27.12.06

Reflexiones sobre un año menos

Y, al final, sigo sin encontrar aquello que se supone tengo que encontrar. No sólo se supone, a decir verdad muero por encontrarlo, aunque aún no sepa exactamente que cara tendrá ni a que nombre responderá. Este texto responde a una necesidad por exteriorizar algo que me viene siguiendo de un tiempo a acá.

He atravesado continentes, me he bañado en cada uno de sus mares e inclusive he navegado uno que otro río. En todos y cada uno de los paisajes me encontraba con personas que cruzaban mi camino, algunas se detenían y otras seguían de largo; conocí mujeres bellísimas que, sin embargo, no nos pudimos brindar más allá de un: “hola, ¿cómo llego al puerto?”

He tenido amantes por montones que han recubierto mi vida de placer y satisfacción y al terminar se han ido sin dejar nada más que el recuerdo detrás. No es reclamo ni melancolía, al final yo también hice lo mismo, es tan sólo un recuerdo. Y es que eso es lo que estoy suscribiendo, un recuerdo, una remembranza que, con motivo de estas fechas, ha hecho un poco de mella en mí.

He tenido relaciones con un ángel que después se convirtió en un demonio, y ambos tomamos café y discutimos sobre nuestro transitar por el purgatorio. Ese ángel que ahora ya no lo es más y yo tampoco he de entrar a su antiguo paraíso o a su nuevo infierno de reclamos con sabor acre o indecisiones siempre tan patentes. Ese ángel alguna vez me mostró la luz pero, más como Virgilio que cómo Beatriz, me guió tan sólo para que me hiciera una idea más clara de lo que estaba buscando, no de lo que iba a encontrar y, lo más terrible de todo, sin ella a mi lado.

Sigo sin encontrar lo que estoy buscando. Al final no es mucho lo que deseo: una mujer con quien compartir mis vivencias diarias, mis alegrías, mi dolor, mis risas, mis lágrimas, mi sudor y mi vida entera. Una mujer por la cual vivir y a quién ofrendar el fruto de mi trabajo, forjando juntos nuestro futuro. Suena muy romántico, en verdad, pero eso es lo que quiero.

Este año ha estado repleto de sinsabores, decepciones, plantones y aún así resultó mucho mejor que el año anterior. He de aceptar que me atrabanqué en muchas decisiones y que otras no tuve el coraje de seguir adelante, sin embargo son pasos echados atrás. Conocí personas valiosísimas, una de ellas que ni siquiera puede estar físicamente a mi lado –por lo menos por el momento– y que ha decidido (ella) que es mejor alejarse mentalmente de este terruño en el cual vivo a jugársela con todo para ganarle a los pronósticos y alcanzar algo que sólo los poetas han imaginado. No sé.

Al final sigo sin encontrar aquello que se supone tengo que encontrar. Curioso. Un año más que termina y otro más con nuevas posibilidades que explotar. Una reflexión más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

pero lo peor es cuando parece que encuentras eso que tanto buscas y lo pierdes por pendejadas y tienes que esperar a ver que pasa