"El mexicano es un ser que se esfuerza por ser formal
y que muy fácilmente se convierte en formulista.
El mexicano no sólo no se abre; tampoco se derrama"
OCTAVIO PAZ
Quién me conozca, me juzgue.
Antes que nada, una disculpa para todo aquel que se haya sentido ofendido(a), aludido(a) o arrollado(a), aún cuando ni siquiera haya sido mencionado en la columna anterior. El propósito de esa columna jamás fue el de agredir así como jamás ha sido mi propósito. Quién me conozca, me juzgue.
A toda mi generación, en general, ruego y ofrezco disculpas. No era mi intención lo que se suscitó. Si tal fue el efecto no sólo me siento sorprendido, también arrepentido. Si hubo personas que se sintieron aludidas aún sin estar mencionadas en el texto...lo siento. Me parece que el error fue el modo.
Ahora bien, expuesto lo anterior, procedo a anexar una columna crítica social, a petición de unos interesados:
La coherencia entre lo que se hace y lo que se dice definitivamente no es una de las características de nuestra sociedad y menos de la mexicana, bien lo dijo ya Paz y otros más. Pareciera, por momentos, que nos encontramos inmersos en una sociedad puritana -con ciertos tintes victorianos o franklinianos- que gusta de comentar chismes y rumores en las esquinas y rincones, pero en el momento en el cual, por algún motivo, alguien lo dice en voz alta, es señalado y azotado. Juzgado. Una sociedad puritana e hipócrita que no mantiene una coherencia entre lo que dice y lo que hace...
Tristemente me doy cuenta que temores son legados a nosotros, pero que la gran mayoría termina por hacerse de ellos. Al mexicano, en general (y por aparte de la sociedad puritana), le disgusta todo aquel que levanta la voz y dice las cosas directo y sin rodeos; prefiere decirle su "al buen entendedor, pocas palabras". Al mexicano le fascinan las formas, los diminutivos que ocultan sus temores, los rodeos e indirectas (albures por ejemplo) para hacer referencia a aquello que no se atreve a nombrar. Cuando alguien cruza esos límites culturales es juzgado terriblemente por el mexicano, por ese axolote que, como dijera Bartra, no termina de madurar.
Jamás renunciaré a lo que soy y he sido. Jamás. Siempre he mantenido mi esencia a pesar de las críticas. Jamás harán mella en mí los juicios puritanos sociales. Jamás dejaré de decir lo que pienso y siento. Las personas que más amo en mi vida así me han conocido y entendido. Los que se encuentran a mi lado, más allá de las oleadas de rumores, juicios sin valor y faltos de coraje (porque los dicen a las espaldas), son los que entienden y aceptan.
La verdad no peca pero incomoda, siempre. Las cosas más bellas en mi vida las he obtenido (al igual que las dolorosas) por mis palabras y letras. No dejaré de caminar por el rumbo que mis principios y valores me han marcado, y menos por los juicios de una sociedad falta de objetividad al realizar sus juicios y que se infunde el manto puritano. No dejaré de hablar por culpa de personas que su lenguaje está lleno de reticencias, de figuras y alusiones, de puntos suspensivos; en su silencio hay repliegues, matices, nubarrones, arco iris súbitos, amenazas indecifrables.
Esas personas, antes de juzgar, primero deberían de pensar y recordar sus propias palabras. Podrían leer toda esta página y las demás crónicas escritas en ella para poder comparar...podrían abrir sus mentes. Podrían dejar de sentir daño por lo que ni siquiera han comido. Si, parece que hasta lo que no comen les hace daño... El mentiroso se miente a sí mismo: tiene miedo de sí.
Podría haber tres personas ofendidas, y de ellas dos se rieron conmigo de la columna. De cualquier forma reitero una disculpa, pero sólo a ellas. No cargaré con los costales de otros. No lo hice antes, no lo haré jamás.
Es todo. Bendito derrame.
"por eso la virtud que más estima el mexicano en la mujer
es el recato
y en el hombre la reserva. El macho mexicano"
Octavio Paz
VARGAS GÓMEZ
p.d. no se aceptan anonimatos.
6 comentarios:
Si lo que sucedió el fin de semana dolió a algunos, quizá hubieran pensado antes de actuar. Saben bien que omito la mayor parte de las acciones, las más evidenciadoras. Esas personas saben bien que no miento en ninguna palabra y que menos estoy escribiendo algo sobre lo que los demás no hayan sabido antes. Las palabras que yo puse en letras, las anécdotas, todo lo que imprimí en la columna era por bien sabido y comentado por todos, en pasillos, reuniones y hasta con gente ajena a la que estuvo en ese lugar entre Cuautla e Izúcar.
Esas personas saben bien, también, que jamás mi propósito fue que toda la Universidad lo leyera, de eso SE ENCARGARON ELLOS, pasando rumores infundados y llenos de ponzoña. Yo jamás agarré la lista de los emails de la universidad y les envié mi dirección diciendo que leyeran mi página. Jamás lo publiqué o publicaría en un periódico o en televisión. Jamás se los envié a sus papás. Y no conformes con esto, ¿todavía piden censura? La respuesta es simple: no se metan ni vean lo que no les gusta. Bendita libertad. Bendito espacio de expresión.
hay agresiones premeditadas a algunas personas y burlas por su físico, eso no es ninguna libertad de expresión, enfrenta tus errores y no seas naco.
pd. no borres mi comentario, eso es censura
de acuerdo Gabo, tienes razón en ello. El error fue el modo. Ofrecí disculpas.
jaja Vargas hablas de la bendita libertad de expresión jaja de la falsa moral, de la hipocresía, de los chismes, wey toda tu mierda y tu verborrea a la chingada, en dónde queda el respeto a las personas, cómo te atreves a asegurar cosas que no viste ¿¿no se llama eso chisme??, ahora quieres ponerte en la postura de defensor de la verdad,la pluma implacable que defiende la congruencia entre lo que se dice y se hace jaja , tu pretensión te ha rebasado y creo que tu agudeza se transformó en pendejez,, si algo te queda de honor deberías pedir una disculpa por la gatada que hiciste.
primero: es muy fácil esconderse en el anonimato. Lo menciono en la columna. Tengo más honor que tú, definitivo, en tanto doy mi nombre y mi cara. La disculpa está dada y no diré más al respecto porque no tiene razón de ser frente a comentarios pobres y zahirientes como el tuyo. Un gusto que te metas a mi página y que hables de mí! Ah...y por cierto, yo no hago gatadas. Ve y dime las cosas de frente...Y consulta la RAE
Antes que nada, debo decir que la columna anterior no debió haber sido omitida, pero bueno… coincido con lo que expresa Collantes en su comentario, y también con lo expuesto en esta fe de erratas: te disculpas, tú? Cuando todo lo que pasó por un comentario mal entendido acompañado de una avalancha de hipocresía y saña contra alguien que lo único que hizo fue escribir acerca de lo bien que se la pasó en su viaje de generación. NO ME ROMPAN LOS HUEVOS!!!!! Anyway, eso me huele a envidia.
Esa gente que te amenaza, por otra parte, no debe ser motivo de preocupación (se que no lo es, pero solo lo confirmo), esa gente que agarra pretextos inicuos para atacar a otra gente simplemente demuestra su inferioridad y sus complejos al hacerlo; lo que si es de encabronarse es de que se metan con terceros que nada tienen que ver con el asunto pero que podemos esperar de gatos como esos?? No mucho la verdad… me sorprende que gente de esa calaña esté por terminar una carrera universitaria.
Que si dijiste que hicieron, que destrozaron, que la vida fue sexo, drogas y rock & roll en ese fin de semana, pues así son todos esos viajes, yo no se porque una crónica maquillada (porque no leí nombre alguno de marihuano o encamado) despertó tanto revuelo. Quizá, y citando nuevamente a Mr. Manson, son gente que juzga y señala con el dedo a aquellos “demonios y pervertidores” de esa SU utópica sociedad victoriana, y lo único que hacen es evidenciar su falsedad y los demonios que ellos mismos traen pero no quieren sacar a relucir. No soy nadie para juzgar, pero dejemos que el tiempo y el mundo pongan a cada cosa y persona en su lugar…Ánimo Luis, que no estás solo, y solo tienes que gritar “Chicles chicles!!!!!!” para desatar el Armagedón y que las hordas de infantería y caballería infernales arrasen y se lleven consigo al infierno de vuelta a toda esa mala hierba que estorba, amigo.
Juan Francisco Santoyo
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