7.6.06

Entrevista

Su figura pesada y grande compite con la simpleza del jardín en el cual se encuentra sentado tomando un té. A sus 48 años de edad y cerca de 29 radicando en México, Benjamín Vargas García afirma que no ha logrado todo lo que se ha propuesto en una tierra que le brindó todo: tranquilidad, fortuna y, según sus propias palabras, lo más importante, una familia unida.

Benjamín Vargas llegó a México procedente de Managua en 1977. “Venía a estudiar Ingeniería Civil a la Ibero, inclusive presenté el examen de admisión, pero conoci la UNAM y me decante por ella”. Sus grandes espacios, la cultura que se respira en cada rincón de la Universidad y la majestuosidad de su historia lo atraparon inmediatamente. “Fue la mejor decisión que pude tomar, la UNAM me dio muchas cosas y la oportunidad de conocer, por amigos cercanos, al amor de mi vida, mi mujer”.

Su paso por la UNAM fue el de cualquier joven solo que, además, él se encontraba permeado por una visión humanista y social influenciada enormemente por la situación vivió en su país poco antes de partir, con el estallido de la guerra civil. “Fue una época muy difícil. La guerra más espantosa de todas, si es que existen diferencias entre ellas, es esa que enfrenta a hermanos con hermanos y a padres contra hijos. Mis padres se preocuparon porque tuviera otras oportunidades y que, por supuesto, creciera con mayor seguridad, por lo cual me enviaron a México y ellos se quedaron en Nicaragua. Fue muy difícil al inicio, pero representó un gran reto que supe cumplir. De cierta forma se juntó con la visión social que enseñaban en la UNAM y que, aunado a lo que había vivido, me hacía ver las cosas de manera un poco diferente a como la veían mis demás compañeros mexicanos. Mi preocupación por la situación social me llevó a crear la Casa de la Amistad México-Nicaragua y a ayudar a inmigrantes centroamericanos, además de formar parte de la Sociedad de alumnos de la Facultad y pugnar por los derechos de los estudiantes y la mejora de nuestra Universidad”.

Bebe el té con gran tranquilidad y frescura, esa misma que le han brindado tantos años de esfuerzo por salir adelante solo en un país que le tendió la mano. Su primer hijo vino al mundo cuando él tenía 24 años y su hija cuatro años después. “Son mi mayor alegría y el motivo de mi lucha junto con mi mujer. Cuando nació mi hijo me propuse darle más de lo que a mí me hubieran dado y hacer de él un hombre de bien. Cuando nació mi hija mi dicha fue completa ya que siempre había deseado tener una niña. Estoy orgulloso de mis hijos y de la forma en la que los hemos educado mi mujer y yo”.

Su experiencia profesional ha sido vasta y muy diversa. “He trabajado en distintos ramos, desde la iniciativa privada hasta en el Estado. He laborado en ICA, Grupo CAZE, Grupo Cedros, ANDSA que, con la venta de paraestatales de Carlos Salinas se convirtió en SERANOR, y así hasta que por fin pude realizar mi sueño de independizarme y crear una compañía de transportes de carga especializa y en general, TRANSVAGO y una Distribuidora de Medicamentos, FARMACIAS SALLENT”.

Cuando se le pregunta si esta satisfecho, sonríe de manera irónica e inmediatamente responde: “No, por el momento. He logrado varios objetivos, uno de ellos el darle una buena vida a mi familia; también ver que mi hijo mayor se titule en la Universidad, falta nada más mi hija. Quiero retirarme en 10 años y vivir de mis rentas. Quiero llevar a mi mujer a viajar por todo el mundo”. Sobre sus planes a futuro expresa: “Consolidar la Distribuidora de medicamentos y concretar unos negocios en puerta”. ¿Cuáles? No responde, ya que afirma que “del plato a la boca se cae la sopa”. Dicho esto, termina de un trago lo que resta de té y se dispone a servirse un poco más.

Sus principios, ética y forma de ser han sido un ejemplo para sus hijos y todos aquellos que lo han conocido. Un hombre cuyo lema es la lealtad ante todo pero nunca antes que el honor. Un hombre que considera el cambio pero nunca la evolución. Un hombre que afirma que siempre hay que seguir adelante, nunca hacia atrás, ni para tomar vuelo. Un hombre del cual estoy orgulloso de poderlo llamar papá.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hooola !!! una columna interesante y escrita de una manera linda, y asi como tu estas orgulloso de tu papá de igual manera ha de estar él orgulloso de ti.

Me gusto mucho!!!
xoxo

Luis Vargas dijo...

jajaja me encantas Ro!!! eres un bomboooon!!
gracias por estar siempre que el espacio ha sido amenazado...
te quiero