*Para mayor aclaración lean la columna "Diálogos de una mentira" antes, va hilado. Publico esto un día después de haberlo escrito...
La cosa que más odio en el mundo es la mentira. No voy a explicar el porqué, eso formaría parte de varias (no podría en una) columnas. Posteriormente, la traición, aspecto íntimamente ligado a la mentira, que se puede traducir como lealtad; me cuesta mucho entender y difícilmente aceptar la lealtad, siempre y cuando no se vea enfrentada con el honor. En tercer lugar está la falta de criterio. ¡Coño! cómo me puede desesperar las personas con un criterio escaso que no pueden o no quieren entender razones y se apegan a manuales o a miedos escondidos detrás de sus orejas.
Sin embargo he aprendido a convivir con todos esos tipos de personas. Excepto los mentirosos y traidores, por supuesto. En mi vida solamente he perdonado una traición y a dos personas que me mintieron. No me jacto, ni mucho menos, son estadísticas que sirven para ejemplificar que tan importantes pueden llegar a ser para mí esos aspectos.
Hoy tuve un día muy difícil, en general. Podría decirse que las dificultades, obstáculos, tristezas, desilusiones o cómo demonios se les quiera llamar, comenzaron desde ayer, martes, por la noche. Es sumamente probable que esta columna la publique hasta mañana, jueves, debido a que la última columna de “Diálogo de una mentira” causó cierto revuelo y la dejaré un día más como inicio para que todas las personas la puedan leer. Sin embargo los eventos pertenecen desde el martes a la 1:30 am -o más bien el miércoles por la madrugada, ahora que lo pienso, en efecto, todo pertenece al puto miércoles- hasta ahora que acabo de llegar a mi casa de la oficina, a las 10:50 pm.
Han sido, en efecto, horas difíciles. El inicio tuvo lugar propiamente cuando escribí la columna anterior (idem) y encuentra su clímax ahora que trato de encontrar el desahogo en las letras que no pude hallar por circunstancias esquivas en otra(s) persona(s). Dejo abierto el plural por eso de los anonimatos, cabe aclarar.
Estoy harto. Sin medias tintas. Odio las medias tintas, aspecto tan posmoderno, tan egoísta, tan esquivo, tan, tan…inmaduro sentimentalmente. Tan de poco corazón. Me prometí que este año en adelante no proporcionaría medias tintas pero tampoco aceptaría medias tintas. Si para este momento, amigo(a), te encuentras confundido, no te preocupes, simplemente vuelve a leer, lo que estoy haciendo es explicar el porqué de ciertas cosas que digo. Continúo. Estoy harto, totalmente. Todo comenzó con una mentira y terminó hace unas horas con una “discusión” –si es que acaso merece ese nombre algo tan estéril y poco productivo, me parece que más bien sería un enfrentamiento de diccionario frente a la razón- en la oficina con un tipo que, más allá de su aspecto físico y condición social –que no pretendo juzgar para que mi argumento no pierda la validez que le adjudico-, tenía el criterio tan limitado y cerrado que, por más que le argumenté y le puse las razones totalmente obvias, no se salió y se encerró en una interpretación textual y simplista de las cosas. Como si todo en esta vida fuera nada más forma y no básicamente fondo. Me desesperó mucho y la frustración se hacía mayor cuando sabía que me tenía que controlar y mantener una sonrisa en la boca. Odio fingir, carajo. Me frustra tener que ocultar mis sentimientos, soy un tipo sumamente transparente. Entonces, cada segundo que transcurría era para mí como una agonía de púas que se encajaban en mi estómago. Al final opté por mí y le di la razón sin aceptar. Acepto sin conceder, dije alguna vez. Todo para poder ya salir con 22 minutos de retraso, rumbo a mi casa. Y de pronto hice conciencia de todos los sucesos de las últimas 24 horas.
Y ahí fue donde el hartazgo me dominó. Ayer en la noche era sólo decepción.
Tengo que aceptar que escribir estas palabras me resulta sumamente benéfico ya que, aunque no lo fuera a leer una multitud, por lo menos lo leerán ciertas personas importantes para mí y mi situación. Eso, pongámoslo así, es todo. A resumidas cuentas. Gracias por querer leer una parte de mi día y, principalmente, lo que causó de cierta forma en mí. Gracias también por los mensajes al celular y los comentarios en la página. Esos detalles, siempre lo he dicho, son los que han conquistado mi corazón. Soy un tipo tan sencillo que puedo afirmar, al igual que otras personas que me conocen, que la manera de conquistar mi corazón es a través de los detalles y de la permanencia. Acepto, tengo miedo a la soledad; al igual que los demás seres humanos. Si yo lo digo o afirmo frente a los demás no me hace ni más ni menos valioso, simplemente me da la pauta para tratar de solucionarlo ahora que ya se cual es el motivo de mi malestar. Ese miedo a la soledad siempre se ha visto aminorado con la permanencia de las personas que quiero o que pueda llegar a amar y de los detalles, tan chicos y simples, que termino pegando en las paredes de mi alcoba o guardando debajo de mi cama…
Yo no se quién va más lejos...¿la montaña o el cangrejo?
BENJAMÍN
3 comentarios:
Ya te mandé un mensajjito a tu celular...
Hooola, saludos... tu blog simplemente me hechiza
no tengo mucho que decir
sabes q cuentas conmigo
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