Hoy es de esos días en los cuales siento que mi cabeza va a estallar. Usted disculpará que me dirija de esta forma tan abrupta, pero comprenderá mi necesidad por evacuar el humor que me esta inundando.
He notado su gesto de interrogación casi preguntándome “¿de qué vas?” A decir verdad no voy a ningún lado, es por ello que me encuentro sentado aquí, en el lugar de siempre y con el olor que me rodea, explotando el páncreas, cabeza y corazón. No ponga entonces esa cara; así, perfecto. Muchas gracias.
Hoy me he dado cuenta, una vez más –si, lo sé, no me haga esa afirmación– que amigos soy contados y con los tres dedos de la mano empieza y termino por contar. Hoy me di cuenta que aquel que tan bien me trató y juró ser mi amigo, en realidad me estaba utilizando de parapeto para que, en caso de que estallara el problema, como sucedió hoy, el se pudiera escudar en mí e, inclusive, no irse solo a la mierda. Y el problema no es propiamente el mancharse de mierda por un amigo –usted sabe bien que lo he hecho antes– si no el hecho de que no se me informara al respecto y se me manejara, con mentiras, una secreta intención velada y macabra.
Es por ello, quizá ahora lo entienda mejor, que me encuentro sentado aquí expulsándolo todo. No haré una exposición de motivos puesto que no es el momento –y quizá tampoco el lugar– pero queda patente mi molestia, dolor, confusión y rabia interna. Me han tomado el pelo, como dicen por ahí, y se aprovecharon, según palabras textuales de mi jefe, de mi “nobleza”. Vamos, para no andar con rodeos, sabe usted bien que soy muy directo: me vieron la cara de pendejo y no supe poner las gónadas a flote a tiempo. Si, así fue, o por lo menos así lo veo y me critico por ello. No sé si seré muy severo conmigo pero siento que inclusive me hace falta un poco más de responsabilidad por aquello que sucedió y que hoy explotó.
Aquel que en su momento me llamó amigo en realidad no lo era. Ingenua y románticamente pensé que así era y supe guardar un secreto que hoy ya no lo es más. Perdóname tú –no usted– porque pronto se te devolverán todos esos malos manejos, antes de que llegue el invierno. Pero perdóname más por no poder decirte, advertirte sobre lo que te está a punto de llegar. En otros momentos te hubiera puesto sobre aviso para que pudieras guarecerte, sin embargo hoy no puedo más actuar de esa forma, más tomando en cuenta que no me llamaste amigo con el corazón, si no con la cabeza y el currículum vitae. Pronto llegará el momento y me mortifica saber que tendré que seguir tratando contigo y que posiblemente reciba recriminaciones de tu parte, recriminaciones que no podré aceptar y que tendré que devolver con todo el orgullo con el que se escribe mi apellido y nombres, limpios y honestos. Tendré que tomarte el teléfono y negociar contigo, con palabras hipócritas por tu parte y omisiones por la mía.
Ya. Gracias. Perdóneme por no dirigirme a usted este momento y antes de que tome ese teléfono para diagnosticarme con un psiquiatra, entiéndame que él también está presente aquí y que acabará por escuchar estas palabras. Palabras últimas que le dedico con el corazón herido y la amistad mancillada. Palabras que terminan por cumplir aquello que siempre me he fijado como eje rector de mi vida: honorabilidad y sinceridad.
Gracias pues, por su tiempo. Sé que tiene obligaciones por cumplir. Algún día le recompensaré los momentos que siempre me ha dedicado, téngalo por seguro. Entiendo que se tenga que ir al igual que me tengo que retirar yo. Que descanse y tenga usted muy buenas noches.
Hasta luego.
VARGAS GÓMEZ
1 comentario:
Así o más fuerte??? Ojalá todo se resuelbva de la mejor manera amigo!!!! Saludos!!!
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