Nueva York, monumento de la humanidad a la humanidad.
Monumento a la monstruosidad. Con sus edificios bautizados como rascacielos –me pregunto por qué no rascaegos–, vista desde lejos, llegando por el avión, ofrece al espectador una imagen de alfiletero gigante, de conjunto de nidos de termitas apilados uno sobre otro, de colores muertos, hecho con materiales muertos.
Monumento a la monstruosidad. Con sus edificios bautizados como rascacielos –me pregunto por qué no rascaegos–, vista desde lejos, llegando por el avión, ofrece al espectador una imagen de alfiletero gigante, de conjunto de nidos de termitas apilados uno sobre otro, de colores muertos, hecho con materiales muertos.
Nueva York es el estandarte de Estados Unidos. La puerta de entrada al american way of life y su american dream. Es la puerta de entrada de los soñadores y la puerta de salida, también, de los que fracasaron en el intento. Lugar donde se encuentran ubicados poderíos empresariales, económicos y políticos. Nueva York es el monumento de los Estados Unidos; es el monumento a la enajenación.
El hombre aprendió a ubicarse viendo las estrellas; creo bellos poemas a la luz de las estrellas viendo en ellas reflejada a la persona amada. Consultó los astros. Desarrolló sistemas de destino y predicción. Se relacionó con los dioses y, más tarde, con Dios. En Nueva York el cielo se perdió para convertirse en granito. Los edificios de Nueva York ocultan el cielo y ensordecen las almas de los neoyorquinos. En Nueva York no se ve la luz del cielo y tampoco la del corazón. En Nueva York la luz no es amarilla o blanca, es verde, tintada de halógeno y dólares.
Entender, por supuesto, resulta necesario. Nueva York al igual que Estados Unidos, fue fundada y mantenida por inmigrantes, jamás por autóctonos. Nueva York, símbolo de la paranoia estadounidense. El inmigrante que vive escondiéndose y con el terror a que llegue alguien que quiera hacerle daño. Es el terror de los Estados Unidos, por eso atacan, para no ser atacados. Por eso no se abren y viven dentro de su hipócrita puritanismo, por el asco y miedo que sienten hacia el otro y el exterior. Pensando en el curso actual de la humanidad estaba, viendo una nube viajera cruzando por el cielo rojo, cuando logré entender esto, lo anterior y lo posterior. Cuando por fin autores y miles de páginas encontraron sincronización en mi mente. Nueva York simplemente es el monumento al peor lugar donde vivir dentro de los Estados Unidos –y eso ya es mucho decir–.
Nueva York es el monumento a la modernidad. Nueva York tratando de ser siempre lo que será. Nueva York tratando de ser siempre lo cosmopolita derrumbando lo viejo, destrozando el pasado, ocultándolo o pisoteándolo. Nueva York que se niega a sí misma tratando de reafirmarse en el futuro. Nueva York tratando de ser siempre lo que no será.
Nueva York, monumento a la soberbia humana. Como en ningún otro lugar se juntaron los pecados capitales. Sodoma y Gomorra en una bahía, con una falsa y perversa libertad alumbrando el camino a la puerta de entrada del Hotel California.
Nueva York, que desde el mismo nombre carga con la tremenda losa del destino. No es por ella misma, sino el intento de la reproducción de un pasado no cumplido. No es York, es Nueva York. Es la mirada melancólica de unos inmigrantes que abandonaron York, Inglaterra, en pos de un lugar en donde si pudieran ser; sin embargo, al llegar, se encontraron con indígenas que distaban de parecerse a ellos, lugar donde jamás se identificaron. Fundaron Nueva York, no como intento de crear, sino de empezar de nuevo. Nueva York fundada con la mirada melancólica al lugar de origen. Nueva York, fundada por los puritanos segundones que no pudieron llegar a ser y dominar en su lugar de origen. Como intento de poder ser lo que no pudieron ser en su país. Nueva York castigada con el destino transmitiendo la impotencia y destino a sus habitantes.
Nueva York, monumento a los fantasmas y a la melancolía. No es casualidad, tampoco, que los cazanfantasmas vivieran ahí. Un rascacielo cada vez más alto para alejarnos del suelo, de la terrible realidad con la cual llegan a poblar ese suelo, de antemano, maldito con sangre.
Nueva York, monumento a lo intangible e inhumano. Nueva York, donde la soberbia se llama también belleza y el amor lo dibujan con cara de Benjamín Franklin. Donde el hombre es a través del conteo de mujeres que duermen en su cama, y la mujer un elemento de escaparate. Diseñadores gráficos de almas y sacerdotes del mercantilismo; casa de los seguros y abogados, casa de la perversidad.
Nueva York es, simplemente Nueva York, páramo sin sentido; niebla que engulle los ideales del ser humano y reluce lo lóbrego del mismo. Nueva York, cuna del american way of life y estrella ponderante de la bandera de los Estados Unidos. Si existe lugar que sobresalga por la hipocresía y banalidad dentro de los Estados Unidos, más allá inclusive que Las Vegas, es Nueva York. Nueva York, tratando de ser siempre lo que no será.
En un día de pensamientos viajeros iluminados en cielos rojos,
14 mayo 05
VARGAS GÓMEZ
VARGAS GÓMEZ
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