Managua, Nicaragua.
VARGAS GÓMEZ
26 diciembre 2007
...Porque la retirada no es una opción, la conquista sabe mejor sin invadir para permanecer sin dominar. Porque esto lo he ido haciendo y seguirá siendo mientras exista uno de ustedes que lo guarde en la memoria. Gracias por ser ustedes también autores de este texto... Luis Vargas
Quizá no haya sentimiento más destructivo que el rencor. En estos momentos me vienen a la mente –y mi corazón se estremece al recordarlos– algunos sentimientos parecidos como el resentimiento o el odio, sin embargo no creo que estén a la altura demoledora del rencor.
El odio, por ejemplo, es más un sentimiento que se provee de una acción pasada con un otro o suceso y que, al afectar algunas fibras de nuestra existencia, nos provoca un sentimiento de repulsión al grado de no querer tener que ver más con el objeto que nos haya provocado dicho sentimiento.
El resentimiento, por otro lado, surge a partir de un sentimiento no correspondido –y vale la pena subrayar la importancia de lo que el sujeto en cuestión esperaba obtener del otro– y que deja secuelas en nuestro corazón sobre el comportamiento del otro con nosotros, provocando recelo en futuras interacciones y que radica, principalmente y como lo acabo de especificar, en nuestro corazón y nuestros propios fantasmas que se proyectan sobre deseos frustrados.
El rencor es acción pasada, sentimiento no correspondido y daño permanente. El rencor se conjuga en pretérito, futuro y pospretérito. El rencor se anida en tu corazón y controla tus acciones, instigándote a golpear donde más le duela al otro. El rencor te quita el sueño porque te pone a cavilar sobre nuevas formas de destrucción y venganza a corto, mediano y largo plazo al mismo tiempo. En verdad no creo que haya sentimiento más destructivo que el rencor.
El rencor es atravesar el camino en medio de las penumbras, en ese momento en que no está totalmente oscuro como para no ver nada pero que no hay la suficiente luz como para distinguir lo que nos rodea, tiñéndolo todo de sombras. Es pensar que esas sombras son el mismo enemigo que está al acecho y que en cualquier momento nos quiere dañar y por lo mismo ir golpeando todas las sombras.
El rencor vive y se reproduce entre penumbras, jamás a la luz directa del sol. Aquel que vive con rencor, pues, es aquel que camina solo por un valle de sombras.
Y lo que me resulta sorprendente es que en mi diario caminar me encuentro con muchas personas que caminan con rencor. Es voltear y ver figuras que se desdibujan, borrosas, grises, que se cruzan en tu camino.
Después de mucho cavilar he llegado a la conclusión que si viven con rencor es porque, irónicamente, el rencor les permite seguir viviendo así. Lamentándose. Curioso, pero después de pensarlo mucho y otro tanto más, el rencor radica en el lamento propio, en el orgullo herido y no en lo que –propiamente dicho– hizo o dejó de hacer el otro. Vivir en la penumbra del rencor es caminar herido en el orgullo propio por que el otro nos hirió y lo que más causa dolor –y el surgimiento del rencor– es el sentirnos traicionados. Es vivir en esa acción pasada recordando lo que nosotros no dejamos de hacer, saborear el sentimiento no correspondido enjuagándonos los labios y la entrepierna con lo que nosotros entregamos, sentir el daño permanente deseando que el otro sienta lo que nosotros sentimos tres veces más.
Y al final el rencor lleva, curiosamente, su nombre con nuestro apellido.
11 diciembre 2007
“Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”
Heráclito
No nos detenemos a pensar en las consecuencias que la acción de un sencillo hombre –o mujer– pueden provocar en el transcurso de la historia. Desde la elección de erigir una casa en un monte o en un valle y que transformará, con el paso del tiempo, la percepción del lugar y el estilo de vida de sus habitantes. Desde una vuelta, un disparo al aire, un animal cazado, no nos detenemos a pensar en las consecuencias de una simple acción –decisión. Nuestro origen mismo es fruto de ese tipo de situaciones, desde el momento mismo en que somos concebidos.
Cuando los amantes se encuentran –o un desconocido con una desafortunada– y se produce un acto sexual, en ese minuto específico, permite la fertilización de un determinado óvulo con un espermatozoide de igual condición. Una fertilización que no podría darse de igual forma –con el mismo espermatozoide y el mismo óvulo– unas horas antes o después. Somos producto, desde nuestra concepción misma, de decisiones envueltas en un tiempo mortal, el tiempo del hombre. Tal pareciera que no podemos escaparnos de ello, aunque la pregunta sería: ¿deberíamos?
Así se nos pasa la vida en acciones concretadas con visión inmediata y no causal. ¿Por qué decidimos emprender determinado viaje? ¿por qué decidimos que no queríamos seguir adelante y nos hicimos a un lado en ese momento? ¿Por qué elegimos construir o destruir en algún lugar? Pienso inclusive en decisiones de personas que tuvieron un solo momento histórico para después no figurar y que su nombre se olvidara de los libros de historia; personajes que a lo largo de su vida vivieron de manera común, sin grandes giros ni perturbaciones en la sociedad en la que se encontraban hasta que se cruzaron con determinado individuo y su reacción ante él/ella provocó un cambio en la historia. Pienso en personajes como el hombre que le dijo a Hitler que no era aceptado en la Academia de Artes Plásticas y que lo llevó por otro rumbo en su vida, trágicamente de sobra conocido. Pienso también en personajes históricos con decisiones que en el momento se antojaban importantes y con el paso del tiempo se han valorado como trascendentales, como Chamberlain, contemporáneo de Hitler, que decidió volver a llamar a Churchill a las altas esferas de la política británica y, posteriormente, postularlo como Primer Ministro en lugar de su más cercano competidor. Pienso en Cervantes y su encierro con piratas moros durante varios años, que le darían elementos para escribir la más celebre obra de habla hispana. Pienso en Hidalgo y su decisión de no tomar la Ciudad de México. Pienso en los aztecas dejando huir al ejército de Cortés en lugar de perseguirlo en aquella “noche triste” –en la cual, por cierto, Cortés no lloró bajo un árbol–. Pienso en Agamenón dejando pasar el pretexto de Helena para invadir Troya. Pienso en tantos ejemplos, en palabras proferidas en determinado momento que serán recordadas pasado el tiempo y que provocarán ciertas decisiones. Pienso en silencios elegidos. Pienso en rumbos elegidos que llevan al encuentro con personas que hace tiempo no se veía. Pienso en mi propia vida. En nuestra propia vida.
Pareciera que nuestra vida la tomamos muchas veces como si fuera un taxista: llevar de un lugar a otro las situaciones y decisiones que se nos aparecen sin preguntarnos por las consecuencias de las mismas a largo plazo y en distintas direcciones –es decir en las vidas de los demás. Vehículo de destinos. El taxista no se pregunta por que va a determinado lugar el pasajero en turno, simplemente abre la puerta, pregunta la dirección, dibuja un mapa mental de la ruta más favorable y se dirige en esa dirección; el taxista no sabe si el hombre taciturno que se acaba de subir acaba de perder su empleo y llegará a su casa antes de tiempo para encontrar a su joven mujer desnuda en los brazos de otro hombre originando un drama; el taxista no se pregunta ni sabe si la joven que acaba de tomar como pasaje sufre una severa crisis nerviosa y después de un lago viaje en silencio hasta el punto de destino, se intoxicará con una sobredosis de tranquilizantes. El taxista no se pregunta si ese niño sentado con su madre en el asiento trasero llegará un día a ser Presidente de la República y, por voltear a ver una falda en medio de la calle, colisiona con otro coche, derivando en el fallecimiento de los tres tripulantes del coche –incluyendo el que hubiera sido Presidente y autor del resurgimiento del país. Fin del taxista, fin de la historia.
Tal pareciera que nos comportamos como taxistas de nuestro destino. Pareciera. También pareciera que, algunas veces, el destino nos utiliza como taxistas de la historia. Es cierto que no podemos clarificar las consecuencias de todos nuestros actos sobre nuestras vidas y menos sobre las vidas de terceros. Inclusive este texto se podría llenar de puro “y si…”, yéndonos a imaginar mundos paralelos, alternos, en los cuales no hubieran existido determinados personajes o se hubieran construido ciertas ciudades. Incluso este texto podría no haberse escrito si no estuviera sentado en la terraza de un café en un pueblo platero de Guerrero y previamente me hubiera subido a un teleférico para admirar la magnificencia de la obra humana y la diferencia que hubiera existido de haber elegido el monte vecino.
Taxco de Alarcón
17 noviembre 2007
VARGAS GÓMEZ
“¿Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar?”
Joaquín Sabina
Se despertó. Como todos los días en los últimos seis meses, se despertó y se dirigió a la regadera. Se mojó. El agua caliente no lo reconfortaba como otros días; sentía una mancha, un lastre que no le permitía disfrutar de lo que los viejos tienden a llamar “un nuevo día”. No le importaba que tan nuevo fuera o si se trataba de día o de la noche.
- ¿Y si me fuera? –se preguntó en un susurro.
“Dónde”. Era la pregunta que le lanzaba el silencio disfrazado en las gotas de agua que repican en el suelo. Donde.
Hacía un buen rato que no se sentía así, quizá unos ocho meses, cuando había atravesado esa etapa tan difícil –situación que le duró medio año– y veía transcurrir su vida en una monotonía e impotencia tremendas ante la falta de actividad. Muchas cosas habían cambiado desde aquel entonces e inclusive llegó a pensar que eran momentos superados por completo.
Sin embargo, nada se supera por completo y todo tiene una continuación, lo que viene a alargar las cosas y, viéndolas desde la lejanía, convirtiéndolas en una sola serie de sucesos hilados y causales. Producto de las decisiones de cada individuo. Pero eso él no lo tomaba en cuenta, no por el momento, le sabía a mierda y no otorgaba descanso a su corazón cansado. Una pregunta más sería eso, una pregunta más. Desafortunadamente no se encontraba por los ánimos de estar respondiendo a exigencias sociales, posturas profesionales o ambiciones personales y quizá eso era una de las cosas que más le angustiaba, ya que significaba –para él– que no estaba seguro de lo que quería…o hacia donde iba.
Y así bajó a desayunar y, una vez terminado el magro desayuno, se dispuso a ir, como todos los días, al trabajo. El tránsito inconmensurable de todos los días: los carros, los neuróticos y las histéricas, los semáforos rojos que no extienden el verde, los incivilizados, la ruta más corta…“No logro entender ni aceptar las implicaciones que conllevaría mi desaparición. Sin duda estoy confundido, sin duda, sin embargo algo subyace muy dentro de mí…” pensaba mientras mantenía la mirada clavada al frente. Lo que más le angustiaba era no saber exactamente lo que tenía.
Al llegar a su oficina se encontró con un clima gélido. Trató de aclimatarse y no pudo. No estaba ni frío ni caliente. Parecía que ni siquiera estaba. La pantalla de su computadora encendida reflejaba igual inactividad. Revisó lentamente la lista de pendientes. “Bastantes”, murmuró mientras repasaba los garabatos escritos apresuradamente el viernes anterior, cuando lleno de expectativas, salió corriendo de la oficina rumbo al concierto. Bastantes y con poca disposición para solucionarlos.
Volteó de nuevo hacia la pantalla y abrió el procesador de textos. El cursor parpadeaba, expectante, mientras él se decidía a ponerse a escribir o a contestar correos electrónicos interminables que derivaban en él de una u otra forma. Escribió.
En momentos como éste, quisiera saber si debo estar solo o no. No es que no distinga a la persona con quien me gustaría estar o con quien dejar de ser, es tan sólo que no distingo, dentro de mí, la necesidad de mi alma y de mi corazón.
No logro distinguir si acaso quisiera permanecer en una isla desierta y ahí dedicarme por entero –y por un tiempo determinado– al conocimiento de mi alma y al impávido escuchar de mi corazón o, por el contrario, sentarme en flor de loto con esa persona tan querida y desnudar mi sentir. Abrir mis ojos. Cerrar mis manos. Estar acompañado y así permanecer por un largo rato.
Más de lo mismo. Se estaba comenzando a cansar de su misma sensación, ya no sólo le provocaba confusión, ya también comenzaba a provocarle hastío. En ese momento, como respondiendo a una petición no formulada pero si pensada, sonó el teléfono. Era su novia:
- ¿Si? –preguntó sin quererlo así.
- ¡Hola, mi amor! –respondió ella, sabedora ya, un poco, de lo que desde un día antes le venía explotando misteriosamente.
- Hola, nena, buenos días.
- ¡Buenos días! ¿Cómo estás?
Silencio. Por cuatro largos segundos no se escuchó más que el teclear de algunas computadoras de los compañeros adormilados de la oficina.
- Bien, mi amor –mintió– tratando de empezar a trabajar.
- No te escucho bien –le desmintió.
- Bueno…no sé ¿recuerdas lo que te dije ayer? Me siento mal –disminuyó notoriamente el volumen de su voz–, no logro distinguir lo que necesito. Lo único que logro distinguir es una pena que me agobia, que me impide respirar. Es como un puño que radicara dentro de mi estómago y de ahí subiera, lentamente, hasta llegar a mi traquea y ahí apretara, me estrangulara –confesaba al tiempo que imitaba el movimiento con su mano– sin piedad.
- Mi amor…¿por qué no lo sacas? –preguntó ella inocentemente.
- No puedo. No puedo ni llorar, mis ojos me gritan y me acusan mi falta de sensibilidad al no poder soltar la marejada que contienen. No puedo, por más que quiero. Mi mente me traiciona, me marea –mi imaginación se oscurece, pensó– y mis miedos afloran al punto de pretender no ser más miedos e intentar convertirse en razones. Eso, mis miedos parecen razones…
- ¿Fue algo que dije? –preguntó temerosa.
- No, mi amor –aunque no estaba totalmente seguro– no sé porque estoy así. Ayer por la noche, después de la reunión obligada, al llegar a mi casa, comencé a sentirme así. Y me desespera. Me siento solo, esa es la verdad, sin saber si quisiera estar realmente solo o acompañado y no lo digo por ti, no lo tomes personal, por favor. Me siento confundido, sin saber que tengo que hacer, hacia dónde ir, con quien y de qué forma. Son tantas preguntas, mucho silencio. ¿Estoy dónde realmente quiero estar? Me pregunto si hago lo que tengo que hacer, sobre lo que tengo que decidir, si acaso sé hacia donde voy y si tengo que ir allí…
- Te amo –fue lo único que se escuchó del otro lado del auricular. Era una confesión sincera, sin duda. Era un sentir sincero y entregado, un tanto desesperado, muy al estilo de ella, que le hacía sentir que ella estaba con él.
- Yo también, eso no lo dudes.
Se dijeron unas cuantas cosas más y colgaron. Ambos estaban en sus respectivos trabajos y ese tipo de pláticas no se dan bien en una oficina y menos a esas horas del día. Se dispuso a trabajar. En ese momento, la luz se fue. Un pretexto para evitar el desempeño pero un motivo más para preguntarse el motivo de estar ahí sin poder hacer nada. Volteó a ver hacia la calle, por la diminuta ventana que tenía a su lado. El frío parecía ceder afuera mientras las personas –diminutas desde esa altura– caminaban apresuradas y metros antes de cruzarse ya trataban de evitarse, desviando ligeramente su camino.
Y se imaginó estando ahí afuera. Caminando sin evitar y vagando sin buscar. Sin esperar. Sólo caminar. Y se imaginó que se aventaba a través de la ventana que, aunque no se podía abrir –y menos romper y aunque se pudiera él no cabría a través– le permitía ver e imaginar lo que podría encontrar. En ese momento su ansiedad e incertidumbre se calmaron un poco. Se imaginó en parajes visitados en su pasado, en lugares donde había sido feliz y lugares donde había sido muy triste. Lugares que conoció y visitó solo. Se imaginó recorriendo un río debajo del mar, siguiendo la corriente. Se imaginó en una posición diferente, conociendo personas diferentes, escribiendo sus historias a la orilla de una puente romano. Y se imaginó un futuro, leyendo en una cabaña, sentado en una mecedora, uno de tantos libros con niños a su alrededor ansiosos por conocer tiempos distintos e historias algo interpretadas. Y se imaginó satisfecho, se imaginó acompañado de una viejecilla con cara borrosa pero que sentía había estado con él más de la mitad de su vida. Y se imaginó caminando por una montaña. Y se imaginó aventando letras. Y se imaginó siendo un bosque palpitante y exuberante. Y se imaginó siendo un martillo. Y se imaginó siendo un águila. Y se imaginó volando.
Y se aventó…
Un día más
05 noviembre 2007
VARGAS GÓMEZ
Que el maquillaje no apague tu risa,
que el equipaje no lastre tus alas,
que el calendario no venga con prisas,
que el diccionario detenga las balas.
Que las persianas corrijan la aurora,
que gane el quiero la guerra del puedo,
que los que esperan no cuenten las horas,
que los que matan se mueran de miedo.
Que el fin del mundo te pille bailando,
que el escenario me tiña las canas,
que nunca sepas ni cómo, ni cuándo,
ni ciento volando, ni ayer ni mañana.
Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de bodas,
que no se ponga la luna de miel.
Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.
Que las verdades no tengan complejos,
que las mentiras parezcan mentira,
que no te den la razón los espejos,
que te aproveche mirar lo que miras.
Que no se ocupe de ti el desamparo,
que cada cena sea tu última cena,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena.
Que no te compren por menos de nada,
que no te vendan amor sin espinas,
que no te duerman con cuentos de hadas,
que no te cierren el bar de la esquina.
Que el corazón no se pase de moda,
que los otoños te doren la piel,
que cada noche sea noche de boda,
que no se ponga la luna de miel.
Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.
Podría entonces escribir de algunas cosas que han acontecido últimamente en mi vida, de los últimos meses –cinco, para ser precisos– a la fecha:
Siendo sinceros –de otra forma no tendría razón que estuviera escribiendo estas palabras– me ha costado sentarme a escribir este intento de texto. Me cuesta. Regresar a este espacio es algo que, indudablemente, deseo todos los días sin embargo son pocas, poquísimas, las ocasiones que realmente tengo para mí y la inspiración de tal forma que pueda escribir algo digno de pertenecer a este espacio y a ustedes. No es una cuestión de tiempo, es más bien una cuestión de proceder y disposición –bueno, y agreguémosle las obligaciones de pareja, léase con la novia– la que me ha arrebatado el sagrado momento de comunión que a lo largo de casi tres años ha formado este “blog” –no estoy seguro de llamarlo así– y que ha permitido que tú estés aquí leyendo estas líneas.
Proceder…
Si, sin duda es una cuestión de proceder. Mis hábitos y mis disposiciones se han visto trastocadas de lo que habitualmente fueron los últimos tres años de mi vida. Si bien llevo tres años y medio trabajando de manera formal, nunca antes un trabajo me había exigido tanto como el que ahora forma parte de mi tiempo y espacio. En Tycoon se han pasado los últimos cinco meses de mi vida, aprendiendo más de lo que esperaba, menos de lo que deseo y luchando día a día, sin embargo todo lo considero, más allá de los disgustos, malos ratos o sonrisas, como aprendizaje oportuno e invaluable. Estoy seguro que en mejor momento no me pudo tocar estar en Tycoon con los superiores que me rodean. Cada paso que doy representa, además de una novedad, un aprendizaje que no llega en el momento, más bien a la hora de recostar mi cabeza en la almohada, en ese momento en que todo se llena de tensa espera y sueños futuros y besos todavía presentes en los labios.
Ha sido toda una experiencia y una excelente oportunidad de ampliar mi red de relaciones y potenciales oportunidades laborales –futuras y por tanto nunca seguras. Así ha sido y es Tycoon. Por el momento no puedo decir otra cosa que permanezco en pie luchando día a día para abrirme camino y darle el lugar que se merece al nombre que orgullosamente porto y que mi padre me legó.
Por otro lado, ella. Siempre ella. Tormentosa, viento de primavera, marea que inunda, volcán pasivo pero nunca inactivo. Esa que siempre está, queriendo o no, pidiendo o sin necesitarlo, con esa sonrisa tan suya, tan tranquila. Su mirada siempre inquieta, buscando, preguntando en silencio. Su boca entre abierta, su piel como la nata y su respiración agitada. Ella que, de unos meses a la fecha –y de años atrás desde que entró a mi vida– ha transformado mi vida, mis costumbres, anhelos y, por sobre todas las cosas, ha abierto mi corazón, un corazón expectante y desbordante pero maltrecho por las heridas y decepciones.
Laura.
Describir lo que ha presentado en mi vida últimamente me resulta difícil…ha transformado mucho en tan poco. Sólo le puedo decir: Gracias.
Y así también a ustedes, por estar y seguir aquí. Sólo les puedo pedir una cosa: no se vayan. Participen. Opinen. Escriban. No puedo prometer pero si me puedo ofrecer a hacer más cercanos y continuos mis textos y regresos a este espacio. También a ustedes, gracias. A ustedes, a Laura, a mis amigos, a la vida. A la vida. Gracias.
Aprendiendo.
16 octubre 2007
VARGAS GÓMEZ
“Sólo lo impráctico perdura”
Metáfora hippie, romántica y vanguardista
Eso, señores, me llena de esperanzas...todavía hay posibilidades...
p.d. no se pierdan la película por favor.
p.d.2. sé que me he perdido horrores...lo siento mucho prometo regresar muy pronto.
El sabio nunca dice todo lo que piensa pero siempre piensa todo lo que dice
Aristóteles
Futuro sub-Marcos (porque terminarás igual de desvirtuado), esta carta es para ti:
Ahora quiere debate…
Él, aquel que se resistió a participar en ese debate entre candidatos, quiere participar en un debate contra el presidente legítimo, democráticamente elegido…
Él, aquel que se declaró a sí mismo como presidente legítimo y en medio de una ceremonia kafkiana con papel de baño pintado simulando una banda presidencial calificó al otro como “espurio", ahora lo reconocería ya que su conveniencia lo obliga. No se le olvide, señor López, que acudir a ese debate que usted reclama con tanta pasión –como todo en usted– es una manera indirecta de reconocer la figura del Presidente de la República…
Él, aquel que bramaba un complot en su contra, ahora busca por todos los medios, grupos de presión y artimañas, lograr articular el mejor complot al sistema y a Calderón…
Él, que pertenece al pasado político mexicano –con todo lo que eso conlleva, desde las prácticas, discurso y vestimenta–, quiere establecer un debate para hablar de eso precisamente: del pasado.
Señor López, no sea usted más un lastre para nosotros, nuestros bolsillos y nuestra democracia. Señor López usted propone un “debate” –porque así le dijeron que se llamaba, aunque realmente es una diatriba lo que propone– contra el Presidente de la República, Felipe Calderón. Y digo precisamente “contra” y no “con” porque esa sería la posición que usted tomaría y tomó desde el inicio: señor López usted quiere encarar a Calderón para preguntarle ¿por qué no aceptó un recuento de los votos? ¿por qué cometieron fraude? ¿por qué traicionó al pueblo? ¿por qué no le dio un puesto a sus compinches perredistas, aprobó una lavandería en el Palacio Nacional y realizó una verbena popular afuera de las albercas de aguas negras que rodean las playas de Marcelo Ebrard –bueno, esto último no lo diría pero bien que lo piensa, ándele, no se haga–?
¿Y sabe qué? De nuevo, todo eso, más allá de si son sus maniáticas ideas de un imperio maligno en contra de su imperio de luz (de la que se escapa por las cañerías que usted no solucionó), todo eso Señor López es pasado…su discurso de siempre, pasado, pasado y pasado. No podría tener un debate con o contra Calderón porque éste llegaría con proyecciones, planes estratégicos, deseos de reformas estructurales que poco a poco van tomando forma, ideas sobre seguridad…y usted preguntando: “ji, ji, yo lo je, Calderón, pero no jeasj ejpurio y dime a mi y al pueblo ¿por qué noj robajte?”…tristemente, con tintes menos humorísticos, esa sería su línea…
Tristemente, con actitudes como la de usted y otros políticos que se han encargado de crispar el ambiente político, polarizar las opiniones y desvirtuar nuestra endeble democracia, no podemos tener ese tipo de debates. En efecto, hermoso sería poder ver aquí en México casos como el recientemente ocurrido en España entre Rajoy y Zapatero, o el de Alemania, Inglaterra (que están más que acostumbrados a esto) y otros países...aquí no, con estas personalidades y discursos, no nos pueden dar a los ciudadanos que pagamos SUS desmanes, movilizaciones, paros, huelgas y marchas, por lo menos un poco de actitudes democráticas y serias. No nos la pueden dar.
Así es que ahora quiere debate…primero debería de sentarse solo (entre más lejos mejor) y trate de encontrarse en usted mismo una reflexión sensata de lo que está haciendo con su partido, nuestra democracia y nuestra sociedad. Señor López, vaya usted allá y a ver si puede regresar. Tristemente no irá y estará gritando, bramando, aullando en cada esquina (preferiblemente para usted desde su mansión michoacana) y operando con las pobres mentes desquiciadas que le sirven a usted de botín en lo que alguna vez llegó a llamar Ciudad de la Esperanza. Gracias, señor López, una vez más nos demuestra que no nos equivocamos jamás en NO darle nuestro voto…
Y de pronto me preguntas como apuesto…
Déjame decirte, así, tal y como tú me preguntas, de repente, como apuesto: con todo y con las manos abiertas. Apuesto sin blofear y mirando a los ojos. Apuesto como puedo y como se me presenta el cielo reflejado en tus ojos. Apuesto con el corazón en una mano y mi sudor en la otra.
Apuesto por lo que quiero y me roba la atención. Apuesto por lo que sé me llevará a crecer mi corazón y no mis bolsillos. Apuesto por aquello que me brinda la inspiración necesaria de luchar por ganar y morir por no dejar atrás. Apuesto contra las cuerdas y hasta que mi corazón no tenga la fuerza como para poder pujar un poco más.
Apuesto siempre con el vacío en el estómago, nunca cuando lo tengo lleno. Apuesto cuando siento el miedo necesario para darme cuenta que estoy arriesgando gran parte de lo que soy y seré…por una sospecha.
Y así me preguntas y de esta forma te respondo, a los ojos y enseñándote mi mano. Y cuando te enseño mi juego, cuando te enseño con lo que puedo apostar, en ese momento mis motivos cobran vida y se me desviven por apostar por una sospecha que lleva tu nombre y apellido.
Apuesto por ti.
Y por ti arriesgo lo que he sido y lo que, probablemente, pudiera llegar a ser siempre y cuando ganara para tener tu corazón junto al mío.
Por la apuesta más grande que he hecho en muchos años…
31 mayo 2007
VARGAS GÓMEZ
Lunes dos… la canción que comencé hace ya algún tiempo, tomó un poco más de forma el día de hoy; hoy precisamente que extrañé tus manos, hoy precisamente que olvidé tu voz.
Jueves cinco… extrañamente, la pantalla que tapiza el cielo me muestra una película nublada, yo la he visto tantas veces; hoy extrañé tu mirada, hoy me olvidé de ti… mi amada.
Viernes seis… y a manera de posdata lo confieso hermanos míos una hermosa madrugada, no llovió, esta canción… yo te hice una canción, este día, creo decirte adiós.
Nuevamente a solas, encarnando historia con memorias, nuevamente yo… a solas.
Nuevamente añejo el tenue sepia de mi rostro en el espejo, nuevamente yo… frente al espejo.
Más lo prometo no voy a llorar por ti… no, hoy ya no juro que muero por ti… hoy, por ti me voy, por ti no voy, me voy, adiós.
Pues estas velas decidieron ir al sur, donde algún día encontraré la luz.
Yo vi una luz, hoy vi una luz…
Y lo prometo no, no voy a llorar por ti, hoy ya no juro que muero por ti… hoy, por ti me voy, por ti no voy, adiós, me voy.
Pues estas velas decidieron ir al sur, donde algún día encontraré la luz.
Yo vi una luz, hoy vi una luz…
Hoy vi una luz…
http://www.freewebtown.com/papiluy/ViDeOs/Asies%E9l%5B1%5D%5B1%5D....pps
Cada ciudadano estará tanto más dispuesto a consagrarse al esfuerzo de la guerra, si siente que su gobierno pone en marcha planes para un mundo mejor.
William Beveridge
Señoras y señores,
Escribir esta esquela resulta harto impactante para mí. Jamás imaginé con este momento y mucho menos como empezar este texto. Es por esto que, estas palabras resultan con un cariz melancólico, confuso y con una carga de ira.
Este es el último post del DEUTERONOMIO 8, 17 hospedado en papiluy.blogspot. De ahora en adelante pueden visitar el nuevo alojamiento de estas letras en http://luisbvargas.blogspot.com en donde encontrarán las ultimas columnas y sobre todo el motivo por el cual ha cambiado de sitio estas letras.
Así pues, gracias por todo a este espacio y a ustedes que han seguido por todo este tiempo las divagaciones de este loco.
Gracias.
21 marzo, 2007
LUIS BENJAMÍN VARGAS GÓMEZ
Me pregunto si en verdad habré nacido para el amor…
Me he dado cuenta que soy muy susceptible. Me he dado cuenta que vivo en una tragedia que yo mismo he alimentado y actuado; una tragedia que me impusieron en el primer acto y me ordenaron que escribiera los actos posteriores. Mi tragedia es morir por amor, vivir por amor y, sin embargo, temerle al amor como a ninguna otra cosa.
Cualquier guiño en falso, una mueca, un silencio, una desavenencia me hacen sentirme amenazado, a mí y a mis aspiraciones –dictadas por un corazón enamorado–.
Es una tragedia que afortunadamente me toca escribirle un final, pero que tristemente no me siento con la seguridad de dejar de interpretar el personaje principal y que otro más tome el rol.
No tengo a la musa, quizá, que me otorgue la inspiración para cambiarlo. Y lo que más temo es que ella llegara, invadida de precauciones y yo, en mi tragedia, no la sepa ver. Y tomar. Y amar. Me aterra.
We crossed the line
Who pushed who over?
It doesn't matter to you
It matters to me
We're cut adrift
We're still floating
I'm only hanging on
To watch you go down
My love
I disappeared in you
You disappeared from me
I gave you everything you ever wanted
It wasn't what you wanted
The men who love you, you hate the most
They pass RIGHT through you like a ghost
They look for you, but your spirit is in the air
Baby, you're nowhere
Oh...love...
You say in love there are no rules
Oh...love...
Sweetheart,
You're so cruel
Desparation is a tender trap
It gets you every time
You put your lips to her lips
To stop the lie
Her skin is pale like God's only dove
Screams like an angel for your love
Then she makes you watch her from above
And you need her like a drug
Oh...love...
You say in love there are no rules
Oh...love...
Sweetheart,
You're so cruel
She wears my love like a see-through dress
Her lips say one thing
Her movements something else
Oh love, like a screaming flower
Love...dying every hour...love
You don't know if it's fear or desire
Danger the drug that takes you higher
Head in heaven, fingers in the mire
Her heart is racing, you can't keep up
The night is bleeding like a cut
Between the horses of love and lust
We are trampled underfoot
Oh...love... You say in love there are no rules
Oh...love...
Sweetheart,
You're so cruel
Oh...love...
To stay with you I'd be a fool
Sweetheart
You're so cruel
A mis padres. A ti, papá, por ser el mapa e instrucciones de la fortaleza. A ti, mamá, por ser las alas de ángel que me permiten soñar día tras día. Gracias por esforzarse toda la vida en ser ejemplares, cuando han sido los mejores. Este trabajo, en parte, les corresponde. Es el de nuestra vida hasta el momento. Gracias por darme la oportunidad de escribir estas letras y ser quién yo he querido ser. Los amo.
A mis abuelos, por esos sabios consejos, siempre tan oportunos, siempre tan pacientes, siempre tan respetuosos, siempre tan amorosos. De cada uno de ustedes he sabido tomar lo que he podido aprehender. Sus huellas son eternas y su camino difícil de igualar. Los tres, cada uno a su manera, ha sido un pilar en mi vida. Yayo, tu astucia y conocimientos. Yaya, mi segunda madre y uno de los amores de mi vida, tu lucha y vida son estampa en la mía. Abuelita Yelba, tus consejos y mediación. Gracias a los tres.
A don Benjamín. Gracias por permanecer a mi lado todo este tiempo que te he necesitado. A ti, con especial dedicatoria, por aquellos viajes eternos y ese cuidado constante hacia mí. Llegará el momento en que te pueda volver a abrazar y platicar de los momentos en que no pudimos seguir riendo juntos.
A mi hermana. Sin que lo sepas y lo provocaras, eres uno de los motores en mi vida. Gracias por ser mi hermana. En mí siempre tendrás el mejor amigo que la vida te haya podido brindar.
A mis tíos. Gracias por todos los consejos, regaños y también por hacerse de la vista gorda cuando era necesario. Gracias por la ayuda cuando la he necesitado. Esas pláticas después de trabajar, esas consultas médicas de urgencia o esas recomendaciones para conseguir un mejor trabajo. Noel, David, Ramón, Ricardo, Remei, Silvia y Ramona. Gracias por que también este trabajo contiene letras que les pertenecen.
A mis amigos. A lo largo de mi vida hay algunos que se han sabido mantener a mi lado. Gracias por respetar mi esencia y aceptarme. Gracias por todos esos ratos de diversión y anécdotas para el futuro. Gracias por ayudarme a olvidar y abrir más los ojos. Gracias por mostrarme, inclusive, características de Internet y observaciones que sin duda me ayudaron a llevarlo a buen puerto. Alejandro, Aldo, Daniel, Alfonso, Anaily, Abascal, Enrique, Frida. A su salud estas letras.
A Roxana. Ro, gracias por ser más que una amiga, mi mejor amiga. A través de esos oscuros momentos que hemos atravesado juntos me has sabido apoyar y escuchar siempre que lo he necesitado. Gracias por existir y ser en mi vida. Gracias por las fiestas, pláticas, cafés, lágrimas y risas. Gracias por ayudarme a poder escribir este trabajo.
A mi familia catalana. Gracias por permitir que me conociera mejor a través de mis raíces. Gracias por las atenciones. Gracias por los viajes, llevándome inclusive más allá de la frontera. Gracias porque, después de todo, fue allá donde surgió la idea de hacer este trabajo que hoy tiene forma.
A Adal. Amigo, gracias por ser más eso que mi asesor. Tus enseñanzas dentro y fuera del salón de clases supieron hacer efecto en mí. Gracias por el apoyo, por creer en mí y en mis ideas y respetar mi posición. Gracias eternas por ayudarme a que las letras que siguen tengan sentido y dirección ¡Hasta la victoria siempre!
A Carlos García y Víctor Ramos. Gracias por sus comentarios oportunos y la ocasión de pulir este trabajo. Por la paciencia y el conocimiento que se ven reflejados en el presente: Muchas gracias.
A Dios. Gracias por bendecirme con esta vida, con esta familia, con estos amigos y con todas las oportunidades que me has ofrecido. Gracias por la fortuna que nunca me ha abandonado.
A todos aquellos que ya no están aquí. Después de todo su transitar en mi vida me ha hecho ser lo que soy ahora. Gracias por haber estado en mi vida y que la fortuna los acompañe, donde quiera que estén y vayan.
A mi Universidad. Gracias a ti, UIC, he podido explotar las oportunidades que tengo hoy y las personas que me rodean. Gracias por brindarme las herramientas con las que prometo llevar siempre en alto tu nombre.