De separaciones en el tiempo

De separaciones en el tiempo o, "Un momento en la encrucijada".

“Si tú eres el sol que se levanta
Yo soy el camino de sangre”Octavio Paz

“…Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque ésta sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo”.Pablo Neruda


Cuando parece que mejor me siento es cuando las cosas parecen empeorar. Me enamoré de ti hace ya mucho tiempo. Me enamoré de ti hace ya una vida. Me enamoré de ti y me desenamoro de ti. Quizás no es que yo me desenamore, tal vez eres tú quién quiere que me desenamore. Quizás no pretendes que me desenamore pero con tus palabras, viento y sonido, propicias y das a entender eso. Me desenamoro de ti y tú me desenamoras a mí.

Cualquier separación, por corta o larga, fuerte o tranquila, resulta ser tremenda. La separación de nuestro objeto del deseo, de nuestro ser amado resulta ser abominable, más aún cuando no se sabe el por qué, más aún cuando te cae de repente la losa y tú tan estático. Mas aún cuando la separación presupone la posibilidad de una unión futura y reconciliación prometida -¿cómo puedes asegurar el futuro cuándo ni siquiera sabes que demonios vas a hacer hoy?-. We're just two lost souls swimming in a fish bowl, year after year, running over the same old ground. What have we found? The same old fears. Wish you were here...

El tiempo es implacable y no perdona. La vida pasa factura y todo aquello de lo cuál nos jactemos hoy, será nuestro tormento el día de mañana. Solamente aquellas cosas hechas con y por amor podrían salvarse y digo podrían puesto que ahí también puede uno salir perjudicado. El tiempo es implacable y va erosionando nuestras almas, suspendidas al calor del desierto. La vida nos pasa factura cuando menos lo esperamos y con quién más queremos. Así es la vida de “ciega” y justa. La lágrima que provocaste esta noche, será tu llanto mañana.

Pero se nos olvida. Seguro estoy que cuando termines de leer esto, a los minutos (horas si nos va bien) te habrás olvidado del texto y seguirás con el camino tradicional, terco y cerrado. Si hay gente que va a la iglesia y se golpea el pecho, se hinca, confiesa, llora y reza para que al cruzar la puerta, de salida, mienta a quien ama (y más a quien no ame), apuñale, robe oro y corazones; si esto sucede, con mayor razón se nos olvidará que aquello que hagamos hoy, mañana lo tendremos que pagar. La vida es el capitalista más riguroso que existe.

Sinceramente no pretendo modificar vida alguna, con trabajo destruyo y construyo la mía. Encárgate de la tuya. Únicamente pretendo reflexionar y que, ojalá, tú también lo hagas. Por que no existe un Yo sin un Tú y en este caso, este tú, también soy yo, tratando de hacerme conciencia.

La separación ocurre. Nos aborda y ocupa todo el espacio que ocupaba la otra persona. Pero la separación es muy ambiciosa y pretende ocupar todavía más espacio del que le fue otorgado originalmente; es una constante lucha entre uno y la separación para que no avance más. ¡Que te detengas, coño! ¡¡¡Dios, no avances más, mejor agarra, date vuelta y vete a la chingada!!! Aún así no entiende.

Entonces nos encontramos solos, sin saber qué hacer, adónde ir y con quién hacer en el ir. Nos figuramos el modo, eso es lo de menos. Pero en la figuración vive el fantasma del otro; dentro de esa parafernalia que recreas para olvidar a la otra persona –o postergarla, llámalo como quieras niño(a), sigue siendo indulgente contigo mismo, anda– cada movimiento que realices, cada boca que beses, que abrazo que recibas, cada cuerpo que estrujes y cada estrella que montes serán tan sólo espejismos del recuerdo, tu lucha por actuar en contra del fantasma. Aunque bajes el telón él seguirá ahí –entendiendo “él” no como hombre, sino como él fantasma que, por supuesto puede ser él o ella–. ¿Quién dijo que los fantasmas desaparecen de olvido? Los fantasmas acechan en los rincones más oscuros e inesperados para que, cuando decidas presentar tu parafernalia, tu obra de teatro barata, él sea el primero en entrar, verte a los ojos, tirar la tramoya a los actores y comerse los boletos el sólo. De nada te servirá llamar a los cazafantasmas, no existen para este tipo de fantasmas. Solamente tú puedes exorcizarlo. ¡Buh!

Mejor evítate el espectáculo. Mejor evitémonos la parafernalia. Evitémonos la farsa. Evitemos la mentira.

Indudablemente uno de los dos llorará más al otro. Todos sentimos distinto, lloramos diferente y morimos igual. Pero lo importante aquí no es quién llora más a quién. Lo importante realmente es cómo lo lloras y cuánto lo llorarás. Sucede que aquel que llora más al otro, es el que tarde o temprano, si sus lágrimas no fueron atendidas y secadas con tu boca, se cansará. Se parará, se secará las lágrimas y seguirá caminando. Cuando tú regreses al lugar donde lo dejaste, por estar confiado (o confiada) de que seguiría actuando igual y llorando, no lo encontrarás. Ni siquiera una almohada. Tan sólo una mota de polvo de su gabardina. Tan sólo un pañuelo mojado con las huellas de los dedos en él. Y huellas que caminan. Muchas interminables huellas.

Pero somos tan vanidosos que pensamos que ahí seguirá. Al igual que pensamos que a nosotros “no nos pasará”. Que equivocadamente vanidosos estamos. De separaciones en el tiempo están hechas las amarguras y los recuerdos que nos asaltan en las noches que mojan nuestras manos. De separaciones en el tiempo que pierden a las parejas amantes y amorosas. De separaciones en el tiempo.

Lo prometido es deuda, dicen los abuelos, y así se construyó nuestro mundo y nuestra cultura. Si prometes algo cúmplelo. No esperes a que llegue el mejor momento porque quizá, cuando creas que lo es, realmente no lo sea. Una promesa incumplida que la vida traza en tu línea. Una más para tu colección y bolso cargado de “hubieras” en la espalda. Si prometes amor, si te arriesgas a prometerlo, trata de morir para cumplirlo. El poeta recita: “morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres…porque amores que matan, nunca mueren…” No prometas amor, prométete tú misma(o) hoy, mañana ya veremos.

En las separaciones de quién amamos, el tiempo se vuelve tu peor enemigo o tu velo para los fantasmas, pero, indudablemente, no perdonará. Viviendo en el hoy pretendemos trasladar las separaciones en un lugar inhóspito e increíble antes del pasado y después del futuro.

Realmente no es que me desenamore de ti por ti, lo hago por mí. De separaciones en el tiempo que provocan desilusión y desesperanza. Por favor no hagas que me desenamore de ti, no lo sigas haciendo, no quiero ser yo quién te haga llorar.
No creo ni quiero olvidarte, ceno con tu recuerdo y me acuesto con tu fantasma. Tan sólo pretendo que la última estrella de la esperanza, que alumbra mi hoja mientras escribo, no se apague sin antes decir que te amo como nunca y todavía más. No sin antes decir que te esperé y que si bien en la espera radica la templanza, por lo menos esperaba un aliciente de tu parte. No sin antes esperar que hoy reciba tu visita y cumplas lo pactado. No sin antes esperar que la separación en el tiempo encuentre fin en nuestro amor.

En una noche de promesas incumplidas y plantones innecesarios,
17 febrero 05

Luis Benjamín Vargas Gómez