27.1.08

Si de nadar se trata…

Tenía poco más de un mes sin nadar. El tiempo se le había pasado demasiado rápido: entre enfermedades, decisiones, indecisiones y noticias, lo último que había pensado era en ponerse a nadar. Hubo momentos, no lo podía negar, en que sentía esa imperiosa necesidad por aventarse, perderse, zambullirse y olvidarse de todo lo demás, sin embargo esos momentos no compaginaban con los momentos que tenía libres.

Hoy por fin podía. Estuvo frente a la piscina cerca de cinco minutos y no sentía mayor inspiración que las ganas de hacerlo. Eso fue suficiente para impulsarse. Ahora que su cuerpo se encontraba inmerso en el agua no sentía los mismos deseos y eso le aturdía. Sin duda, dejar pasar los momentos puede ser motivo de arrepentimiento futuro. Nunca lo hemos de saber, así como su corazón lo sentía en este instante. Nadaba. Quería hacer lo que más deseaba hacer y no podía, no encontraba la inspiración. La desesperación le invadía. Volteó a ver el cielo: negro, como su esperanza.

Se salió de la piscina y sentó a la orilla, chapoteando los pies, como dándole una oportunidad a sus deseos. No llegó y decidió pararse, secarse lenta y pesadamente, dirigirse a la entrada de la casa. Subió por las escaleras que conducían a su cuarto, abrió la puerta y la cerró por dentro al tiempo que hacía caso omiso de las invitaciones de sus padres para bajar a cenar con ellos. abrió la llave de la regadera y ahí permaneció, inmóvil, escurriendo el cloro de su cuerpo y sintiendo una pesadez mayor. En ese momento el deseo regreso. La inspiración le inundó. Volteó a ver al techo y sonrió: “mañana, quizá”. Se puso la pijama y se durmió.


VARGAS GÓMEZ

De pecho

27 ENERO 2008

1 comentario:

J. F. Santoyo dijo...

Curioso, como cuando queremos algo pro tanto tiempo, y finalmente este deseo se cumple, no es lo mismo. Naturaleza humana, indudablemente, simepre deseando y nunca stisfecha. Saludos!!!!