grillo. Todo fue tan rápido. Me incorporé mientras veía como Grillo desaparecía en una horda de 10 chimpancés de seguridad. Me abalancé a donde estaba y traté de rescatarlo. Dos de ellos me sujetan de los brazos y me amenazan con morder. Impotente veía como masacraban a Grillo. Una verdadera masacre. El Grillo todavía alcanzó a dar una patada en los genitales de Escamilla y un puñetazo en la garganta a otro. Fue todo lo que pudo hacer.

Me soltaron los de seguridad cuando Grillo estaba en la otra esquina y después de haberlos amenazado con perder su casa, trabajo y hasta hombría. Me acerqué corriendo a donde estaba Grillo que ya había dejado de ser un Grillo para convertirse en una Mantis religiosa.

- Se van a arrepentir hijos de puta. Se van a arrepentir. Los voy a matar cabrones.

Una sentencia que hacía eco en la entrada. Todo mundo observaba. Se escuchaban los murmullos de los adolescentes que reprobaban la actitud de los chimpancés. Alcancé a Grillo mientras llamaba al 060 para reportar el incidente. Grillo se fue a la enfermería del Cluv mientras yo hablaba con los oficiales en la calle. Lo demás fue tan rápido que lo resumiré así:

Grillo, después de haber sido atendido en la enfermería del Cluv salió y me pidió que lo acompañara a la entrada del Worka. Para ese entonces Esponda acababa de salir del Worka y se había perdido la masacre. Nos paramos en la entrada haciendo una huelga de silencio. Solamente observando a los de seguridad, los cuáles se asustaron tanto que dejaron de pasar gente y se metieron al antrillo. Posteriormente, Escamilla salió a buscar a Grillo para concertar un acuerdo y una paz con él. ¿Qué salió de dicho acuerdo? Es un misterio para todos. Solamente no se espanten o se sorprendan de no ver más a ese portero por ahí…o por cualquier otro sitio.

Grillo fue víctima del Mal Karma. Sin novia, hueveado y masacrado. Y, ahora les puedo decir, hasta perdiendo una apuesta por culpa de sus Pumas. ¿Moraleja? No hagan lo que no les gustaría que les hicieran...o también, si ven que empieza mal, mejor guárdense en sus casas a ver una película, con su novia. Si no hay, pues ya saben...

Acabo de regresar del partido del América y mañana escribiré la reseña al respecto. Baste con decir: 3-2. El America va pa’ campeón, eso lo sabe la Rebel y su pu.. madre que la parió… Como entona el villancico navideño de La Monumental.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hasta hoy pude poner el comment, muy buen post Vargas. Espero no volver a pasar un fin de semana como este,aunque pese a todo lo malo, estuvo bien y me diverti y ahora que lo leo en tu post, me da mucha risa todo.

PD: Sigue escribiendo asi,porque lo haces muy bien.

Grillo