14.11.05

CUAUTLA. Generación 2001-2005.

Fuerza de un destino forjado en cuatro años, seis meses y un viaje a Europa.
El viaje inició con un montón de maletas, sleeping bags, un conjunto de soñadores y unos cuantos deseos por cumplir. El trayecto duró lo que tenía que durar, atravesando páramos desolados y tinacos enormes –que más bien eran torres de agua, pero el léxico de Kurczyn así los nombraba– que se perdían en la infinitud del paisaje que, en su momento, nos abordaría. Llegamos.

Fiesta. Eso fue lo que encontramos Segoviano, Paulina Chávez, Morán, Rothschild y Yo al llegar. Se nos habían adelantado en otro coche Sodi, Kurczyn y Faico. Estaba por lo menos un 40% de la generación en esa casa, ubicada en el Fraccionamiento Citalin, a mitad de camino entre Cuautla e Izúcar de Matamoros y a un costado del Hotel California. Nos unimos a la fiesta. Esa noche transcurrió de una manera común y corriente, digamos “como cualquier otra fiesta”. La generación se encontraba en general en paños menores usados para nadar –decimos traje de baño– dispersos por todo el jardín y en el porche de la casa. Bailamos. Tomamos. Bailamos más y tomamos aún más.

En una de esas mi vejiga me orilló a que saliera de la casa y buscara lugar en algún lugar del campo abierto. Salí pues acompañado de Rothschild (no fuera que saliera una serpiente y me mordiera a Henry, después ¿quién quitaba el veneno? jaja). Nos encontramos a Pedrito y Manolo que comían ¡sushi! Nos clavamos ahí, jaja. Comíamos sushi, cuando el suelo, de pronto, retumbo. Volteamos hacia el portón para ver al Bolo que salía rodando y pedisisísimo. Cómo yo estaba molesto con él por andar de "mala copa", rompiendo camastros y empujando gente, pasó lo siguiente:

Le ofrecí al Bolo TODO el wasabe que tenía el sushi -la semilla de mostaza verde- diciéndole que era aguacate de las tortas. Se lo echó de un sólo bocado. Yo moría, moría de la risa junto con Pedro y Manolo. Rotch se reía y abrazaba al Bolo que lloraba al tiempo que vomitaba. Después le di la raíz de jengibre, diciéndole que era jamón...se la mordisqueo toda, no sin antes preguntarle a Rotch si en verdad era jamón. "Es cómo jamón" respondió Rotch que regañaba a Bolo por no terminarse rápido toda la raíz de jengibre, jajaja. Total que ahí lo dejamos tirado con sus desechos tóxicos.
Llegó la hora de irse a dormir y nos fuimos Rothschild, Kurczyn, Paucha, Sodi, Faico y Yo. Segoviano por alguna extraña razón se quiso quedar en esa casa –influenciada de cierta forma por Facundo Bacardi que hacía jirones su consciencia, jaja–. Cabe señalar en este punto que toda la generación estaba dividida en dos casas dentro del mismo fraccionamiento, separadas por escasos cien metros. Nos acostamos.
En la madrugada me despertaron unos gritos desesperados. Alguien se había quedado atorado en las rejas de la entrada de nuestra casa; al asomarme descubrí que era Idalia que, por alguna “mala copa”, decidió que podía caber entre los barrotes de la reja de 20 cm de espacio:
- ¡Aaay, me quedé atorada!
“Ni hablar del peluquín” y me volví a acostar. La lograron zafar de los barrotes y pudimos conciliar el sueño.
La sorpresa mayúscula nos esperaba al día siguiente. Nos enteramos que la otra casa se había convertido en la antesala del infierno. El Moreno había decidido que era muy fácil encamarse con una "niña" y, al mismo tiempo, magullar –ese es el verbo más cercano que se aplica a la situación– las nalgas de Ana Gozaín. Lo que no contaba el Moreno era que Gozaín no era ni por asomo de su agrado y que menos entraría en esas costumbres de apareamiento cuautlense. Entre Paola Gay y Gozaín los corrieron del cuarto y decidieron que lo más conveniente era que ellas también se cambiaran de cuarto, así que se pasaron al cuarto de al lado, donde dormitaban Cynthia y Daniella. Con lo que no contaron Gozaín y Gay fue que el Moreno traía el demonio dentro –el moreno dentro– y que tenía unos planes macabros para esa noche.
Al salirse Gay y Gozaín del cuarto, la otra "niña" se encerró en su cuarto dejando al Moreno sin Karen y sin las pompas de Gozaín. El animal estalló dentro de él, impulsado por los litros y litros de alcohol que recorrían sus neuronas y venas, y empezó a azotar la puerta de Karen para que lo dejara entrar. Al ver que sus esfuerzos resultaban infructuosos, el Moreno decidió que era momento de juzgar por sus pecados –todavía no decididos– a las niñas del cuarto de al lado. Empezó a golpear de manera brutal la puerta del cuarto en el cual se encontraban, encerradas a cal y canto, Gay, Gozaín, Dani y Cynthia. Golpeaba. Gritos dentro del cuarto. Azotaba la pared y las ventanas. Las niñas trataban de pedir auxilio pero la música era muy estridente y ellas no tenían señal en sus celulares.

- ¿Son católicas? –gritaba el Moreno-
- Apostólicas y romanas –contesto de manera chistosa Dani para tratar de apaciguar los ánimos del Moreno.
- ¡Pues empiecen a rezar, putas!

TRAS. TRAS. Los golpes se sucedían mientras las niñas, desesperadas, se abrazaban encerradas en el baño del cuarto. ZAZ, TOC, PUUM.

- Es el diablo –decía Cynthia.
- No, es el Moreno.
Silencio. Unos minutos de extraña y abominable tranquilidad. Era el ojo del huracán. Se asomaron por la ventana para descubrir al Moreno “Bates” parado frente a la puerta, mirándola fijamente. De pronto voltea y las ve. Los golpes se incrementaron a una potencia mayor que la anterior. Regresaron aterradas al baño. Después de unos minutos eternos regresó el silencio. Se asomaron a través de la puerta del baño únicamente para descubrir la sombra del Moreno reflejada en las cortinas de la ventana. Una sombra que iba de un lado a otro, como un animal enjaulado. La pesadilla les duró un muy buen rato. Nadie las pudo auxiliar. Se tuvo que cansar e ir a tirar botellas y romper el espejo del coche de David para que las dejara “en paz”. Extrañamente nadie las auxilió. Me sorprende, ya que puedo asegurar que, de haber estado ahí, sin lugar a dudas me habría llevado al Moreno a otro lado –si hubiera sido necesario hasta el látigo y al Bolo con sus carnes me llevaba para seducirlo–. Mi hermana podría haber estado ahí dentro. Una novia. No fue el caso, pero, aún así, ellas estaban ahí y merecían el mismo respeto y ayuda.
Esa noche fue eterna. Por otro lado, Omar “el rojo” rompía los vidrios de la casa con sus manos y lanzaba botellas a la pared –al día siguiente alegaría que su mano estaba destrozada debido a que las botellas volaban mágicamente “enmorenadas” hacia su mano–. El resultado: niñas aterradas, una de ellas “violada” en su intimidad, vidrios destrozados, cristales por todos lados, sangre en la cocina y destrozos por todos lados.
Cuando nosotros llegamos al día siguiente, después de haber ido a desayunar a Cuautla, nos encontramos con los ánimos todavía encendidos. Gozaín indignada –no era para menos– y el Moreno jugando futbol mientras sudaba etílicamente. Toda la generación había decidido que se fueran él y Omar, pero ambos hicieron caso omiso del alegato, de la “expulsación”. Se quedaron contra todos los pronósticos –si a mí se me hubiese “metido el moreno” seguro me hubiera ido, por puro orgullo– hasta el día siguiente. El resto del sábado transcurrió pacíficamente. Llegó la comida y la barra libre que habían sido contratadas previamente. Juegos de niños. Chema & CO. se encargaban de hacernos dar vueltas en un carrusel primitivo, obteniendo como resultado mucha gente con el alcohol subido a tope por el mareo. Lo realmente interesante y novedoso fue en la noche. La noche trajo consigo a Zion. Las luces neón del Hotel California alumbraban nuestra oscuridad…
Por alguna razón que todavía no comprendo, la música se acabó pero eso no fue excusa para un grupo de 15 personas que comenzaron a hacer “música” ayudados de botellas de plástico y cacerolas, las cuales golpeaban produciendo ruidos tribales. Saltaban. Gritaban. Bailaban. Comenzaba el ritual. La música regresó pero solo sería por un momento. El changuito reggae seguía sonando en nuestros tímpanos, y no se iría tan fácilmente.
Durante ese tiempo yo jugaba junto con Kurczyn, Sodi, Paucha, Faico y Morán a “empedemos a Faico”. Juego muy entretenido y efectivo por demás. He de aceptar que Faico se sacrificó por mí, ya que ambos estábamos muy entonados y fue su “cuarto rey” el que lo lanzó al vacío del alcohol. De no haber sido así, yo hubiera terminado como tapón y no habría podido formar parte de la batucada tribal que sucedería en una hora. “Glug, glug, gluuuug”. Fueron los últimos sonidos que se le escucharon a Faico, mientras bebía su castigo, antes de “morir”.
Yo me fui a saltar por ahí, de un lado a otro. Salté y salté. Platiqué con muchas personas. Unas se bañaban vestidas en la alberca. Otros ya se habían ido a encamar a los cuartos. Seguía saltando. Me dirigí a la cocina de la casa.
Al entrar a la cocina me encontré con Chema, Alan, Aldo Tabe, Bernardo y Víctor que empezaban a formar una batucada. Me les uní. Chema y Alan tomaron dos sartenes y junto con dos cucharas de metal las convirtieron en instrumentos musicales que marcaban el ritmo. Los otros cuatro nos convertimos en los timbales primitivos azotando con nuestras manos el desayunador de la cocina. Poco a poco la sala/cocina de 4x5 metros se fue llenando. En unos minutos los 120 integrantes de la generación estábamos en ese cuarto. La música se sucedía. Los ritmos marcaban los cuerpos que apretujados se movían como uno sólo. La cueva de Zión había surgido en nuestra casa y Matrix 2 se recreó en esa sala/cocina.
Cuerpos moviéndose, frotándose. Oscuridad. Luz. Oscuridad. Ruidos hechos música. Cantos tribales iniciados por los seis de la batucada eran compartidos por los demás. Vocales sin orden aparente que se pronunciaban en voz alta al ritmo de los ruidos. Una mesa en medio. Vacía. Empezaron a subir a ella las niñas, realizando movimientos cadenciosos. Una tras otra se sucedían en la mesa mientras se agitaban y bailaban algo más que sensual. Inició Paty y el clímax fue Sara que dejó en la vergüenza a Shakira con sus caderas agitándose de un lado a otro y la falda que se bajaba poco a poco. Chema se subió a la mesa con su sartén para seguir el ritmo desde arriba y el resultado fue que su traje de baño desapareció para quedar como Adán en la mesa. Unos segundos y se subió el traje de baño. Los cuerpos saltaban y se movían juntos todos, una danza que jamás había atestiguado más que en las películas y menos en un espacio tan reducido. Fue el culmen de cuatro años y medio. Mis manos se azotaban en un desayunador que ya estaba roto al igual que mis palmas. Los puños siguieron para poder continuar con el ritmo. Cuatro años y medio que se agitaban. Cuatro años y medio de nuestras vidas que sudaban nuestros poros en contacto. Luz. Oscuridad. Luz. Oscuridad. PIM, ZAZ, PIM, TOC, TOC, PAAM. Los sonidos eran imitados por todos. La identidad se había homogeneizado a tal grado que la generación se volvió un solo ser que transpiraba época y finalización. Una etapa que termina y se va, junto con nuestras lágrimas y sueños. Así como empezó, terminó. Todo acabó.
El resto de la noche fue así. Unos se fueron a sus cuartos con sus parejas improvisadas. Otros nos quedamos platicando, jugando, algunas veces sollozando por el fin inminente. Al final nos fuimos a la casa y nos llevamos con nosotros a Paola Gay y Ana Gozaín, que tenían miedo de quedarse a dormir en la casa de nuevo con el Moreno suelto por ahí. En mi cuarto terminamos durmiendo Rothschild, Paulina Chávez, Paola Gay, Ana Gozaín y Yo. Nos arreglamos para caber y poder hacerles un sitio a ellas.
El día siguiente, el último, fue rápido y sin incidentes. Regresamos a México y con el regreso también llegó la melancolía que venía reprimiendo desde semanas y durante la fiesta. Se acabó. It´s all fucking over. That’s it. Over.
Si bien no iba con muchas esperanzas sobre la fiesta, puedo asegurar que superó, por mucho, mis expectativas. And I know it ain’t gonna last. Lo que más me gustó de los tres días de fiesta en Cuautla no fue Zión, menos el Moreno, tampoco el alcohol y no los apareamientos casuales –de los cuales no formé parte–. Lo que más me gustó fue que pude reforzar relaciones con muchos de mi generación; que pude, de cierta forma, conocer y conocerme más con los demás de mi generación.
Al llegar a mi casa se desbordó todo el sentimiento que reflejé en mi columna anterior. Si, puedo afirmar que me siento triste, melancólico, asustado. Me siento un poco sólo. Me siento…raro. Como nunca en mi vida, nunca, había sentido tanta necesidad de otra persona, de esa pareja, apoyo sentimental y hombro seguro. Es una de tantas cosas. Estoy a dos semanas de cumplir 23 años. Tengo miedo. Tengo…
Se acabó una etapa de mi vida. Empieza otra que durará hasta el final de mis días. No sé qué hacer. No sé adónde ir. No sé con quién ir. No sé cómo hacer. No sé, por momentos, quién soy. Me voy. Adónde, no lo sé. Simplemente me voy y parece que no tengo con quién llegar y menos con quién ir. El camino atravesó Cuautla rumbo a Izúcar y se pierde en la lejanía…Gracias por todo. Gracias a aquellos que hoy me hicieron sentir que, tal vez, no estoy tan solo…
Far above the ocean, deep under the sea
Más allá de donde se pierden todos los sueños.
14 noviembre 2005
VARGAS GÓMEZ

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerda que por mucho que puedas llegar a sentir soledad, nunca la tendrás pues hay gente que te quiere y esta contigo.
Felicidades por tu graduación y tu viaje. Muchos exito para el futuro.

Anónimo dijo...

Recuerda que por mucho que que puedas llegar a sentirte solo, siempre hay alguien que te quiere.
La tristeza no es un estado normal pero si natural del ser humano. Mantente siempre feliz y positivo ante los retos de la vida.
Felicidades por tu viaje y graduación.
Mucho éxito y porfa nunca dejes de escribir

Luis Vargas dijo...

¿Quién escribió los dos últimos comments? Agradecería mucho me dijeran porfa...

J. F. Santoyo dijo...

Ese moreno...y pensar que yo lo notaba raro ayer mientras jugábamos hacky en la explanada (el deporte institucional delos vagos de la UIC) y con razón Karen y Daniela lo miraban de una manera que, a falta de una mejro palabra, llamaré "espeluznante".

ANIMO!!!!!!!!!!!!!!! o quieres que te regale luego un tin larin?? chicles chicles!!

Ada dijo...

OH MY GOD !!! Que buen post... simplemente me encanta tu forma de escribir... ES GENIAL. Pasando a otras cosas... gracias por visitar mi blog... ;) Nos seguimos bloggeando

Anónimo dijo...

Hay mi queridisimo guapo!!!!,
No creo que esté tan solo tienes gente que te rodea, a lo mejor esa gente que te rodea han de ser contadas, pero es mejor no crees?
Y sabes??? que la soledad no es mala, tu se lo digiste a una persona hace poco. Toma lo bueno de esta vida!!!!
Sigue a delante, y si caes levantate siempre con la frente en alto!!!.
Eres una persona capaz e inteligente...

Tienes muchas cualidades Luis...

Ynot
(Pinche cabrooonnn)