Then talk not of inconstancy,
false hearts and broken vows;
if I, by miracle, can be
this livelong minute true to thee,
'Tis all that heaven allows.
W.
Realmente, en el fondo, muy en el fondo, le importa lo que digan los demás. A pesar de cansarse de vivir la vida a plenitud, de recibir flores por cada palabra que profiere, besos por cada letra que escribe, en el fondo prefiere vivir en tranquilidad.
Y quisiera hacer una confesión que reside muy en el fondo de su corazón: le fascina saber que tiene varias reputaciones y saber y conocer a todos aquellos que se le plantan en su contra, ya sea por envidia o por estupidez. Sin embargo, optaría por que una de esas reputaciones fuera la que prevaleciera, sin embargo, si tratara de que eso fuera realidad, si por un momento luchara por que esa reputación fuera la conocida, se desvanecería, ya que depende íntegramente de las demás para poder existir. Si luchara por que esa reputación fuera la única, entonces se volvería una mentira. El bien necesita tanto al mal que le provee de caminos y de luz para poder captar la mayor parte de la adoración.
Le causa gracia saber de la fascinación que provocan su hablar y sugestivo andar. Raya por momentos en el cinismo que algunos de los estúpidos lo denominarían narcisista. Ama ser cínico en tanto ahí reside la fortaleza que le permite erigirse día a día como gigante al andar. Ama a las mujeres casi tanto como a su vida y les honra todos los días con un gesto coqueto o un entrechocar de pestañas al filo de sus mejillas. Ama a todas las mujeres pero desearía encontrarse con una a la cual llamarle: mujer. La reina de su palacio de cristal y acero. La directriz de sus instituciones privadas y reguladora de su tiempo interno. Sin embargo no se atreve a confesarlo, sería algo más que peligroso, ya que, de nuevo, perdería el encanto que provoca con esas embelesadas palabras que derraman enamoramiento desde su lectura misma.
Pero teme. Teme a la soledad por saber de sí mismo. Teme tanto no poder realizar el camino que le presenta el destino. Lo teme tanto que se mortifica pensando la forma en la cual agradaría más y hacer menos sospechosas sus intenciones; solo así –piensa– puede acudir a la toma de posesión de su destino, maquillándolo con su cinismo y galanura y con cofres puestos en el lado izquierdo de su pecho, justo a la altura de dónde se supone está el corazón.
Sin embargo teme ahora aún más, ya que algo le dice que su corazón por fin ha latido…ha latido de nuevo y más fuerte que nunca, ahora que su destino se precipita sobre él sin que encuentre forma de asimilarlo y solamente pidiendo una cosa: esa presencia.
Y quisiera hacer una confesión que reside muy en el fondo de su corazón: le fascina saber que tiene varias reputaciones y saber y conocer a todos aquellos que se le plantan en su contra, ya sea por envidia o por estupidez. Sin embargo, optaría por que una de esas reputaciones fuera la que prevaleciera, sin embargo, si tratara de que eso fuera realidad, si por un momento luchara por que esa reputación fuera la conocida, se desvanecería, ya que depende íntegramente de las demás para poder existir. Si luchara por que esa reputación fuera la única, entonces se volvería una mentira. El bien necesita tanto al mal que le provee de caminos y de luz para poder captar la mayor parte de la adoración.
Le causa gracia saber de la fascinación que provocan su hablar y sugestivo andar. Raya por momentos en el cinismo que algunos de los estúpidos lo denominarían narcisista. Ama ser cínico en tanto ahí reside la fortaleza que le permite erigirse día a día como gigante al andar. Ama a las mujeres casi tanto como a su vida y les honra todos los días con un gesto coqueto o un entrechocar de pestañas al filo de sus mejillas. Ama a todas las mujeres pero desearía encontrarse con una a la cual llamarle: mujer. La reina de su palacio de cristal y acero. La directriz de sus instituciones privadas y reguladora de su tiempo interno. Sin embargo no se atreve a confesarlo, sería algo más que peligroso, ya que, de nuevo, perdería el encanto que provoca con esas embelesadas palabras que derraman enamoramiento desde su lectura misma.
Pero teme. Teme a la soledad por saber de sí mismo. Teme tanto no poder realizar el camino que le presenta el destino. Lo teme tanto que se mortifica pensando la forma en la cual agradaría más y hacer menos sospechosas sus intenciones; solo así –piensa– puede acudir a la toma de posesión de su destino, maquillándolo con su cinismo y galanura y con cofres puestos en el lado izquierdo de su pecho, justo a la altura de dónde se supone está el corazón.
Sin embargo teme ahora aún más, ya que algo le dice que su corazón por fin ha latido…ha latido de nuevo y más fuerte que nunca, ahora que su destino se precipita sobre él sin que encuentre forma de asimilarlo y solamente pidiendo una cosa: esa presencia.
But where were you, oh where were you
And were the fuck did the sun go
LBVG
εσύ, καθρέφτης
And were the fuck did the sun go
LBVG
εσύ, καθρέφτης
1 comentario:
Hola amiguito
T extraño un monton...
T mando besitos nene
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