No tendría que ser así, pero resulta que así es. Resultado de tus propias decisiones. Me parece que una de las experiencias más tremendas, enriquecedoras si, pero más tremendas, es saber que algo tiene que ser así aunque pudiera ser de otra forma.
Tremendo es tener que despedirse de alguien. No volverlo a ver. Tremendo ya que sabes que existe y que existió en tu vida la cual se recreo también desde esa persona. Pero ya no está. Ni estará. Más tremendo aún cuando se vivieron tantas y tantas cosas con esa persona y ella…ya no está. ¡Qué difícil es decir adiós, cuando tendrías que decir hasta luego! ¡Qué difícil es!
Tendrías que quemar la casa entera, empezando por prenderle fuego al colchón y almohadas para seguirte con la mitad de la ciudad y música compartida.Y no se puede. No se puede aún cuando desearías que esa persona estuviera aquí; aún cuando sintieras que son uno, pero sin olvidar un uno divisible y temporal, amoroso e imperfecto. No se puede aún cuando sabes que vagarán y no se volverán a encontrar más que cómo dos extrañamente extraños –así de raro– que se cruzan, se sonríen, quizá se besen la mejilla y cada quién aborde un vagón en diferente dirección para encontrar los mismos viejos miedos en el ciertamente incierto camino. Tendría que haber sido diferente, pero no lo fue. Tendría…
Harto difícil y doloroso resulta la decisión y el camino, que, probablemente, te volverá a poner en la misma situación, con diferente contexto, olor, sabor y tiempo. Y quizá sea la última, pero hubo una vez más. Tendría que haber finalizado con la anterior, pero así no fue. Nos decimos adiós, no un hasta luego, para luego no mirar hacia atrás por temor a las estatuas de sal.
Tendría que ser diferente y enfrentar la situación. Tendrías que mantener el lazo psíquico, las llamadas corporales, las pláticas visuales. Tendría…
por la memoria, amiga más fiel y enemiga más apasionada. y por ella
VARGAS GÓMEZ
31 mayo 2006
2 comentarios:
Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte,
de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las
prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo,
abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No
es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se
puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado
sobre la tierra y se les puede prender fuego.
Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado.
Y también el silencio. Porque las mejores palabras del
amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo
del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero
cuando digo: "qué calor hace", "dame agua",
"¿sabes manejar?", "se hizo de noche"...Entre las gentes,
a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde",
y tú sabías que decía "te quiero".)
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo.
Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras:
guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve,
es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas.
Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio
para entrar a un panteón.
Jaime Sabines
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A veces, simplemente hay que seguir caminando...
...En verdad resulta dificil decir adios cuando no se ha dejado de amar del todo.....es desgastante tratar de apartarlo de tu mente y ademas apaciguar el ansia de tu cuerpo de sentirlo cerca, aunqe no ocurra contacto alguno, tan solo estar.
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