30.7.06

ELLAS

Me niego a aconsejar de perfumes y libros a las mujeres que casi conozco, principalmente por temor a encontrar aromas desdibujados o letras rotas en las hojas. Prefiero reservar mi comentario y acto seguido elevar mi copa y proponer un brindis por ellas, enigmáticas y siempre presentes, aún en la ausencia.

Es delicioso verlas platicar, discurrir entre chorros de palabras que inundan sus mesas, entre gestos y movimientos coquetos, mezcla de perfumes y competencia. Me resulta interesante observar sus puntos de acuerdo y el proceso de negociación velado que mantienen con una simple sonrisa irónica.

Me gusta sentarme a verlas pasar, todas ellas tan diferentes y al mismo tiempo la misma, controlando con cada movimiento el espacio y tiempo de los que les adoran. Disfruto imaginarme con una de ellas en especial, que va cambiando con las estaciones, dentro de unos años, cultivando zanahorias y amándonos con los labios partidos.

Sin embargo me niego a aconsejarle de perfumes y libros, entre otras cosas, a una que casi no conozca. Me reservo el derecho. Prefiero hablar de lugares comunes y recetas previamente acordadas. Son muy delicadas y engañosas, tanto como diente de león a merced de una hojarasca que, al ser arrancado, convierte cada uno de sus pétalos en espinas sangrantes.

Me gusta platicar siempre con una nueva y descubrir sus maneras propias de ser la generalidad. Encontrar una mirada furtiva, un guiño coqueto, un ladeo de cabeza tímido que me invita hablar con más letras o encontrar un olor característico, sea de crema, fresa o chocolate.

Adoro la forma en la que ríen y hablan de temas prohibidos entre ellas, con una manera tan educada que resulta tentadora. Me encanta observar sus negativas, cerrando el cuerpo y los ojos. Sufro con las lágrimas de algunas de ellas, tratando de partir la luna en dos para ofrendarles el diamante que esconde dentro y secar sus ojos. Amo su miedo, su incertidumbre, su temperamento voluble. Amo la forma en la que se entregan mojándolo todo, sus besos, su cabello alborotado, su cabeza en mi pecho y su cuerpo entre mis brazos.

Pero más amaría poder ser uno con una; tener a una a quién observar el resto de mis estaciones, deteniéndonos en cada una para amarnos de a poco, sin terminar nunca. Lo que más desearía es poder volver a amar a una…

Por ellas...por esa
27 julio 2006
VARGAS GÓMEZ

26.7.06

Destinatario: Velado

No sé que hacer ni por dónde empezar. Y es que ahora me he empezado a enamorar de ti, sin que lo sepas de manera directa y quizá, lo más probable, es que nunca lo sepas. Y es que no sé ni siquiera como identificar esta sensación.

Tu y yo compartimos una historia de hace tiempo ya. Lo más curioso es que comenzamos con una relación de pareja y nos dejamos. Te dejé, tengo que aceptarlo, ya que arrastraba conmigo un fantasma que, si bien no se irá jamás de mi vida, por lo menos ya no me asusta ni me despierta por las noches mojando mi mano (a veces le encuentro escondido entre ciertas prendas o pintado en algunas postales), tan sólo existe y existirá conmigo y de vez cuando, al recordarle, siento melancolía y un poco dolor…una vez felicidad. Me resulta imposible ver a los ojos a mi fantasma y no pensar en pospretérito, en tiempos olvidados y nunca concretados. En destinos curiosamente marcados e incomprensiblemente postergados.

Y sin embargo la historia continuó. Es raro. Intenté ser tu amigo pero no se si lo he logrado. Durante mucho tiempo lo logramos construir pero es que desde unos días para acá, cuando la soledad me ataca de manera intempestiva o cuando deseo compartir y construir con alguien, pienso extrañamente en ti. Tengo que aceptar que me da mucho miedo perderte, ya perdí a una persona que amaba con mi corazón y ahora me queda el alma; es verdad, tengo que aceptarlo. Intenté ser tu amigo y no se lo he logrado, no sé si lo hemos logrado. Y perdona que te incluya en el verbo pero parece que tú tampoco lo has logrado y no sé si lo lograrás.

¿Qué por qué no hemos empezado algo de nuevo? No lo sé bien a ciencia cierta. Es una de las interrogantes que me atormentan en los últimos días. Tal vez es en parte por el miedo, otra por confusión y otra más por mi naturaleza. Tal vez no quiero discernir ni aceptar mi responsabilidad en ello. A veces ni yo me entiendo. No entiendo por que escribo esta carta como si fuera para ti aunque nunca la vayas a recibir. Tal vez la leas, es probable, publicada en un espacio virtual, pero no sé si sabrás que es para ti. Trágicamente, si me lo preguntaras, lo negaría. Es parte de mi insoportable levedad que me arrastra a lugares donde la pasión llama.

Así que ahora me encuentro aquí, sentado en un café sin conocer a nadie y con estos papeles enfrente de mí, tratando de escribir una confesión que más bien parece una carta al niño Dios o los Reyes Magos, ya que nunca te llegará y la ilusión no desaparecerá. Escribiendo un intento de confesión llena de buenos deseos y revelaciones a medias, por temor a no ser correspondido o aceptar mi realidad. No sé si me he portado bien o mal, tampoco llevo un recuento de mis buenas obras ya que las malas me confunden. He tratado de hacer el bien aunque he recibido golpes intencionados en mi corazón. Es más, si tuviera que pedirte un deseo sería fácil: me encantaría enamorarme otra vez (perdona el exabrupto, mi fantasma quiere fumar de mi cigarro, quién le enseñó a fumar no le enseñó a comprar, por lo menos en Sanborns).

No me digas que lo intente, por que ya lo he intentado. Creo que es debido a que he buscado en los lugares incorrectos (¿cuál es el correcto?). No me atosigues con decisiones ya que no se bien por donde caminar. No sé si quiero acostarme al lado de la chimenea, echarme a andar por Praga o mirar por mi balcón en Salamanca, esperando la llegada de alguien que no visitó jamás.
No sé que hacer ni por dónde empezar. Y es que ahora me he empezado a enamorar de ti, sin que lo sepas de manera directa y quizá, lo más probable, es que nunca lo sepas. Tal vez por qué nunca te lo diga o por qué prefiera sosegar el sentimiento. Es mucho el temor que yace dentro de mí y la incertidumbre se ha vuelto vecina de este lugar.

Y es que no sé ni siquiera como identificar esta sensación.

26 / 07 / 2006
VARGAS GÓMEZ
p.d. (volteo discretamente al terminar de escribir)
Bebiendo café con mi fantasma, preguntándole:
¿por que nos dejamos?

24.7.06

En la terraza sentado

Sentado. Con largas piernas y demasiados huesos en las manos espera sentado a que de la hora. Su mano recorre su cara como reconociéndola. Su mirada se pierde en la multitud de colores que llenan la terraza del café. Enfrente de él, la mesa vacía con un cenicero sin ocupar. Reposa en una silla y enfrente de él, un sillón más chico y roído. Y ruido. Mucho ruido.

Sentado, simplemente espera algo, aún no sabe qué, pero mientras le queda aún un poco de tiempo antes de que sea la hora de pararse y regresar detrás del mostrador a envolver flores.
12 julio 2006
VARGAS GÓMEZ

19.7.06

de un 19 de julio por la tarde

Hay hombres que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida,
esos son los imprescindibles
Bertold Brecht
Cuando y como son dos respuestas que sólo el tiempo te enseña a usar. Cuándo y cómo. Cuándo decir no y cómo decirle que se vaya. Cómo decirle que le quieres y cuándo pedirle que complete el espacio que te sobra. Aunque no sólo es el tiempo, también nosotros debemos mantener los ojos bien abiertos para poder responder ante tales cuestionamientos, de lo contrario, aunque pasaran dos centurias, seguiríamos sin saber responder, ni cuándo, ni cómo.

Con el tiempo he ido aprendiendo a decir poco a poco ciertas cosas y a hacerlas cosas de otra manera, no se si mejor o peor, ya que eso sólo el tiempo me lo va contestando; algunas de mejor manera y otras las he empeorado. Algunas me han costado unos pesos y otras un corazón completo.

Con el tiempo he aprendido a decirle “lay” y a recostarme un momento sin tratar de hacer algo para modificar el curso del río. Pero me falta tanto y tanto por aprender.

Hoy no quería escribir sobre lo que más me gusta, o mis frustraciones, pasiones, diversión. Hoy tan sólo quería proyectar un poco sobre lo que me pasó y lo que me falta por pasar.
19 julio 2006
VARGAS GÓMEZ

17.7.06

De tiempos desesperados

De movimientos desesperados se trataba y yo arengaba. Así me detenía de pronto y levantaba la cabeza para ver si a lo lejos la divisaba, entre los corales de cabezas que llenaban la plaza. Entre multitud de colores y anguilas de papel mi mirada se perdía a lo cual regresaba a mi incitación interna. ¿Era ella o sería yo? ¿Podría encontrar otra vez lo que dejé en ella?

Todo lo que alguna vez fue y no ha encontrado la manera de volver a ser en este lugar que quedó tan sin sentido y fracturado desde aquella vez en que ella se fue. En realidad ambos nos fuimos, sólo que yo por inercia y por no tener otro camino y ella por indecisión propia, siendo así que en ella recae el peso de la responsabilidad de haberse ido y decirnos adiós. Todo aquello que no ha encontrado manera de ser otra vez.

Desde entonces el camino se violentó. La velocidad se incrementó de manera proporcional al dolor que penetraba por mis poros y exudaba en mi corazón. Un corazón que de tanto sudar se secó de amor. Corriendo, con movimientos violentos y desesperados me hundí en el mar. Trotando escalé fosas tan profundas como el espacio que dejó en mí su olor y figura. Ahí encontré un río que se secaba y que alguna vez corrió violento desde esa montaña transparente a los pies de la cual hicimos el amor por primera vez. Ese río tan moribundo y desecho que daba lástima aún debajo del mar. Me detuve por momento y levanté por primera vez la cabeza para darme cuenta que estaba rodeado por cabezas de atún y besos de coral. Me senté y lloré sal a la orilla del río debajo del mar embravecido pero que, al estar debajo de él, no sentía su violencia agitada y amenazante para las sirenas y pescadores de la playa. Ahí lloré no se cuantas lágrimas y menos por cuanto tiempo. No estaba para contar el tiempo.

Me levanté con movimientos desesperados, abrazando tiburones, peñascos submarinos y uno que otro calamar que atravesaba el camino. Corrí, no con tanta velocidad como antes, pero corrí. Y así salí del mar, ante la mirada atónita de unos pescadores que a pesar de haber vivido toda su vida a orillas del mar, no sabían que se podía correr en él.

Atravesé pueblos nunca antes vistos por la luz de la luna, donde nunca se ha ido el sol y recordé personas que me encontré descansando a los pies de olmos al lado del camino. Y así llegué de nuevo, sin proponérmelo concientemente, a la esquina en la cual nos abrazamos por última vez para darnos media vuelta y desaparecer entre semáforos de egoísmo y posmodernidad. Me detuvo un golpe seco que sonó en mi corazón. Hasta la fecha no se si fue en ese momento cuando dejó de sudar y cuando comenzó a sangrar de nuevo amor.

Abracé su ausencia y besé su despedida. Me volví para ver si la encontraba caminando y afortunadamente no la encontré. A veces los recuerdos son más dulces que los besos entrecortados y forzados. Ahí recordé el río debajo del mar y en su memoria decidí andar. Fue de esa manera como llegué a divisar mejor el camino entre la niebla de la melancolía que aturdía no sólo mis pasos, también la flores que vendía una niña en medio la calle que atraviesa la esquina en la que nos dejamos pasar.

Volví a levantar la cabeza para encontrarme con que subía a un podio en el cual tenía que hablar y arengar. Organizar ideas perdidas de la publicidad y diseñar estrategias de venta para el entretenimiento de la humanidad. Me detuve un momento. La sentía. Hacía tan poco que nos habíamos dejado y ella ya se entrega a los brazos de otro que parecía un reflejo de mí y que coreaba los goles del equipo que grité desde que pateé un balón por primera vez. La sentía y me dolía, extrañamente. Hacía tan poco comparado con los veranos que vimos pasar a los pies de la montaña transparente en la cual nos juramos lealtad.

Levanté la cabeza para ver si a lo lejos la divisaba, entre los corales de cabezas que llenaban la plaza. Entre multitud de colores y anguilas de papel mi mirada se perdía a lo cual regresaba a mi incitación interna, sabiendo que trágicamente nos tendríamos que volver a amar, no sé si ahora o en otra vida, pero ¿podría encontrar otra vez lo que dejé en ella?
Con esa imagen, que no se va jamás, en el paraíso del sur
18 julio 2006
VARGAS GÓMEZ

16.7.06

Viviómetro

Pues es raro. Hoy he pensado en publicar cinco diferentes cosas, las cinco están hechas porque las he hecho en los últimos tres días. Pero me acaban de enviar algo que se podría denominar "test" de la vida...jajajajajajajaja mi resultado me encantó y más lo que me dijo el sistema. Les recomiendo que lo respondan sinceramente, después de todo sólo así podrán saber su resultado. No se preocupen, no es ninguno de esas páginas que me mandan las respuestas ni nada, ya se darán cuenta porque nunca les pide sus datos.



Ese fue mi resultado, jajajaja, mis 47 puntos me hago de risa... Lo único que me pregunto es: ¿quién dice qué tan rápido has vivido? ¿cuál es el parámetro? por que, quizá, puede ser que si, en efecto, haya vivido muchas cosas demasiado rápido o, más bien, antes de que otras personas que me rodean las hayan vivido. ¿A alguno de ustedes les suena? jajaja, no empiezo a dar ejemplos de cada uno de los casos...

Pero bueno, ahí les dejo la página...recuerden, respondan sinceramente. Si alguno de ustedes quiere compartir sus resultados, bienvenido, aquí no se juzga a nadie.

Y pasando a otros temas...pues no hay muchos temas de los cuáles quisiera hablar por el momento, estoy preparando muchas cosas. Felicidades a las dos María Fernanda's que cumplen hoy, Márquez y Costal, jajaja que cagado, las dos Mafer cumplen hoy. Y ya...lo que pensaba publicar hoy, lo publicaré mañana.

Ciao.

30 MINUTOS DESPUÉS: NO PUEDO DEJARLES EL LINK, YA QUE POR ALGUNA EXTRAÑA RAZÓN SE ME DESCONFIGURA MI PÁGINA, ASÍ QUE SE LOS MANDARÉ POR MAIL. Ahí los que quieran dejan el comment con el score

14.7.06

DIEZ DÍAS PENSANDO EN TI

Llevo diez días pensando en ella, haciendo las cosas que me corresponden y las labores obligadas, con uno que otro baño de vapor de por medio y mil tazas de café por hora, pero siempre pensando en ella.

Llevo diez días pensando en ti, imaginando mundos y construyendo versos para ti y ahora que me decido a escribir, la inspiración me abandonó, dejando tan sólo esta pluma y papel, llevándose consigo las musas, las flores y el jazmín.

Llevo diez días pensando en ti, cerrando los ojos ante un teléfono que no deja de mirar y durmiendo al lado de una foto que deja de hablar.

Llevo diez días y un poco más sin saber de ti, ni siquiera una llamada que me permita saber si estoy bien o voy por allá. Y yo con tantas cosas que decir y las musas se están burlando de mí.

Llevo diez días sin dejar de pensar en ti y me pregunto si debo de esperar o largarme a la mar. El mar nunca nos responde, de cualquier forma, pero puedo perderme en él, imaginando la infinitud con la que mojas todo al andar.

Llevo diez días pensando en ti y muy poco en mí. Tengo tus regalos de cumpleaños adelantados en una bolsa, debajo de mi escritorio y no se si dárselos a una monja o llamarte para ver si lo festejamos.

Llevo diez días en ti, sin estar contigo, con unas musas que han pasado de largo y mi colilla de cigarro que termina como este día.

Llevo diez días pensando en ti y no se si mañana pueda un poco más. No sé si un poco más...


No he dejado de pensar en ti.
12 de julio 2006
VARGAS GÓMEZ

12.7.06

......

apenas son las 11:10 am y ya quiero que se acabe el día. De verdad no es mi día. Todo se me juntó hoy y lo único que quiero hacer es sentarme y cerrar los ojos, aunque sea un momento.
--
Es de esas veces en que no se siente el corazón. La pluma pesa. De cerrar los ojos por un momento y no sentir por un instante.

Pesa el alma y la vida. El ser se eleva como el humo que cruza frente a la ventana, empañando las hojas de un libro que aguarda trágicamente a terminar de ser leído.

A veces quisiera ser un águila y volar. Ver todo desde lejos y volar. Remontar el vuelo y anidar en una montaña entre las nubes. A veces quisiera ser eso. Pero no puedo.

Desde que me quitaron las plumas de un ala no puedo. No he encontrado quién me las haga crecer de nuevo.

Y es que justo cuando creí haberla encontrado, esa hermosa figura desapareció.

A veces quisiera ser un águila para encontrarla de nuevo. Volar a su lado y pedirle que me ayude y me cuide. Que me quite este maldito vértigo que no me permite volar.

Entre montañas de papeles y humo en vez de nubes,
en la oficina.
12 julio 2006
VARGAS GÓMEZ

AHORA CUMPLE




¡AHORA CUMPLES, CABRÓN!
Disculpen la expresión, pero en verdad me aturde López. Es un enfermo y quiere contagiar nuestra democracia y sociedad. Lo acabo de ver en la entrevista con López-Dóriga y...está enfermo. Andrés López:
CUMPLE, CABRÓN MENTIROSO, ¡CUMPLE! NO JUEGUES CON FUEGO NI A INCITAR AL PUEBLO, NO CON ESO. SIEMPRE SE TIENE QUE HACER COMO Y LO QUE TU QUIERES. ESTA VEZ DIGO UN ROTUNDO:

NO
NO A ANDRÉS LÓPEZ Y SUS DISCURSOS
POLARIZADORES Y MENTIROSOS.
NO A UN TIPO SIN PALABRA.
NO.
Luis Benjamín Vargas Gómez

10.7.06

ET TOI..........................ET MOI

ET TOI

De pronto se dio vuelta y alcanzó a atrapar por un momento su eidética imagen. Sentado, con nada puesto más que la figura de ella todavía en sus pupilas, se detuvo.

- “Sha na ra na na” – se escuchaba a lo lejos.

Se detuvo y se dio cuenta de ese eco en su cabeza. Ella bailaba ¿Por qué sólo su figura y no toda ella?
Ella que resistía todavía a salir de su cuerpo. Ella, que por siempre sería, la princesa Pipita.

En medio de la cama.
08 julio 2006
VARGAS GÓMEZ
ET MOI
Y si nada más me fuera, probablemente sería más sencillo aunque mas incierto. Y si me quedara probablemente sería más difícil y directo. Lo sé, aunque tú digas lo contrario, que la única forma en la cual te haría daño sería en defensa propia.

Después de todos los caminos que he soportado parece que las fuerzas se me agotan. Es un camino demasiado largo, de esas longitudes que no se miden con la regla, si no de a palmo de corazón. Si alguna vez te hiciera daño, sería en defensa propia. Eso lo sé y a veces tú me empujas. Me empujas y yo alcanzo únicamente a aventar la cena en la mesa.
Son los aires nuevos que trae consigo la advenediza industria, ya nos habían anunciado de ellos con anterioridad.
Y yo lo único que deseo es tomarte entre mis brazos y destrozarnos mutuamente en un beso que arranque hasta el alma. Y tú y yo desapareciéramos. Más allá de Yautepec y aún más de Cocoyoc.
¿Qué harás cuando nos beban por completo?
Mi corazón reside ahora en un cofre
09 julio 2006
VARGAS GÓMEZ

5.7.06

El rey francés de la escalada

Una joya...una verdadera joya. Disfrútenlo tanto como yo en la oficina...Si alguien lo puede conseguir se los agradecería. Es imperioso para mi felicidad perpetua el que posea este video, jajaja, en verdad.

Ciao...se me viene encima, en tan sólo unas horas, el fin de semana más largo en mucho tiempo.



p.d. eso le pasa por mamón, jajaja

3.7.06

De esperas

Si por esperar se me fuera la vida, sin duda habría muerto ya. Puede ser que ya haya muerto y que sea mi recuerdo lo que escribo, o puede ser que nunca haya esperado tanto como para morir sentado.

Si para morir tuviera que esperar indefinidamente, no se si lo haría. Amo tanto vivir como para hacerlo. Algunas veces me ha tocado esperar, una de ellas fue tanta la espera que, en efecto, morí. Inicié. Morí para volver a ser, sin esperas de por medio ni fantasmas tatuados en la pupila.
Esperar dicen los viejos, es de sabios. Francamente no lo se, no soy viejo y menos sabio. Sin embargo he llegado a esperar, siempre con un límite que ha variado con el deseo y la persona que me lo provocó. Inclusive he llegado a esperar a que exista algo que había muerto tiempo atrás. Esperé y morí e insisto, me reconstruí. De esa fatídica espera en la cual mi cuerpo quedó como fierros que sostenían algo que ya no era más, resurgí. Me tuve que detener por un momento para ver hacia atrás, observar los estragos causados, cuáles y cuántos de ellos eran mi responsabilidad por no haber respetado las precauciones aparentemente evidentes. Me detuve a hacer un recuento de los materiales que todavía eran útiles y permanecían en buen estado, quizá esta fue la parte más difícil, ya que implicó remover los escombros. Remover cada pulgada de corazón maltrecho y esperanza desangelada. Cada escombro que retiraba tenía un número de serie que hacía que inclusive lo que permanecía en buen estado, tuviera que ser desechado con él. Así fue.

Me llevé un tiempo, no mucho ni poco. Lo necesario e indispensable. He de aceptar que no me gusta esperar. Ahí tuve que esperar, no como antes por algo que había muerto en medio de la borrasca del egoísmo, si no por que mi existencia estaba de por medio. Vi amaneceres deseando que nunca más fueran y sufrí noches que mojaban mi mano, recordando aquellas perdidas. Me levanté deseando no tener que hacerlo, sin tener que ver a nadie más. Me rodeaba de personas que no compartían mi dolor y tenía que estar, deseando huir, desaparecer. Y me levanté.

Si por esperar se me fuera la vida, sin duda habría muerto ya. Montado en un águila observé que hasta los ríos marcan los límites entre la tierra y el mar. Esperando me percaté que había un límite entre mis deseos y los del otro y que tenía que ceder. Perder. Y ganar después.

Esperando me di cuenta que no tenía que esperar tanto porque la vida se va. Que por esperar a que pase el tren adecuado, pudiera haber tomado aquel en el cuál me cruzara con ella y nos conociéramos. Esperando me di cuenta que los demás no esperan al mismo tiempo que yo y que no tienen por qué esperar; que en la espera dejas pasar y se deja atrás. Esperando me di cuenta que la vida es una cuestión decisión, que me puedo detener a analizar con el peligro de encontrar parálisis por análisis. Esperando me di cuenta que la vida no espera y que el mundo gira al compás de tu corazón. Esperando me di cuenta que tenía que decidir si llenar el espacio con amor o con utilidad, escogiendo el amor porque satisface el alma y crece en la decisión de otorgar. En la espera me percaté de ese breve espacio en que no está…en el que se me rasga la vida por la soledad.

Podría ser tantas cosas, un águila, un pilar, un roble, un caballero sin montura o un romántico postfechado, pero se que no podría ser un reloj…no podría vivir contando el tiempo esperando a que llegara la hora para sonar. Prefiero abrir los brazos y tirarme al mar. Rendirme ante el vértigo y abandonarme al peso de la entrega total.

Si por esperar se me fuera la vida, sin duda habría muerto ya.
Ya llovió, desde aquel chaparrón hasta hoy…
03 julio 2006
VARGAS GÓMEZ