29.5.06

De la necesidad de la forma del fondo

Por que el futuro de nuestro país no es un motivo pequeño para reflexionar.
Por qué es tan grande que empezaremos a delegar su responsabilidad sólo a grandes hombres, no a filibusteros ni vendedores de espejos tallados con cobre.
LBVG

Definitivamente es muy importante. Si. ¿Qué? Eso, las dos. La forma y el fondo. Me encuentro reflexionando sobre el proceso electoral y, a decir verdad, iba a escribir una columna sumamente crítica pero enfocada a un solo frente, por lo cual me he decidido a dejarlo de lado, ya que siento que de esa forma mi postura más que matizada y segmentada, corre el riesgo de sonar tendenciosa (aunque así no lo sea).

Si bien es cierto que toda acción de la cual formamos parte, desde ubicar una cámara en el ángulo izquierdo o derecho, como diría Eisenstein, hasta los corazones que vamos dejando en el camino, todas ellas, acciones, deseos materializados, corazones impulsados, reflejan nuestros pensamientos, anhelos, perturbaciones, frustraciones, fantasmas, deseos…tendencias. Si, se ve reflejado, pero ello no impide tratar, en la medida de lo humanamente posible –imponer una medida suena harto difícil–, de mostrarse lo menos tendencioso posible. No neutral, no. Neutrales ciertos compuestos químicos descorazonados. Neutrales los posmodernos. Nosotros no. Analizar con la mayor objetividad, ponderando ambos lados y, con el mayor apego a justicia –dar a cada quién lo que se merece, lo siento, San Francisco de Asis– cualquier hecho dado o personaje en cuestión.

Es por eso que me abstuve de responder una columna de Rocha (“¿A qué le tienen miedo?”) y de exponer, lo acepto, con todo el descaro posible y desesperación por un proceso electoral tan largo como desgastante, al señor Andrés López. Es por eso que no lo hice. Decidí hacer una reflexión que no pretende ser la apoteosis ni mucho menos la tesis política que determine el rumbo del pensamiento post mexicano neoclásicoliberalmodernista –¿a poco no suena muy bonito? tan bonito como inútil–. Sin embargo, al ser algo ya tan lógico o, en apariencia, coherente, tendemos a olvidarlo.

Mi propósito es que analicemos, que nos alejemos de pragmatismos obtusos, ignaros, perversamente enajenantes. Que más allá si nuestra abuelita nos dijo que nunca votáramos por la izquierda por temor a las llamas del infierno, o algún revolucionario con el ala del sombrero tristemente doblada y con zapatos Hermes tapados por su larga manta, te dijera que la derecha es condenar al mentado pueblo. Pobre pueblo. Si, más allá de eso. Hay que analizar no sólo las propuestas, también la postura y las acciones de los candidatos rumbo a la presidencia. No voy a hacerlo, por más que mi corazón arrebatado y pasión desenfrenada que caracterizan mi amor me inviten a hacerlo. Por lo menos no en esta columna. Esta columna es de nosotros, los ciudadanos, los que no aparecemos en debates ni nos otorgan fuero, los que votamos y muchas veces somos botados; de nosotros los que otorgamos pasiones y confianzas a algunos que, muchas veces no saben ni que hacer con las suyas propias.

Y afirmo que son tan importantes el discurso y las acciones del candidato por que, puede darse el caso que su conocimiento en determinada materia no sea lo más avanzado posible –respetable, no tenemos porqué saber todo–, sin embargo es solventable en la medida en la que incluya en su equipo de trabajo gente especializada en dicha materia. Eso tiene solución. Lo que no tiene solución son esos fantasmas, frustraciones, filias y tendencias con las cuáles iniciaba esta popular columna –no por populista, “¡Dios me libre!”–. Esos no sólo no tienen solución si no que resultan ser aquellos que enmarcarán en el momento definitivo el accionar del individuo una vez que acceda el poder. Reflexionemos.

¿Cuántos de ellos son respetuosos? Olvidémonos de esta idea enajenante y puritanamente azotada de los spots, esos son normales en todos los procesos electorales del mundo. ¿Cuántos de ellos están dispuestos al diálogo? ¿Alguno de ellos impone su verdad a través de la agresión, imposición, nulificación del otro? Son algunas para empezar, estoy seguro que todas ellas tienen respuesta.

¿Todos son coherentes, tanto en su discurso como en su diario vivir, los artículos que consumen y, por supuesto, su equipo de campaña y militantes allegados? ¿la historia de su partido demuestra algún tipo de acciones en particular? Y, por qué no, ¿sus propuestas son coherentes, viables, no sólo en materia social, también en materia económica? ¿Qué tan amplia es su cultura general y sus conocimientos históricos, tan importantes ambos para poder entender otras sociedades y tomar mejores decisiones?

Varios son los cuestionamientos que podrían surgir en este proceso, estos son algunos que sirvan como manivela de motor. Yo tengo algunos resueltos, algunos sospechados pero todos ellos llevan a una misma conclusión. Con base a hechos, por supuesto. Pero eso no es tema de esta columna. Esta columna, repito, es de nosotros, aquellos que tendemos a ser exprimidos por altos intereses de crédito, impuestos desorganizados, asaltos en la esquina de la casa y secuestro ya no sólo de nuestros cuerpos, ahora atentan con nuestras almas y conciencia. Es de esos, de nosotros, los que a veces nos olvidamos que somos para quién deben de gobernar y rendir cuentas, a quiénes nos deben de responder y por quiénes tienen lo que han deseado. Es de esos por los cuales deben de luchar. De nosotros. También hagamos conciencia de ello, por que pareciera tan lógico que lo olvidamos y lo guardamos en un aletargamiento tan pasivo que resulta altamente exasperante. Estoico, como Cuauhtémoc inútilmente silencioso. De nosotros, que por momentos nos olvidamos de esa pequeña necesidad de la forma del fondo.
VARGAS GÓMEZ
por mi nación, por nuestro pueblo. reflexionemos.
rumbo al 2 de julio.
VIVA MÉXICO
29 MAYO 2006

1 comentario:

J. F. Santoyo dijo...

REFLEXIONAR... Importante palabra que surge como paladín del raciocinio en un momento en el que la toma de decisión se debate entre la torpeza, la demagogia, el populismo y la banal confusión. Reflexionar acerca de nuestro papel y toda la perorata de acciones que nos correspoden, porque finalmente ese es nuestro destino: elegir para que el elegido nos eliga para que juntos eligamos nuestro destino, nuestro camino...

Bah! que diablos, estoy inspirado, y eso que? Saludos!!!