28.1.05

De dioses en la tierra del olvido

De dioses en la tierra del olvido

I think they love no Art
Who break the crystal of a poet’s heart
That small and sickly eyes may glare or gloat
[1]

¿Cómo decirle a alguien que no te quiera? ¿Cómo traspasas la delgada línea del respeto y la agresión defensiva? ¿Cómo prohibirle a alguien que se infle por ti en los días y llore lágrimas de sangre durante las noches?
Decidimos entregar nuestra alma a una persona sin preocuparnos por ponerle un hilo que ate el regalo a nuestro ser y quizá no sea necesario; quizá amor es eso, entregar sin vacilaciones ni cabildeos con los amigos, simplemente entrega total en pos del deseo y anhelo reflejados en esa persona. El objeto del amor es amar, ni más ni menos.
Decidimos que no nos importa si entiende o no el motivo de nuestra locura –después de todo, ¿no es una locura el amor? Perder todo tipo de individualidad protectora…–, simplemente vamos y aventamos nuestra alma esperando que esa persona la mire y después se la coma. Tremendo el acto de comer y no guardar, puesto que al comer-nos hace suya enteramente, por un momento, nuestra fractura, y recorremos su cuerpo desde el estomago al corazón, viendo con sus ojos y sintiendo con su piel.
Decidimos que no necesitamos a nadie más. Nadie más. Sólo esa persona. Le pido a gritos que me coma y decide olerme. ¡CÓMEME! Un avance entrar por el olfato, pero necesito que me muerda y degluta. Quiero que me coma y no salir nunca más. Y si no lo sabes no importa, yo se lo que siento, yo se lo que cortan después esos labios rojos afilados. Quedarme como proteína esencial en su funcionamiento diario.
Sucede que las personas nos aburrimos de tener lo que tenemos y queremos sufrir. Somos seres fatalistas en busca de lo inexpugnablemente escondido. Somos seres insatisfechos, miedosos de nuestro propio reflejo en el otro y la temporalidad del mismo, que siempre deseamos. Seres acobardados por la continua presencia de nuestros fantasmas que nos cobijan y muerden la almohada…Nos regodeamos en la recreación de satisfacciones imaginarias u objetos que no existen para satisfacer nuestra necesidad ¿Qué necesidad…?
Sucede que nos amedrentamos a nosotros mismos con la idea de encontrar satisfecho el deseo en ese objeto, en ésa. Y nos damos la vuelta, vomitamos lo deglutido, puesto que cagarlo sería aceptar –qué así es en realidad– que nos quedamos con esa persona dentro de nuestro referente, y con los ojos en blanco decimos adiós… ¿Adiós? ¿A dios? ¿A qué mentado dios? Al dios de la tierra del olvido. “Si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy…” Escrito dios con minúsculas –denotando su pusilanimidad– y con el sueño guajiro de llegar a serlo, cuando en verdad apenas alcanzaría a ser un semi-dios con papel de tercera parte en la presentación de un mito originario.
Sin embargo, la anterior parece ser la menos cruda de las soluciones. Por lo menos la palabra está de por medio. El silencio suena aún más tremendo; en el silencio “de los ojos blancos” nos niegan, nos dejan de nombrar y dejamos de existir para ésa. Suena aún más tremendo considerando que la palabra es el origen del Ser, y en el hecho de que no nos nombren conlleva una exclusión, al ser nuestro nombre parte de nuestra identidad, de nuestro ser. En este silencio no sólo pierde nombramiento nuestro ser –que es Lo dicho– sino que imposibilita consecuentemente la existencia de nuestro no-ser –Lo no dicho–. En este silencio el duelo se antoja aún más largo y quizá interminable. El dolor es un instante inmenso sin estaciones ni paradas. La afirmación “ya sabes dónde estoy” ni siquiera tiene cabida en la situación. No es cierto eso de que no hay mal que dure 100 años…Hay malestares que nos acompañan desde que el hombre se llama a sí mismo Hombre.
Y sin embargo, hay gente que cree ya no tenerle miedo a la vida. Que quiere coronarse dios en la tierra del olvido. Que cree sentirse con la autoridad y existencia necesarias para prohibirle el amor a la otra persona. Que cree no tener miedo más que a la corona misma y sus fantasmas los traspasa en franquicia universal. Que cree que la limitación de espíritu es sana y la vanidad el valor más anhelado…Que en realidad el odio los ciega y la vanidad cose sus párpados con hilos de acero. Y el odio es la eterna negación de nuestro ser. Odio originado por el miedo a la libertad y al cuerpo descarnado con el corazón desangrado de amor. Odio por no querer entender al otro e imponer decisiones “biliares”. Vanidad porque sólo aquellos que no son vanidosos pueden amar a otro que no sean ellos mismos, porque se alejan del egoísmo y entran al amor, amor convenido con nuestra alma y conveniente a nuestro cuerpo y ser.
En realidad todo debe de salir de nosotros. De nada sirve decirle, gritarle o rogarle a una persona lo que no siente y no puede entender. Eso no significa que no lo sentirá, quizá mañana lo sienta o quizá poco antes de morir, pero en ese momento no. Y lo terrible es que no podemos hacer nada para evitarlo. La barrera impuesta por la negación es infranqueable para nuestro propio ser.
El peso que puede llegar a crear el amor de otra persona sobre uno mismo puede resultar terriblemente pesado si es que uno no se encuentra lo suficientemente liberado como para responder a ello. El peso del amor de una persona hacia nosotros puede significar, si no lo sabemos enfrentar, limitación de la limitación, y contra-cara del espejo de la vanidad. Sin embargo creo existe un caso en el cuál la situación es quizá más dramática por la “inocencia” del ser amado, y es cuando alguien más sin tú esperarlo, quererlo y pensarlo, deposita su amor en ti y tú ves a la persona como alguien más en tu entorno. Aun así parece despiadada la imposición y prohibición, ¿cómo decirle a alguien que no te quiera sin romperle el corazón y fustigarle el alma?
Quizá (y digo quizá porque ya no se con certeza donde ubicar a los actores en este drama) no siempre está en nosotros mismos dañar al otro. Quizá, si nosotros fuimos lo más honestos posibles, directos y humanos, la otra persona sufrirá pero no por designio directamente nuestro, sino por ella misma y la sentencia la aplicará su dedo reflejado en nuestros ojos. De cualquier forma no dejamos de ser responsables del hecho. De cualquier forma, la vida no es cómo las películas moralistas hollywoodenses…aquí el “bueno” no gana.
Ya lo dijo Wilde encarcelado y vinculado en De profundis, “…Los dioses son extraños. No sólo emplean nuestros vicios como instrumentos para flagelarnos, sino que nos conducen a la ruina por medio de lo bueno, amable, humano que hay en nosotros”.

[1] No aman el Arte aquellos que destrozan/el cristal de que está hecho el corazón/de un poeta, a fin de que lo vean/los malignos ojillos indignados. WILDE, Oscar. Uncollected poems.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

NENE:
DEFINITIVAMENTE ESTE ES MI PREFERIDO, CREO Q YA TE MANDE MIS COMENTARIOS A TU MAIL, AUNQ SIGO ESPERANDO LA RESPUESTA...
QUE NO SE TE OLVIDE NUNCA LO GRANDE QUE ERES...
MUCHAS FELICIDADES DE TU PAGINA Y DE LO Q ERES!
CADA DIA ME SORPRENDES MAS! REALMENTE TE ADMIRO!
ANONIMO, BUENO SOLO TU SABRAS... SAMOY!

Anónimo dijo...

El ser humano toma conciencia de si mismo al ser nombrado por alguien más, gracias por no dejarme morir en la inmensidad de las paredes,porque no hay nada mejor que saberse existente en los labios de quien forma parte de ti, entonces,tomando en cuenta la amistad que nos une,en el momento mismo en que tomas conciencia de ti mismo a través de los demás,yo también tomo conciencia de mi existir ya que compartimos una amistad y si tu formas parte de mi, tu reconocimiento es también el mío.
Con respecto a tu columna,no hay nada más maravilloso que amar, no importa si ese o esa no te corresponde ¿negarle a alguién la posiblidad de que te ame? no,quizá esa persona es feliz con el simple hecho de saber que te ama aunque tus ojos no la miren, ¿de qué serviría amar sólo a aquellos que nos aman? ¿en dónde queda la amarga dulzura del quizá, de la esperanza? NO HAY MAL QUE DURE 100 AÑOS muchos amores duran una eternidad, la pregunta es ¿el amor es un mal que nos forma o que nos destruye como individuos? Te quiero mucho. Vero

Anónimo dijo...

Somos un conjunto de sentimientos desordenados, donde estos duermen, saltan, corren, se rascan, estornudan, descansan… es decir, viven. Son pequeños y gigantes cronopios que nos forman y que nos llevan a la acción, son tan traviesos y obstinados que se esconden de la racionalidad para que cuando esta se descuide salten y nos muevan.
Imagina entonces cuan complejo es el ser y cuan difícil es controlar los sentimientos… ahora imagina la combinación de un ser con otro… la única forma de que esto no sea un caos es que, como bien dices, elimines la vanidad y el egoísmo, por ello coincido contigo al pensar que se pierde la individualidad al amar.
Pero qué mejor forma de enriquecerte que esa ¿no crees? Porque al amar no pierdes, eso no puede ser posible, siempre ganas, siempre creces… y el ejercicio de amar no puede ser dañino, tal vez duela o pique, pero es como cuando crecen los huesos, si no fuera por ese proceso nos quedaríamos pequeños y posiblemente inmóviles.
Nadie tiene la jurisdicción de prohibir que el otro le ame y como reciprocidad, nadie puede exigirle al otro que le ame… por eso hay que aprovechar cuando coincides (¿recuerdas a Géraldy no?).
Me gusta lo que escribes porque me gusta que me hagan pensar y reflexionar… así que seguiré leyendo tu ser –lo dicho– y también tu no ser –lo no dicho– jajaja
Nos estamos viendo y después me explicarás qué tiene que ver esto conmigo… digo tiene que ver con todos, pero por qué leer este?
Claudia

Anónimo dijo...

PUES QUE TE PUEDO DECIR????, DETRÁS DE ESA CARA DE "MAMÓN" QUE TIENES, ERES UNA PERSONA SENSIBLE, NOBLE, QUE ENTREGAS TODO A LAS PERSONAS QUE QUIERES!!!, PRINCIPALMENTE LA PERSONA QUE LLEGUES A AMAR MMMMMM... TÚ MAS QUE NADIE LO SABES...
100% SENTIMENTAL, TODO UN SAGITARIO!!!!
NOTA: MI COMENTARIO ES MUY SUPERFICIAL... PERO ES DE LO POCO QUE TE PUEDO DECIR, YA QUE A PENAS TE VOY CONOCIENDO Y LEÍ MUY POCO DE LO MUCHO QUE TIENES EN TU PÁGINA ...
GUAPO!!! ATTE. YNOT (SILIHC)
AHHH Y EL PINCHE CABRÓN QUE ES INDISPENSABLE, YA QUE ES EL TEMA DE TODO LOS DÍAS CONTIGO. JAJAJA