Mi mente no encuentra un cauce sobre el cual depositar las ansias de escribir. El deseo proviene no tanto de ella, más bien de algo que está muy cerca del corazón –no sé cómo se llama y no me he tomado el atrevimiento de ponerle nombre.
Y el no poder escribir cuando tengo tantas ganas de hacerlo me resulta mortificante. Desearía poder escribir un cuento que tratara sobre el estómago de un gigante y la vida que acontece dentro de él, muy parecida a la nuestra y con nombres extrañamente parecidos a los nuestros. Me gustaría, también, poder escribir un poema que hablara del amor que siento por una mujer que sabe a miel de abeja y lo liviana que se vuelve mi existencia con el sólo hecho de pensar en ella; escribir sobre ese mismo amor que vive dentro de mí pero que espera en la distancia geográfica por una promesa de volver. Es un amor que sangra, desea y desespera a veces por el tiempo del corazón.
Y trato y no se me ocurre nada. Aquí no es necesario hablar de musas puesto que las tengo muy presentes y permanentes, aquí no se trata de influencias externas para que la inspiración –esa mala mujer…- acuda a mí. En realidad parece ser que los días laborales, los papeles del escritorio, los reportes de regalías, los informes detalladísimos, las llamadas petitorias, los jefes infatigables, las obligaciones impostergables, la oficina “enclosetada” de al lado, la sirena de ambulancia, los sucesos siempre urgentes y los problemas olvidados vienen a mellar en mis ideas y mis nocturnos intentos por escribir.
Podría ser un cuento de miedo que ocurra en medio de algún bosque perdido de Alaska y en el cual un monstruo que vive dentro de los mismos nativos se dedique a matar por amor, sin embargo algo dentro de mí me impide concentrar mis ideas en ello. En un intento desesperado podría escribir acerca de la política nacional aunque creo que eso afectaría aún más a eso que está al lado del corazón.
Tengo tantas ganas de escribir que me sucede que no dejo de pensar en ella y me dan ganas de tirar la pluma y echarme a volar.
En chanca de Ayacucho: Hamullay
04 OCTUBRE 2006
VARGAS GÓMEZ
2 comentarios:
"Fuimos como un eclipse hecho de estrellas
en medio de esta vida trasnochada
la efímera existencia traslapada
confirmó que en el mundo hay cosas bellas"
Eso se lo escribí a Tomas hace dos años cuando se fue... Cómo hay amores que simplemente se te meten en la piel a pesar de la distancia...
Espero que pronto escribas o mejor aun, te eches a volar.
Saludos.
Ojalá, ojalá podamos leer algún día esos cuentos... Saludos!!!!
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