29.11.06

En el camino

El tiempo es como un ser humano especial. Crece, pero a su antojo. Corre cuando le da la gana y echa a dormir cuando no tiene ganas de ver los eventos que provoca. El tiempo es muy especial y más para el hombre.

Hay algo que me llama especialmente la atención sobre el tiempo: conforme pasa el tiempo, éste pasa más rápido. Aún recuerdo mi cumpleaños de seis años y la moto eléctrica –de vanguardia en el mercado– que me esperaban en medio del patio mientras los adultos me cantaban las mañanitas. Y es que fui un niño en un mundo de adultos y rodeado de ellos; siendo el mayor de los hijos, sobrinos y nietos, no tenía más remedio que escuchar sobre política inflacionaria y las tendencias políticas del cono sur aplicadas todas ellas a mi regimiento de He-mans y de Thundercats.

Aún recuerdo ese y otros cumpleaños. Recuerdo muy bien la emoción que me provocaba saber que por fin mi cumpleaños iba a llegar, que había esperado tanto tiempo y que habían sucedido tantas cosas para que él pudiera arribar. Recuerdo que en medio se interponía todo un ciclo escolar y las vacaciones de invierno, semana santa y verano. Recuerdo que pensaba, a veces, que nunca iba a llegar. En dos días cumplo veinticuatro años y no es más así…

Conforme los años se han ido sucediendo en mi vida, estos han sido más rápidos, como si tuvieran prisa por dejarme o por crecer. El año pasado decía que había sido el año más rápido –y doloroso, cabe aclarar– de mi vida; este año afirmo que es el que más rápido se me ha ido de mis manos. Carajo, mis veintitrés años suenan melancólicos y el 2006 apenas y me dejó que lo escribiera en unos cuantos informes. Al inicio pensé que era una dolencia particular, que no era más que producto de mi corazón que respira aire nuevo o que mis ojos no se habían acostumbrado a la luz de este sol. Sin embargo me doy cuenta que tampoco es así…

Descubro que mis allegados opinan lo mismo –no sé si lo sufran– y que también los años se les pasan más rápido que antes. En lo personal no creo que sean los años, más bien el tiempo que le ha dado la gana que sea así. No creo que se eche para atrás nunca más así que sólo me deja una opción con mi vida: vivir para contarla, como dijera el poeta.

Quizá podrían influir otros factores para que el tiempo se comporte de esta manera tan ingrata, quizá somos nosotros los que lo hemos impulsado a que el reaccione así. Nuestra posmodernidad, con todo y nanosegundos incluidos, lo han orillado a tomar esas acciones y ahora venimos a quejarnos…de que no tenemos tiempo.

Siempre hay tiempo. No sé si haya más tiempo que vida, probablemente no, probablemente el tiempo es vida en tanto ésta lo crea. Sólo sé por el momento que este año se me fue muy rápido de las manos y que aquella moto con mi regimiento de Thundercats al lado no regresarán más…

viéndomelas con la resaca y atormentado por los "ismos"
29 NOVIEMBRE 2006
VARGAS GÓMEZ

1 comentario:

Fernando X. Domínguez. dijo...

Son las 5:06 AM en Barcelona, me he despertado dos horas antes y me conecté a Internet. Y ahora mismo acompañado de un frío de cojones y un cigarrillo fortuna dejo mi comentario al escrito tan humano que funciona de preámbulo a tu celebración de cumpleaños. Evidentemente cuando rayes los treinta años te darás cuenta que a partir de los veinticinco el tiempo pasa más a prisa. Espero de todo corazón que esta celebración sea inolvidable en compañía de los amigos y familiares. Yo iré esta mañana a la tienda del Barcelona a comprar tu camiseta. Ya te la pondré la semana que viene y espero poder llamarte el viernes para desearte feliz cumpleaños. Un abrazo fuerte amigo y bienvenido a las filas del desempleado infiere.




Fernando Domínguez.