Se encontraban sentados tomados de la mano y apartados del bullicio de la gran ciudad. Sus ojos se juraban amor eterno y sus corazones parecían resentirlo de una manera especial, sabiendo que esta era una despedida y que la próxima vez que se vieran no tenía una fecha en particular, aunque si jurada.
- ¿Cómo haríamos? -preguntaba ella después de haber sido besada afuera de su hotel.
- Como sea posible y con una entrega total -le respondió él jurándole amor eterno en sus ojos.
Acto seguido se volvieron a besar, esta vez de una forma muy especial, con sangre en los labios y lágrimas en las venas. Ella se separó con los ojos muy cerrados y las manos que apretaban como plomo, y entreabrió muy despacio los ojos para decirle que era suya y de nadie más, le pidió que cuando regresara la hiciera suya y le entregara el mundo en un puño de rosas.
- Te haré el amor en la vida – le dijo él.
Un beso más. Se despidieron de manera temporal y ella salió apresurada del coche, como temiendo no querer hacerlo y quedarse para siempre con él de una buena vez. Él, después de verla entrar, arrancó con lágrimas en la mejilla y se dirigió con rumbo al monumento con forma de ángel que tenía enfrente. Un monumento extrañamente parecido a ella.
Con un chuyo en el corazón
1 comentario:
Bifurcaciones... Distancias, caminos separados, renuencia a irse y a dejar ir, separación, miles de kilómetros... Precisamente hoy yo también siento un "chuyo" en el corazón y mi razón no es tan diferente de la que peude entrever en esete blog... Maldita sea!
Saludos!!!
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