25.3.05

PASADO Y PRESENTE (con postdata)

¿Realmente he aprendido algo? Quizá no sea cuestión de cantidad o enumeración de experiencias; más bien de momentos y reflexiones. De confrontación entre pasado y presente, para dar paso al futuro.

Cuando llegué a Europa mi percepción era oscura, no en tanto a sentimientos, más bien cognitiva. La principal venda que tapaba mis ojos era la soberbia, venda muy difícil de quitar y apartar de los mismos. Llegué pensando que sabía lo que tenía que saber para poder vivir aquí, y fue la primera puerta que toqué la que me gritó, al cerrarse, que no era así.

Sin embargo era muy pronto para poder aprender y escuchar los gritos; únicamente la desolación y la angustia que provocaban con sus ecos hacían mella en mí. No puedo negar que la misma venda me ayudó a salir, de una u otra manera, de los primeros obstáculos que afronté.

Los primeros dos meses se fueron como el Tormes: rápidos y despreocupados. Fue tiempo después cuando las enseñanzas empezaron a obrar en mí. Se puede conquistar sin dominar, es cierto, lo descubrí cuando me fui a descubrir a mi mismo, en mis raíces, en tierra catalana, donde al mismo tiempo era ajeno e inexplicablemente querido. Tres viajes en búsqueda de entendimiento y un poco de amor.

La riqueza no hace al hombre, tampoco la belleza. La virtud, la paciencia, la humildad y la sonrisa, esos son los principales ingredientes para convertirse en hombre. La belleza es efímera y la riqueza no es más que el producto del trabajo reinvertido y un poco de buena estrella, nada más. Pero ni la riqueza ni la belleza harán mella en el corazón del prójimo, tan sólo una sonrisa, un abrazo y la puerta abierta para dejar entrar no sólo a la persona, también a sus palabras y sentimientos.

La soberbia cayó de los ojos y calló por un tiempo estando de viaje por Bélgica. Levantarse del lodo y salir del hoyo solo es, por si mismo, una hazaña y una enseñanza. Lejos de los padres y familiares que nos rescatan, quedas como único punto de referencia para salir adelante y tratar de sobrevivir a la borrasca y arribar a puerto seguro.

Al caer la soberbia observé que mujeres hay muchas, todas ellas bellas por su naturaleza misma. Todas ellas pueden ser potenciales amigas, parejas o amantes, sin embargo, la mayoría de ellas, casi todas, fueron destinadas a ser amigas, no a ser un objeto de deseo o colocadas como presea en la sala de trofeos. Sólo una será la destinada a tal efecto, a permanecer desnuda a tu lado, en cuerpo y alma, y su lugar entonces ya no será la sala de trofeos -que se verá reducida a vapor y cenizas- sino el corazón.

Los regaños de los padres dejan de ser un trámite y se valoran como enseñanza y amor. Esfuerzo incontrolable y no manejado por llevar al hijo por “buen camino” y guiarlo por la senda menos dolorosa. Ironía de la vida, como ella misma, que así como nosotros somos y fuimos con ellos, los otros, los siguientes, serán con nosotros. En ese momento se completará la enseñanza de ser hijo y empezará la práctica para ser padre.

Al viajar admiras, aprendes y aprehendes nuevos horizontes, paisajes, que destrozan lo creído con anterioridad. Lo que antes pensábamos era chico se vuelve enorme, y lo que pensábamos era grande se vuelve insignificante. Comencé a entender que Roma no puede ser entendida como pluralidad, sino en su singularidad. Que una casa menos o un individuo más crean una realidad distinta y por lo mismo compleja. Al entender esos paisajes construidos y alterados por el hombre empiezas a interiorizarte y tratar de entenderte a ti mismo, no como Luis, sino como una L y silencio, mucho silencio que ocupará tanto espacio que no alcanzarás a llegar a la S.

Fue en un pueblo que lleva por nombre Josa de Cadí donde descubrí esto y a partir del cual no pude mirarme de la misma forma en el espejo. Ahora, al levantarme por la mañana para bañarme, descubro un sujeto siempre distinto que me mira, perplejo, a través del espejo. ¿Soy yo ó es él? Cuestionamiento que impulsa desde que el hombre es hombre y trata de reconocerse en el otro. Cuestionamiento cuya respuesta es inalcanzable pero no por ello prohibitiva, más bien incógnita del ser.

En uno de tantos viajes descubrí que un amigo puede ser una pordiosera que se acerca a pedirte un cigarro y después de compartir un café contigo te convierte en mendigo y ella ángel bondadoso que no tiene por fin otro que compartir sus palabras. Comprendí que la distancia no es el olvido y la extrañeza no radica en la diferencia, sino en el intelecto y la humanidad. Que no es necesario un año para querer a alguien y si mucho más que la vida misma para olvidarlo.

Comprendí que familia no es tío, abuela o hermana, sino aquellos que te devuelven la sonrisa y se entregan sin mayor reserva, no sólo abriendo las puertas de sus casas, también las de sus ojos, oídos y corazón.

Comprendí que Patria no es aquella en la que naces, sino en la que tus raíces se afianzan y te nutren de vida y conocimiento. Patria es el mundo y mundo eres tú. Comprendí que banderas, himnos y canciones tan sólo son espejos en el laberinto que nos impiden salir de él. Comprendí que puedes ser mexicano, nicaragüense y catalán al mismo tiempo y sin embargo no ser uno sólo de ellos. Comprendí que mexicanos, nicaragüenses y catalanes sufrimos igual, amamos igual y morimos igual. Comprendí que casa no es donde vives, sino donde tu alma se encuentra.
Para que uno pueda hablar es necesario escuchar y entre esto existe el silencio. Un silencio impasible que si lo escuchamos nos permitirá vernos reflejados en la mirada y las palabras del otro. Entender que para que exista un Yo es necesario un Tú.

Hasta el momento la venda de la soberbia sigue conmigo. No he podido tirarla pero si bajarla de los ojos. La traigo en mi cuello y me dificulta la respiración de vez en cuando.

Hasta el momento lo único que he aprendido es que entre más conocí más me di cuenta de lo que me faltaba por aprender y de mi infinita pequeñez. De que no soy nadie sin los demás y que en el campo de batalla uno debe de tener la mirada siempre hacia arriba y adelante, para reconocer el peligro y a los aliados que se acercan. De que el conocimiento no es ni debería ser un lujo, sino una necesidad orientada al crecimiento espiritual que permitirá dar el siguiente paso en un camino interminable que, por fortuna, me tocó recorrer…

Salamanca, 22 de Junio de 2004
Luis Benjamín Vargas Gómez

POSTDATA. Este texto lo escribí faltando 17 días para que regresara a México, el año pasado ¿Por qué regreso a él? Me encontraba pensando en una persona y recordé este texto. Regresé a él y me doy cuenta que, si bien lo había escrito antes no es sino hasta ahora que aprendí, totalmente, lo que está en él. Puedo decir ahora que amo con todo mi corazón. El regreso al texto ha sido reinterpretado y la situación es totalmente diferente. No es mi biblia de comportamiento pero si "cómo pienso". Y no es propiamente que sea una persona diferente. Es, simplemente, que seguido avanzando en el camino. No pretendo decir que soy un sabio y que soy más maduro, no lo diré yo; lo que si digo es que mi corazón se encuentra contento y que el amor es parte integral de mi vida. Que aprendí a amar ¿El camino del amor? Comienza con el dolor. No es posible amar sin dolor. No es posible amar a quién no te duele. Ese es el inicio. Esta es mi forma desnuda. Esta es la postdata.

1 comentario:

susto dijo...

Cuando empezaba a leer la columna pensaba... ¿cómo es q ha retomado ahora esta vivencia? Luego lo explicas... Siempre teniéndolo en cuenta todo, ¿verdad? Un texto bonito como muchos otros que has escrito. Lo mejor que fue escrito con el corazón y desde la humildad pese a hablar de la soberbia. ¿Qué diferencias hay con la actualidad?
Tú realmente crees q es la madurez como dices? La soberbia?