25.11.05

25 NOVIEMBRE 2005. MI GRADUACIÓN.

25 noviembre 2005

Papá. Mamá:

Hace casi 23 años inició la aventura. Nuestra aventura, podríamos decir. Para ustedes la de ser y aprender a ser padres…para mí, de vivir y aprender a ser el hombre que ustedes, de cierta forma, imaginaron en mí.

Hoy se acaba otra etapa de mi vida, la que más he disfrutado hasta el momento. La de mis reglas, plumas, apuntes, calificaciones, tablas, oraciones e historia. De ahora en adelante nadie más me calificará excepto yo. Y, ¡carajo! el parámetro es muy alto.

Todavía recuerdo mi primer día en pre-escolar, llorando en la puerta mientras mamá se acuclillaba diciéndome que sólo iba a ser un ratito. Un ratito de 23 años.

Mi primer día de clases en el Cedros todavía lo huelo. Cierro los ojos y me veo con mis bermudas y mi lonchera amarilla, atravesando el patio de la escuela buscando algún amigo, algún columpio o resbaladilla. No volvería a tener columpios y resbaladillas. Cada concurso que siempre tenía a mi madre a lo lejos, saltando y filmándome. Cada pelea de Tae Kwon Do con mi padre coucheándome. Recuerdos que se agolpan en mi mente.

Así fui creciendo y dejando cosas atrás. Dejando cosas que ya no necesitaba y creciendo junto con ustedes. Tú, papá, un gigante, como siempre te he visto, con una cabellera negra y poblada. Tú, mamá, con una silueta mágica escurridiza y movimientos tranquilizadores, pelo azabache y ojos de primavera. Yo, con mi metro de estatura y el cielo por delante.

Hoy, si bien ya no eres físicamente aquel gigante, papá, eres un coloso para mí. Ruego a Dios que me de las fuerzas y empeño suficiente para ser la mitad de lo que has sido. Con tu pelo cano, más escaso que abundante y mirada de verano, eres más de lo que creí pudieras llegar a significar para mí.

Mamá, mamita. Dios nos premió con tu corazón y esfuerzo inquebrantable. Si bien aquella silueta ya no es tan mágica y escurridiza, ahora es encantadora con todos los años y amor por detrás. Cultivaste mi oído y mis letras con tu dedicación. Cuidaste mis pestañas y corazón. Parte del único sueño que tengo en mi vida es poder formar una familia como la que me entregaron a mí, con esa solidez y entrega, con ese amor entre los dos.

Hoy estoy sentado frente a ustedes, con ya más de un metro de estatura y con una barba multicolor que ni yo hubiera imaginado. Probablemente leyéndoles este intento de agradecimiento que no es más que una ínfima parte de lo que el amor hacia ustedes me provoca a hacer. Hoy estamos celebrando todos, si, todos. Ustedes haberme podido otorgar tantos años de educación y yo el haberles respondido siempre, con esfuerzo y dedicación, para terminar mis estudios. Hoy no sólo es mi día, es nuestro día.

Si bien este no es el final de la aventura, si parece ser como el reposte de las carabelas y la necesidad de cambiar de naves, porque parece ser que el nuevo viaje es indómito y probablemente yo necesite un barco mucho más grande y resistente que el suyo, preparado para sortear un largo viaje y poder separarme a la mitad del trayecto del de ustedes. No para siempre, pero si en la exploración de nuevos territorios. Mi bandera tiene la figura de sus ojos. Mi himno son sus cantos que guardo desde que soy niño.

Pero siempre habré de agradecerles, entre otras cosas, el que hayan sido tan grandes padres. Qué dejaron todo en el camino con tal de poder vernos crecer a mi hermana y a mí. No tengo una palabra mala para ustedes, todas son de agradecimiento y admiración. Gracias por haber sido, más que padres, los mejores amigos que Dios me mandó para velar mi camino. Papá has sido el faro imbatible a la orilla del mar. Mamá, has sido la luz del faro que siempre me invita a soñar ¿que hay más allá?

Benditos sean papás, no sólo por haberme regalado lo más preciado en el mundo, que es la vida, también por enseñarme a cuidarla y llevarla a buen puerto. Gracias por las herramientas y el instructivo de uso, está en mí la interpretación que le de al mismo y la forma en la que golpeé el martillo. Gracias por sus palabras de aliento, los regaños incomprendidos, los regalos inesperados y los abrazos necesitados.

Gracias por las lágrimas derramadas, las risas agitadas, los viajes eternos e impagables, las noches en vela, los aplausos en la tribuna y los consejos siempre puntuales.
Gracias por siempre escuchar las palabras que tenía que decirles, no importando los problemas y urgencias que pudieran tener. Gracias por siempre escuchar todo lo que había detrás.

Gracias por haber renunciado a todo por algo mejor. Gracias por atreverse a dar y dejar todo por mí. Gracias por haberme enseñado la lección más grande de toda mi vida: que con amor, todo se puede. Gracias por enseñarme con su vida y relación que la vida puede ser feliz.

Gracias, más allá de por haberme dado lo material, por haber dejado su vida en mí. Gracias por estar aquí. Los amo, papá y mamá.

Su hijo,

Luis

1 comentario:

Fritx dijo...

...me vuelves a hacer llorar y.... y... te pego!!!

Eres un bombón!