9.3.08

Me siento...

¿Hacia dónde ir cuando no quedan lugares nuevos en los que esconderse?

Cuando todos han sido visitados y hasta sudados...

En momentos en los que la desesperación amenazara

con derrumbar castillos, muros y el firmamento.

En momentos en los que el perro negro

pela los dientes y eriza su pelaje,

disponiéndose a saltar encima y no soltarte.

En momentos en los que desearías voltear a tu lado

y verla, sonriendo,

como si nada pasara. Como si nada

hubiera pasado.

Besándote.

Besándola.

Los mismos árboles, un poco más grandes y un poco menos vivos, atestiguan lo que antes ya habían visto, en diferentes tiempos y circunstancias, prefiriendo guardar silencio. Así,

no se puede.

Es como tratar de envejecer con estilo

y morir con propiedad. Se puede

morir con dignidad, con honor,

pero no con propiedad.

Las arrugas siempre serán enemigas del estilo.

Entre cables, barreras, líneas de metal y peatones perdidos,

me siento.

Como si saltaras en un trampolín suspendido sobre un precipio,

sin tener otra opción que seguir saltando.

Como si las ramas de estos mismos árboles fueran dedos

que se aprestan a tomarte y arrebatarte todo lo que te queda.

Así me siento. Con vértigo. Con dolor. Con desesperación.

Con amor expectante.

VARGAS GÓMEZ
09 MARZO 2008

7.3.08

Sintiéndose como la mierda

Hay veces que creo, como en este momento, que no debo de amar. Ni siquiera por momentos. Ni siquiera un momento. Hay veces que siento que todo aquello que llego a amar, simplemente se me va.

No se va con el aire.

No se va con la mañana, menos con la noche.

No se va con la marea o el sereno.

Se va con el objeto. Se va con la persona. Se va y, simple y llanamente, no deja nada detrás.

Hay veces que creo que mi error más fuerte es atreverme a amar: ahora que me he atrevido a hacerlo, me he quedado con el corazón de palmos y las lágrimas flotando.

Eso creo.

Sin embargo estoy seguro de una cosa: que aquello importante, lo más valioso, al parecer lo he olvidado. La vida me ha enseñado miles de sueños y vivencias, pero lo más valioso he olvidado aprenderlo, permitiendo mis confusiones y haciéndome vivir, para no volverlo a olvidar, un día más. Trágicamente, al parecer eso que he olvidado está íntimamente relacionado con mi corazón. Dos errores he cometido –dos–, en esto de las lides del amor…uno ha sido atreverme a amar y la otra es sentir, pedir y llorar mientras, al otro lado del auricular, no se oye otra cosa que: perdón, pero tengo que trabajar.

Y pensar que por ella yo daría dos veces la vida. Y pensar que, por ella, he hecho lo que nunca antes y lo que nunca después. Y pensar que me he visto viejo…con ella a mi lado.

07 marzo 2008

VARGAS GÓMEZ