Si el destino no esta de nuestro lado ¿por qué nos encontramos esta noche?
Luis Vargas
Luis Vargas
Esa fue la segunda pregunta que me planteé. La mayoría de la gente, cuando piensan en destino, piensa en algo que ya está escrito y que no hay forma de acceder a él más que con el pasar del tiempo. Creo que el destino es otra cosa. Es la destinación, la conjugación de energías que necesitan encontrar determinado cauce y así lo claman a través de sus expresiones corporales y casualidades. Dicho de otra forma, más claro y sencillo: es el mejor camino que nuestras energías, nuestros espíritus –expresados en la vida- nos marcan y que nos avisan a través de una serie de eventos. De nosotros depende si hacemos caso o no. He ahí el poder de la decisión y el valor y coraje para tomar las decisiones cuando se necesita. Recordemos que ni las oportunidades ni las personas se pierden, alguien más las toma.
A lo anterior tendemos a llamarlo, muchas veces sin querer, casualidades y coincidencias; son combinaciones de circunstancias que no se pueden prever ni evitar. Co-incidencia (De co- y el latín incidĕre, caer en, acaecer).
A lo anterior tendemos a llamarlo, muchas veces sin querer, casualidades y coincidencias; son combinaciones de circunstancias que no se pueden prever ni evitar. Co-incidencia (De co- y el latín incidĕre, caer en, acaecer).
La doble incidencia de dos cuerpos, dos mentes, dos almas, dos espíritus que estaban destinados –de nuevo, en tanto sus acciones, deseos y motivos- a estar ahí. ¿Por qué no hacemos caso de las coincidencias? Muchas veces no las reconocemos o no queremos reconocerlas.
En el primer caso puesto que no se presta la atención adecuada a lo que sucede en el camino. Gran número de personas, la mayoría, se absorbe en la rutina y en sus pensamientos y no se concentra, no presta atención a esos pequeños detalles que construyen el camino de su vida. Se presentan de una manera tan sutil –como todo lo bello en la vida- que no lo reconocen al ir pensando en grande. En el segundo caso, porque el hecho de aceptar la coincidencia es aceptar la responsabilidad que deriva de ella. El reconocer y aceptar la coincidencia significa que te haces responsable de lo que pueda emanar de ella, y eso es algo que a la mayoría de la gente no le gusta: hacerse responsable. Les da miedo.
El hacerse responsable de lo posiblemente emanado de la coincidencia no representa el encargarse totalmente de la situación. Para eso son dos personas. Significa tomar la decisión y trabajar sobre ello, no dejarlo como un asunto fortuito –es decir, de la suerte o fortuna- que “simplemente” pasó y ya y "a ver qué pasará". Es responder a la situación y entender por qué está pasando. En primera instancia debemos entender lo siguiente: pasó por que quisimos que pasara. Desde lo más simple, desde el momento en que te paraste y caminaste, decidiste que así sucediera; hasta lo más embrollado, el buscar que sucediera o voltear para mirar a la otra persona a los ojos. A la situación a los ojos.
Es tan bello y maravilloso hacerse responsable…en esa medida los resultados siempre serán totalmente nuestros, no resultado de la decisión de otros ni de la fortuna.
Sin embargo, existe mucha gente que piensa que las cosas pasan por que sí y que no hay mayor solución. Siempre hay solución. Siempre hay alternativas. Hay que tener valor para tomarlas. Y así se dejan mangonear por gobernantes y potentados. Se dejan robar sus sueños y fortunas en pos de un destino maniqueo y maquillado, alejado de la realidad. El destino se construye día a día. El futuro es el producto del sudor del presente. El mañana es parte del imaginario del Hoy.
Hoy yo escribo. Hoy amo. Hoy hablo. Hoy siento. Hoy toco. ¿Mañana? No lo sé. Por cierto, ¿qué haces cuando la cita del inicio se repite varias veces?
En el primer caso puesto que no se presta la atención adecuada a lo que sucede en el camino. Gran número de personas, la mayoría, se absorbe en la rutina y en sus pensamientos y no se concentra, no presta atención a esos pequeños detalles que construyen el camino de su vida. Se presentan de una manera tan sutil –como todo lo bello en la vida- que no lo reconocen al ir pensando en grande. En el segundo caso, porque el hecho de aceptar la coincidencia es aceptar la responsabilidad que deriva de ella. El reconocer y aceptar la coincidencia significa que te haces responsable de lo que pueda emanar de ella, y eso es algo que a la mayoría de la gente no le gusta: hacerse responsable. Les da miedo.
El hacerse responsable de lo posiblemente emanado de la coincidencia no representa el encargarse totalmente de la situación. Para eso son dos personas. Significa tomar la decisión y trabajar sobre ello, no dejarlo como un asunto fortuito –es decir, de la suerte o fortuna- que “simplemente” pasó y ya y "a ver qué pasará". Es responder a la situación y entender por qué está pasando. En primera instancia debemos entender lo siguiente: pasó por que quisimos que pasara. Desde lo más simple, desde el momento en que te paraste y caminaste, decidiste que así sucediera; hasta lo más embrollado, el buscar que sucediera o voltear para mirar a la otra persona a los ojos. A la situación a los ojos.
Es tan bello y maravilloso hacerse responsable…en esa medida los resultados siempre serán totalmente nuestros, no resultado de la decisión de otros ni de la fortuna.
Sin embargo, existe mucha gente que piensa que las cosas pasan por que sí y que no hay mayor solución. Siempre hay solución. Siempre hay alternativas. Hay que tener valor para tomarlas. Y así se dejan mangonear por gobernantes y potentados. Se dejan robar sus sueños y fortunas en pos de un destino maniqueo y maquillado, alejado de la realidad. El destino se construye día a día. El futuro es el producto del sudor del presente. El mañana es parte del imaginario del Hoy.
Hoy yo escribo. Hoy amo. Hoy hablo. Hoy siento. Hoy toco. ¿Mañana? No lo sé. Por cierto, ¿qué haces cuando la cita del inicio se repite varias veces?
VARGAS GÓMEZ
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