Quizá no sea mucho lo que escriba. La cantidad no está peleada propiamente con el contenido, con el fondo. Hay tantas cosas que decir en una sola palabra que necesitaríamos libros enteros para escribir lo que un “adios” tiene de por medio.
Para hablar acerca de una decepción quizá no haya más necesidad que una cara alejada de la luz. Sin embargo, sabemos que este medio/industria, como lo es internet, no me permite ni está diseñado con ese propósito, mostrar mi comunicación no verbal. El reflejo de mi interior en mi rostro. Por eso lo escribo. Escueto.
Hablar de decepciones es…decepcionante. ¿Qué deliciosamente redundante, no os parece? Si, en efecto. No diré el por qué, sólo piénsenlo. Me pidieron unas personas que no concretara tanto y que a veces dejara algunas cuestiones abiertas en mis columnas –no muchas- así que empezaré con esto.
Estar decepcionado es un instante trágico. Es una opción que te da la vida para volver a comenzar sin esa mancha en el costal. Lo trágico no siempre es malo, es una variable independiente, que siempre tiene ese aroma de inalcanzable. De permanente. Del inconveniente de haber nacido, diría Ciorán. Si, podríamos pensar y afirmar la vida como un gran teatro griego en el cuál actuamos y personificamos nuestra tragedia personal. Pero no vengo a hablar de eso.
Me gustaría que pensáramos en la decepción que provoca una traición. Una “puñalada por la espalda” como dicen coloquialmente. ¿Qué tipo de decepción surge? ¿Cómo te sentirías?
Es una puñalada que deja un sabor acre en la sangre que brota por tus labios al pronunciar esa palabra. Al pronunciar ese nombre.
Hoy me enteré de muchas cosas. Hoy no fue precisamente el mejor de mis días. Hoy fue un día triste. Hoy fue un día funcionalmente decepcionante. No me arrepiento y afortunadamente fue HOY y no MAÑANA. Triste es, en efecto, pero forma parte de un complejo proceso que tendemos a llamar vida. Pensemos al respecto.
¿Por qué cosas traicionarías a una persona? ¿Por qué persona, cosa o situación, soltarías diatribas –difamaciones- sobre alguien que te abrió su corazón y las puertas de su casa?
¿Por qué?
Gracias, eso es todo, estimados lectores. Agradezco como siempre la atención y doy la bienvenida a los siempre nuevos lectores que se unen a este, nuestro espacio, para dejar un momento la máscara y ser lo que en verdad necesitamos ser.
Para hablar acerca de una decepción quizá no haya más necesidad que una cara alejada de la luz. Sin embargo, sabemos que este medio/industria, como lo es internet, no me permite ni está diseñado con ese propósito, mostrar mi comunicación no verbal. El reflejo de mi interior en mi rostro. Por eso lo escribo. Escueto.
Hablar de decepciones es…decepcionante. ¿Qué deliciosamente redundante, no os parece? Si, en efecto. No diré el por qué, sólo piénsenlo. Me pidieron unas personas que no concretara tanto y que a veces dejara algunas cuestiones abiertas en mis columnas –no muchas- así que empezaré con esto.
Estar decepcionado es un instante trágico. Es una opción que te da la vida para volver a comenzar sin esa mancha en el costal. Lo trágico no siempre es malo, es una variable independiente, que siempre tiene ese aroma de inalcanzable. De permanente. Del inconveniente de haber nacido, diría Ciorán. Si, podríamos pensar y afirmar la vida como un gran teatro griego en el cuál actuamos y personificamos nuestra tragedia personal. Pero no vengo a hablar de eso.
Me gustaría que pensáramos en la decepción que provoca una traición. Una “puñalada por la espalda” como dicen coloquialmente. ¿Qué tipo de decepción surge? ¿Cómo te sentirías?
Es una puñalada que deja un sabor acre en la sangre que brota por tus labios al pronunciar esa palabra. Al pronunciar ese nombre.
Hoy me enteré de muchas cosas. Hoy no fue precisamente el mejor de mis días. Hoy fue un día triste. Hoy fue un día funcionalmente decepcionante. No me arrepiento y afortunadamente fue HOY y no MAÑANA. Triste es, en efecto, pero forma parte de un complejo proceso que tendemos a llamar vida. Pensemos al respecto.
¿Por qué cosas traicionarías a una persona? ¿Por qué persona, cosa o situación, soltarías diatribas –difamaciones- sobre alguien que te abrió su corazón y las puertas de su casa?
¿Por qué?
Gracias, eso es todo, estimados lectores. Agradezco como siempre la atención y doy la bienvenida a los siempre nuevos lectores que se unen a este, nuestro espacio, para dejar un momento la máscara y ser lo que en verdad necesitamos ser.
Hoy y no mañana. 24 agosto 2005
VARGAS GÓMEZ
VARGAS GÓMEZ
1 comentario:
Ante cualquier adversidad, demuestra tu fortaleza.
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