Sucede

Sucede a veces que se me olvida decir no.
Sucede a veces que digo si, pensando en un no, y continúo, esperando que tú digas el no; que me demuestres que estoy equivocado. Y no lo haces.
Sucede que me molesto, en verdad me molesto y me duele, y en verdad me duele y me anochece. Me anochece en ese instante puesto que previamente sabía tu actitud y la forma en la que me lo dirías.
Sucede que sabía que no tenía que hablarte y mucho menos pedirte que respondieras.
Sucede que sabía que cuando te pidiera que me escucharas me ahuyentarías y me dirías que estas ocupada.
Sucede que me doy cuenta de eso y me duele, puesto que albergaba la esperanza, siempre la maldita esperanza, de que hoy fuera diferente. De que hoy te pararas y me escucharas. Te pararas y salieras.
Sucede que lo sé esto y sé lo demás. Sucede que siempre contigo guardé la esperanza de lo mejor.
Sucede que a ti siempre te imaginé lo más cercano a lo que siempre soñé. Sucede que yo por ti hubiera dado mi alma y mi vida...
Sucede, simplemente, sucede.