18.1.07

La diferencia entre ser y tener

Es sorprendente como nos pasamos gran parte de nuestra vida en la lucha por el tener y pocos se preguntan las menos de las veces que tanto luchamos por el ser. No sé a cuantos y quizá no sea el tema de esta reflexión, pero estoy seguro que a más de los que puedo imaginar se les va la vida sin preocuparse, siquiera, por el ser.

¿Cuántas veces hemos luchado, deseado, amedrentado, llorado, por tener? ¿Cuántas veces por ser?

El ansia por tener hace que nos perdamos y nos olvidemos de lo que, posiblemente, se vea más trivial: el ansia por ser.

Quiero morir siendo. Quiero ser.

Siempre soñé, cuando era niño, con ser. Me pregunto qué fue lo que sucedió en mi vida que me hizo ansiar el tener. Tener dinero es más nada sin ser uno el que lo gaste.

¿Qué es más importante, tener o ser?

Me parece que de nada me sirve tener felicidad si no soy feliz. Me parece que he estado andando por rumbos equivocados y que he esperado tener sin romperme el alma para, antes, poder ser.

Quiero ser ese niño que no quería otra cosa más que ser lo que más le gustaba: feliz. Quiero ser mis sueños y no tener más sueños porque me he dado cuenta que los sueños cuando son tales siempre terminan mal. Creo que si los eres, de alguna forma, terminarán bien.

¿De qué me sirven 10 pesos si no puedo dárselos a una persona? Si con ellos no me puedo comprar un helado para los dos. Quiero volver a ser ese niño que no le importaba tener, sólo le importaba ser.

Tenerte a ti mismo siempre será, pero ser tú mismo es más difícil, no sólo por esas siluetas de dragón en la sombra de un ratón, también por que hemos creído que entre más tengamos más podremos ser. El tener puede adquirir satisfactores pero nunca comprar sentido. En la eterna búsqueda de sentido me he percatado que he vivido así.

Creo que prefiero un cuarto de azotea, trepar montañas, morir con menos inclusive, pero morir siendo yo. Sólo entonces creo que habré muerto feliz. No sé que es lo que más me gusta hacer para trabajar, inclusive creo que he perdido el sentido para saber dónde debo de orientas mis fuerzas. Pero me acabo de percatar que perderme en eso es volverme a perder en el tener. Creo que tengo que enfocarme en ser. En la medida en la que sea estaré un poco más cerca de mí. Ser lo que yo quiera, en dónde quiera, con quién quiera, siempre sin hacer daño y entregando amor.

Me entristece hasta el ala de mi sombrero caminar y escuchar a quién abre un negocio y se lamenta en lo secreto de haber elegido a ese socio, aunque el negocio pudiera ir bien. En la lucha por el tener nos hemos olvidado por ser, prostituyendo nuestra esencia. En nuestra obcecada necesidad por sobresalir con nuestro acumulado, nos hemos olvidado por apostar en lo que realmente somos, aunque nos deje menos dinero y presencia, pero si más de lo que podemos tener. Si en la ruleta de la vida me pidieran apostar mi alma y mi corazón por alguna de las dos opciones, estoy seguro que pondría todo en el ser.

Me entristece aún más escuchar a alguien que prefiere tener miedo a ser su miedo. Que prefiere abstenerse a arriesgarse a encontrarse a sí mismo. Me da mucha tristeza ver cómo se le nublan los ojitos diciéndome: “mejor no”. Me da tanto miedo escucharle y saberlo, no sea que corramos el riesgo de convertirnos en una piedra que, aunque pudiera guardar un diamante dentro, su ansia por tener le haya recubierto de toneladas de roca y amargura. Y cuando quisiéramos salir, fuera ya muy tarde.

Lo importante no es que te peguen,

si no cuánto te tienen que pegar para rendirte.

18 enero 2007

VARGAS GÓMEZ

2 comentarios:

J. F. Santoyo dijo...

y para mís urge algo más preocupante aún, ¿Qué es más improtante? ¿El ser o el TRASCENDER?

Luis Vargas dijo...

veo la trascendencia como complitud del ser...